Redacción El Piñero
Tuxtepec, Oax., 15 de septiembre de 2025.– A catorce años del asesinato de Gustavo Pacheco Villaseñor, exalcalde priista de Tuxtepec, la herida sigue abierta. El crimen, ocurrido en 2011, se convirtió en un símbolo de la violencia política y de la impunidad que aún marcan la historia reciente de Oaxaca.
Pacheco fue víctima de un ataque armado perpetrado por sujetos desconocidos. Su trayectoria estuvo rodeada de controversias —incluido un proceso por homicidio imprudencial tras un accidente vial en el que perdió la vida un menor—, lo que hizo de su figura un personaje complejo y polémico.
Sin embargo, su asesinato no puede desligarse del convulso escenario político y social de aquellos años, donde la violencia se entrelazaba con la disputa por el poder local. Casos como el de Catarino Torres o Nicolás Estrada reflejan la misma constante: líderes sociales y políticos asesinados, investigaciones abiertas y ninguna resolución clara.
En 2024, el fiscal general del estado aseguró que los expedientes serían revisados, reconociendo la “complejidad” de los procesos que han mantenido congeladas las indagatorias por más de una década. Pero la realidad es que, a 14 años, el caso permanece sin justicia.
La situación de Tuxtepec refleja una problemática más amplia: un sistema judicial incapaz de dar respuestas, una inseguridad que erosiona la vida cotidiana y una inequidad social que sigue profundizando las heridas.
Hoy, la memoria de Gustavo Pacheco Villaseñor —al igual que la de otras víctimas— se levanta como recordatorio incómodo de que en Oaxaca la impunidad no es excepción, sino norma. Un recordatorio de que la justicia, a pesar de los discursos oficiales, continúa siendo una deuda pendiente.