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“Si guerra quieren guerra tendrán”; 50 alcaldes ante Yunes Linares ;Disputa por la deuda pública

Staff El Piñero

Luis Velázquez
PASAMANOS: Lo dice Américo Zúñiga, presidente municipal de Xalapa:
“No están las cosas como para darnos el lujo de tener diferencias” con el gobernador sobre el pago de la deuda millonaria del gobierno de Veracruz a los ediles.
Lo dice el senador Pepe Yunes Zorrilla:
“No se trata de torpeza o ignorancia” como dice el diputado de Pepe Mancha, He-Man, sobre la reestructuración de la deuda.
Lo dicen cincuenta alcaldes reunidos en Xalapa:
“No andamos en campaña. No entraremos en polémica. Yunes ofreció pagar y seguimos esperando, porque no hay (casi 3 meses después de iniciada la Yunicidad) ni claridad ni certeza sobre el adeudo”.
Y es que el estado natural del Yunes azul desde que iniciara en política con Rafael Hernández Ochoa, 1974/1980 (seis cargos públicos coleccionados en menos de un sexenio), es el pleito y la polémica, el puño en el combate, vivir en el ojo del huracán.
Antes, cuando los alcaldes del PRD y PAN tomaron el palacio de Xalapa, los Yunes azules se fueron con todo a la yugular de Javier Duarte, que razones de sobra existían.
Ahora, el gobernador se molesta y en vez de respetar la investidura municipal y sentarse a dialogar con un objetivo concreto y específico, además del plantón de la secretaria de Finanzas y Planeación, les llama “ignorantes,, desvergonzados y cobrones”.
Y también cobardes, porque según él cuando Duarte con la deuda a los Ayuntamientos “callaron, solaparon y aprobaron la deuda”, cuando nunca fue así, pues mientras Yunes es rijoso, ellos apostaron al cabildeo político, diplomático y civilizado, digamos, el mismo objetivo pero con caminos diferentes.
Américo lo dice con precisión:
“Pierde el pueblo cuando hay diferencias entre los órdenes de gobierno”.

BALAUSTRADAS: Está claro: no hay diálogo entre el gobernador y los presidentes municipales del PRI, pues en todo caso ahora los papeles se cambiaron y los ediles del PAN y PRD “aguantan vara”, en silencio, calladitos, sin respingar.
Además, tampoco hay voluntad del gobierno azul para el diálogo, en tanto la deuda millonaria ahí está, afectando la vida pública.
Y si el capitán de la nave asume una actitud belicosa, por añadidura el resto del gabinete legal.
Y es que en víspera de los primeros cien días, la yuniciad se ha centrado, además de en el rencor y el odio, en la venganza, y la persecución en contra del duartazgo rebasa por completo las acciones oficiales.
Y lo peor, con la cantaleta de las arcas quebradas, sin dinero ni siquiera, vaya, para pagar salarios a los funcionarios de primer nivel que, ajá, trabajan sin cobrar percepciones.
De algún modo recuerda, por ejemplo, el sexenio de Agustín Acosta Lagunes, 1980/1986, cuando en los dos primeros años nunca existió obra pública porque tampoco “había dinero”, cuando el erario estaba sudando en el mundo bursátil según lo denunciara en su oportunidad el presidente municipal de Boca del Río en aquella época, Sergio Flores Armida.
Por eso, Américo Zúñiga es preciso, mesurado y prudente:
“Entendemos que no hay posibilidades de pago inmediato, pero lo que no se puede admitir es que no haya posibilidades de diálogo al respecto.
Eso es lo que no se entiende.
Cuando hay una diferencia administrativa entre un orden de gobierno y otro, nadie gana.
Cuando hay una diferencia, una rispidez en esta relación sí hay alguien quien pierde y este es el pueblo”.
El Yunes azul, además, necesita seguir en el ring de cara a las seis elecciones en el bienio, entre ellas, la más importante, la gubernatura, en que desde las secretarías de Desarrollo Social y Educación trabajan la posibilidad de la candidatura para uno de sus hijos.

ESCALERAS: Nadie ha de olvidar lo que incluso el alcalde de Xalapa recordó en la plenaria de los 50 ediles inconformes y molestos con la Yunicidad.
“En su historia, Xalapa ha registrado ya momentos en donde el gobierno del Estado y el municipal no se han entendido y ahí lo que se lastima es el ejercicio de la política, lo que se vulnera son los resultados a los que la gente aspira.
Fue, claro, cuando Agustín Acosta Lagunes ante Carlos Padilla Becerra.
Y cuando Miguel Alemán Velasco ante el aguerrido y combativo Rafael Hernández Villalpando.
La pelea ahora es por los fondos federales de los Ayuntamientos durante el año 2016.
Y más cuando el góber azul habló ya de un mecanismo financiero para hacer frente a los adeudos, pero, oh paradoja, haciendo a un lado a los ediles.
Con todo, los ediles del PRI siguen apostando al diálogo con la Yunicidad. “No queremos entrar en otras circunstancias que pudiéramos lamentar porque nosotros no andamos en campaña”.
Queda claro, entonces, que buscan un acuerdo civilizado.
Están, pues, agotando la posibilidad antes, mucho antes de que la cuerda se rompa.
Incluso, antes de que cualquier madrugada los presidentes municipales del tricolor sean obligados por las circunstancias a tomar el palacio de gobierno de Xalapa, a tono con sus homólogos del PAN y del PRD en las últimas semanas del duartazgo.
Y si el góber azul es broncudo por naturaleza, nadie dudaría que se pondría al frente (como cuando los saqueadores de las plazas comerciales por el gasolinazo) de sus israelitas, colombianos, Genaros García Luna y fuerzas policiacas para rescatar el palacio (con todo y camarógrafos), sin importar los riesgos de un choque sangriento,
Y es que se trata de su estado natural, digamos, un heredero de Gustavo Díaz Ordaz en el 68 y de Luis Echeverría Álvarez el 10 de julio y de Patricio Chirinos Calero con el cuartelazo gay a Cuauhtémoc Cárdenas y de Rubén Figueroa Alcocer, el góber de Guerrero, cuando dijo que si los campesinos querían “guerra… guerra tendrían” y emboscó a 18 en Aguas Blancas.
El góber quiere sembrar y crear pánico, terror y horror en los alcaldes y desviar la atención de problemas básicos.
Pero en el otro lado del charco también hay fuego.
Y más ahora cuando el senador Pepe Yunes ha abanderado la legítima causa social, un político mesurado y reposado, pero firme y bragado, pues como dice su padre, don Pepe Yunes Suárez, “no lo conocen, pero cuando fue alcalde aprendió que la política es para dialogar y negociar, pues era (y es) muy broncudo”.

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