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Insólita liberación de plagiados; jarochos de 1ª y 5ª categoría

El Piñero

Luis Velázquez Escenarios

21 de junio de 2019

UNO. Insólita eficacia de Cuitlalandia

La semana anterior fueron secuestradas dos personas en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río. Un doctor, académico de la Universidad Veracruzana, padre de un reportero. El otro, un trabajador de la información.

Y para tranquilidad y bienestar de sus familias, los dos fueron rescatados en menos de 48 horas… en un Veracruz campeón nacional de secuestros en la era Cuitláhuac y con un total de 192 en el primer semestre y medio de la MORENA que camina.

Según la Fiscalía han resuelto el 40 por ciento (es decir, 4 de cada 10) y lo que dada la irascibilidad social se duda, además de que el Fiscal tiene fama pública de soberbio, engreído, egotista y mentiroso.

“La vara” con que el gobierno de Veracruz midió los plagios del médico y el reportero caló hondo.

Nunca antes en la era Cuitláhuac tanta eficacia y eficiencia.

Será quizá porque los dos plagiados están ligados al periodismo y la exposición es mediática. Acaso será por la gran movilidad mediática de las partes. Quizá por el número de relaciones sociales de ambos y que favoreció un desenlace alentador en un Veracruz donde han asesinado a niños, jóvenes y amas de casa.

Incluso, y en unos casos, además de asesinados, decapitados.

Por eso, llama la atención la prontitud con que ya la secretaría de Seguridad Pública, ya la Fiscalía, ya la Fuerza Civil, ya la Guardia Nacional, etcétera, etcétera, recuperaron al par de secuestrados.

DOS. Muchos secuestros en la impunidad

Nadie pensaría que para la era Cuitláhuac hay jarochos de primera, segunda, tercera, cuarta y quinta categoría, digamos.

Tampoco que la posición económica y social de las familias impacta en sus corazones y neuronas y por eso actuaron con rapidez.

Menos se pensaría que las elites políticas de MORENA en el palacio de Xalapa se mueven por el tráfico de influencias.

Simple y llanamente, toda vida humana es invaluable y cada uno de los 8 millones de habitantes de Veracruz merece el respeto del grupo gobernante, con todo y que, por ejemplo, en los veinte penales de la entidad haya unos 600 mil, 700 mil, 800 mil, sabrá el viejito del archivo burocrático, de indígenas acusados de robar una gallinita, un pollito, para llevar el itacate a casa.

Pero, bueno, la eficacia de Cuitlalandia para rescatar al médico en menos de 48 horas y al reportero en 18 horas manifiesta la parcialidad con que están actuando.

Por desgracia, los familiares de ninguna de las 124 mujeres asesinadas y ni tampoco ninguno de los 40 menores asesinados en el último semestre y medio están en condiciones de loar al gobierno de Veracruz.

Los parientes fueron ejecutados. Y seis meses y medio después, la impunidad es la reina en el llamado Estado de Derecho.

En otros pueblos, los vecinos se organizaron para linchar y quemar vivos y matar a escopetazos a unos malandros.

TRES. Todos somos iguales

Veracruz está revolcado en los secuestros, las desapariciones, los asesinatos, el cobro de piso y la extorsión.

Pero además, atrapado en los negocios de la droga, el huachicoleo, los migrantes, la prostitución y la trata de blanca.

En tales circunstancias, Veracruz ha repuntado en el ranking nacional de los secuestros.

Pero… “ni modo, aquí nos tocó vivir y ¡qué le vamos a hacer!” diría un personaje novelesco de Carlos Fuentes.

Hay en Veracruz mucho, demasiado enojo con el gobierno del estado.

Es un derecho humano que el Estado garantice a cada ciudadano seguridad y procuración de justicia pronta, expedita y confiable, pues de entrada, ante la ley todos los seres humanos somos, hemos de ser, iguales.

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