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Expediente 2016: El peor de los tiempos

El Piñero

 

Veracruz, México.-Durante “La decena trágica” de Veracruz, de Fidel Herrera a Javier Duarte, el PRI vivió la peor estabilidad partidista de su vida. A ver si ahora, partido de oposición, el viaje será en paz y más productivo que nunca.

El par de ex gobernadores actuó de acuerdo con la cultura política nacional. Dueños de la silla embrujada del palacio lo fueron de todo. Las finanzas, las policías, los diputados, los magistrados del Poder Judicial, los medios y hasta de parte de la iglesia. Sin duda, del partido que los encumbró, a uno de los cuales, Duarte, lo terminó expulsando a partir de sus fechorías.

Con Fidel fueron presidentes del CDE del PRI, Adolfo Mota, Edel Álvarez Peña, Ricardo Landa, Pepe Yunes Zorrilla y Jorge Carvallo Delfín.

Cinco en total. Según Pitágoras, uno cada año y dos, tres meses.

Y con Duarte, Jorge Carvallo, Ranulfo Márquez Hernández, Héctor Yunes Landa, Érick Lagos, Érika Ayala, Elizabeth Morales, Alfredo Ferrari Saavedra, Corintia Cruz Oregón, Alberto Silva Ramos y Felipe Amadeo Flores Espinoza, él mismito que en el Chirinismo perdiera 50 Ayuntamientos en una elección municipal y él mismito que descarrilara por completo al PRI el 5 de junio con la doble derrota:

La derrota de la gubernatura luego de 87 años de hegemonía priista y la derrota en el Congreso.

Diez en total. Cada uno que durara, promedio, menos de un año.

Con Miguel Alemán Velasco fueron, no obstante, cuatro. Fidel Herrera, Raúl Ramos, Carlos Brito y Adolfo Mota.

La inestabilidad total y absoluta, y con tantos vaivenes, y considerando que cada maestro tiene su librito, entonces, el desempeño errático en el PRI.

“A ojo de buen cubero” el peor tiempo del PRI fue, entonces, con Duarte.
Si con “El fogoso” fueron cinco, con el prófugo de la justicia fue el doble. Diez. Y por tanto, el desplome. La bipolaridad biológica, pero también, sicológica, siquiátrica y neurológica de Duarte está fuera de duda, una vez más.

“EL DINOSAURIO YA ESTABA AHÍ”

Cierto, durante los doce años el PRI se mantuvo en Veracruz. Pero poco a poco se fue perdiendo liderazgo, arraigo en la población, espacios en los cargos públicos y credibilidad, entre otras cositas.

Y más, cuando tanto Fidel como Duarte enviaron al partido a los suyos, sus cuates, compañeros de parrandas y francachelas, y de paso, de enriquecimiento ilícito, mínimo, bajo sospecha.

Un día, perdieron sindicaturas y regidurías y luego alcaldías, y después diputaciones federales y locales, y más tarde senadurías y nunca, jamás, lo advirtieron, y/o en todo caso, se detuvieron a reflexionar un ratito.

Cuando despertaron, que decía Tito Monterroso, el dinosaurio ya estaba en las goteras de la ciudad, mejor dicho, en las entrañas.

Fue el 5 de junio del año desastroso y desventurado para ellos (y para la población) que hoy terminará.

Pero la pesadilla apenas se está reclinando. Incluso, comienza.

Y empieza porque el politólogo Carlos Ronzón Verónica olfatea tiempos peores, sin consultar la bolita de cristal, más bien fundamentado en los hechos que cacareaba “el topo” de Carlos Marx.

Por ejemplo, un PRI opositor en Veracruz que nunca ha tenido experiencia en la materia.

Un PRI con la llave cerrada de la secretaría de Finanzas y Planeación, y en manos de los caciques rurales y urbanos.

Un PRI con un presidente del CDE ratificado de espaldas a la realidad, y por añadidura, sin haber planchado el nombramiento con las elites, cuando menos, para la cortesía partidista.

Y un senador, Héctor Yunes Landa, que derrotado en las urnas el 5 de junio por su ex primo, trae “la estaca clavada” y pelea, como león enjaulado más que “niño de dieces” que se proclama, la candidatura de nuevo a gobernador en el año 2018.

El pronóstico es avasallante:

Unos priistas dicen que si bien les va ganarían unas 90 presidencias municipales el año entrante. Y si peor, 30.

Y en el caso de la gubernatura… que más, mucho más les vale pensar en el año 2024, pues ninguna duda existe que los Yunes azules han ganado la batalla futura.

Y más, con un góber azul creado y recreado, fermentado él mismo, para la pelea callejera, jugando, incluso, a las grandes ligas del altiplano.

EL PRI TAMBALEA POR COMPLETO

Por ejemplo, está claro que en la candidatura priista a gobernador en el 2018 sólo hay dos posibilidades: Pepe Yunes Zorrilla o Héctor Yunes Landa.
Y nada puede esperarse con un Héctor avasallante deshonrando su propia palabra, su código de honor, su ética y su moral pública.
Con todo y un Enrique Peña Nieto en Los Pinos, con otro descarrilamiento político por el gasolinazo, el PRI jarocho tambalea por completo de cara a la elección de candidatos a las 212 presidencias municipales y 3,500 sindicaturas y regidurías.
Cierto, y como es natural, en cada justa partidista las pasiones se desaforan. Pero los tiempos son hoy de unidad, unidad absoluta, y por ejemplo, una parte de las elites (honradas y deshonradas como el lector quisiera anotar) le están pegando a la piñata llamada Flores Espinoza.
Y sin ninguna duda, el fogoso cabildeando desde el consulado de Barcelona la posibilidad de enrocar a uno de los suyos en el liderazgo tricolor, pues el otro, Duarte, anda huyendo de sí mismo, pobrecita res en que mudara luego de ser el carnicero sexenal, aun cuando un priista dice que ya ni para carnitas sirve.
Los excesos del poder faraónico e imperial apenas se están recrudeciendo en el PRI.

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