Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz, 03 de enero de 2017.-1 La moneda por la sucesión municipal está en el aire. Gira. Y las pasiones políticas desaforadas, ajá, por el bienestar social.
En unas demarcaciones, los caciques locales, alcaldes y diputados locales y federales, soñando con imponer a los suyos, camino, digamos, entre otras cositas, además de “ordeñar la vaca”, pensando en el año 2018.
Lo peor, y como ha sido la tónica desde que Plutarco Elías Calles fundara el partido abuelito del PRI y luego Lázaro Cárdenas lo corporatizara y Miguel Alemán Valdés lo convirtiera en una maquinaria electoral, para adueñarse del poder y del poder absoluto.
Caso Veracruz: alcaldes enloquecidos con heredar la silla embrujada del palacio municipal a su esposa. Jorge González Azamar, entre tantos otros, de Catemaco.
El ex alcalde de Santiago Tuxtla por dos ocasiones, Renecio Domínguez, y su esposa por una, y ex diputado local y federal, otra vez soñando con regresar al trono imperial y faraónico.
Manuel Rosendo Pelayo, de San Andrés Tuxtla, por fortuna, piensa en su secretario del Ayuntamiento y diputado local suplente de Vicente Benítez, “El señor de las maletas voladoras”, Roberto Virgen Riveroll para la candidatura, como si las arcas fueran una hacienda porfirista.
Incluso, si en Xalapa inició el reinado de los Porkies en el sexenio de Miguel Alemán Velasco, hijito del cacique huasteco, Ricardo García Guzmán, involucrado, y el fenómeno sicológico mudó en Boca del Río con los llamados Porkies de Boca del Río, en San Andrés Tuxtla también.
Allá, por ejemplo, un hijo de Virgen Riveroll fue señalado en tiempo y forma de impudicias sexuales con una chica, un video teniendo relaciones con él y o joven.
Incluso, la versión fue que el amigo político de Rosendo Pelayo, y en nombre del Ayuntamiento, amenazó a la familia y se abstuvo de interponer la denuncia.
Ahora, buscan reelegirse en el poder local, luego, incluso, de que tras la luna de miel entre Pelayo y Jorge Carvallo, la relación comercial con la familia de los Pérez Garay pudiera más.
Y es que si Pelayo tiene su candidato a la alcaldía, Carvallo Delfín, “El naricitas”, de igual manera, allí mismo donde su padre soñaba con la curul federal, a tal grado que resumiera la biografía moral de su hijo:
“Es el hijo más ruin que he tenido”.
¡Vaya familia y vaya familia priista!
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La biografía de Rosendo Pelayo se resumiría de la siguiente manera:
En pleno duartismo, el Orfis, Organo de Fiscalización Superior, le detectó en el año 2015 ocho millones y medio de pesos sin licitar por arrendar camiones recolectores de basura “a dedazo puro”.
La versión pública fue “el pueblo chico… infierno grande” que las unidades eran propiedad de sus prestanombres y hasta dueños de medios de comunicación.
También arrendó servicio de fotocopiado por 300 mil pesos sin una licitación simplificada, vaya.
La fama es que ha traído o trae planchados y acosados en el Cabildo a los regidores a quienes exige firmar todo.
Hay quienes aseguran que sólo a una estación de radio le pasa cien mil pesos mensuales.
Todo, al cobijo y la sombra de Vicente Benítez González, el diputado que cuando era Oficial Mayor de la secretaría de Educación del duartismo, el famoso prófugo de la justicia desde hace 79 días, compró una bodega millonaria y al día siguiente la tenía alquilada a la SEV.
Y ahora, oh paradoja, como diputado priista avaló por completo el nombramiento de Jorge Winckler como Fiscal por 9 años, los mismitos para los que fuera designado Luis Ángel Bravo Contreras, arrodillado de pronto… por alguna razón…digamos, sólo digamos, negociada.
Ahora, y luego de que el Ayuntamiento tuxteco se “tiró al piso” de Benítez, “El chileno”, también apodado “El costarricense” por sus presuntas inversiones duartistas en aquel país, empujaría al candidato de Pelayo para que las arcas queden en manos de la familia tricolor.
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Atrás del objetivo imperial y faraónico (el paso que va de los tlatoanis, reyes, virreyes y caciques a jefes máximos, alcaldes, gobernadores y presidentes, el paso del autoritarismo), Pelayo y Gustavo Pérez Garay, ex diputado local, hijo de la exdiputada y exalcaldesa Marina Garay, se han enfrascado en una guerra de lodo mediático.
La vieja y antigua lucha atroz y soez por el poder político que por añadidura es poder económico y poder social.
Y aun cuando el fuego amigo y enemigo es local también rebota en el Congreso de la Unión, porque el candidato de Jorge Carvallo a la presidencia municipal es Pérez Garay, de quienes siempre se afirmó eran socios en un equipo de béisbol.
Incluso, Carvallo, igual que su hermano, el ex alcalde del estado de México, continúa soñando con un feudo en Los Tuxtlas para que algún día, quizá, también le levanten una estatua en el zócalo del pueblo como a su hermano, Héctor Karim Carvallo, en Cuatitlán-Ixcalli y que habría, digamos, corrido la misma suerte que la estatua de Vicente Fox en Boca del Río descarrilada por la elite priista de Adolfo Mota y Raúl Zarrabal Ferat.
