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Los medios en Veracruz; patrones ricos, trabajadores jodidos

Staff El Piñero

Escenarios

Luis Velázquez

Veracruz.- 1

Unos colegas reporteros de Poza Rica están soñando con lo imposible. ¡Y qué bueno! Ellos sueñan, por ejemplo, con que los magnates periodísticos cumplan con la Ley Federal del Trabajo y cubran un salario digno y las prestaciones sociales, económicas y médicas.

La semana anterior así lo plantearon a la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, CEAPP, que habría quedado entre la espada y la espada.

Desde el siglo pasado, mejor dicho, desde el antepasado y el antepasado ha sido, es, la misma utopía.

Y si la CEAPP lo ofrece estaría timando a todos.

Nunca, jamás, será posible, cuando menos, en la provincia.

De entrada, ningún medio en Veracruz tiene un sindicato. Y cuando en alguna ocasión han existido intentos, en automático, los dueños los frustran despidiendo a los reporteros soñadores.

Y si el reportero interpone una denuncia por despido en la Junta de Conciliación, de inmediato el dueño habla con el secretario de Trabajo y Previsión Social, y la denuncia queda archivada.

Tal es el poderío y el tráfico de influencias, en donde siempre, salvo excepciones, el trabajador sale perdiendo.

Además de que los sueldos miserables en los medios son legendarios. Salarios de hambre les llamaba Ricardo Flores Magón en 1910. Y en muchas partes, a destajo. Por ejemplo, en los noticieros radiofónicos, donde pagan al reportero según el número de notas transmitidas al aire, así entreguen como cuota diaria 5, 6, 7 informaciones.

Solo pagan las que transmiten. Y en muchos, 20 pesos por nota.

Y por añadidura, sin ninguna prestación.

Hay veces, por ejemplo, en que el trabajador enferma y/o la familia, y depende de la magnanimidad del patrón si ayuda con unos centavitos que ni siquiera, vaya, alcanzan para la consulta médica que en algunos doctores llega a mil pesos.

 

2

La justicia laboral para los trabajadores de los medios implica un largo y extenso camino en el túnel de la desesperanza.

De entrada, una iniciativa de ley que, en nombre de la utopía, bien podría elaborar, digamos, solo digamos, la CEAPP.

Luego, el cabildeo con todas las bancadas legislativas en el Congreso local.

Y al mismo tiempo con cada uno de los 50 diputados locales para que pudieran, digamos, llenarse de misericordia y compadecerse del gremio reporteril, en que se incluyen todos. Reporteros, fotógrafos, camarógrafos, editores, talleres, secretarias, etcétera.

Después, tocar la puerta del gobernador para mirar con simpatía la posibilidad y la autorizara, pues en el otro lado del charco enfrentaría la resistencia de los magnates que para cualquier político son más importantes que los trabajadores.

Entonces, solo entonces, podría, digamos, proceder la sesión plenaria.

¡Ah!, y cuando en nombre de la utopía fue aprobada, lista para aplicarse, la reacción de los empresarios sería fatídica.

Simple y llanamente, pondrían al trabajador entre la espada y la espada, la siguiente:

Aceptas el salario que te ofrecemos, y sin prestaciones, o te vas.

Y entonces, la otra cara de la realidad avasallante.

Y es que con los medios en Veracruz y el resto de la provincia se cumple la filosofía marxista:

Patrones ricos y trabajadores jodidos.

Así ha sido desde 400 años antes de Cristo cuando Herodoto, el primer enviado especial del mundo, se echara un morral con dos mudas de ropas al hombro y se fue a caminar el continente asiático con lo que escribió su libro “Los nueve libros de la historia”.

En la utopía, el gremio reporteril de norte a sur y de este a oeste descarrilado en la calidad de vida.

La historia es clarísima: en el periodismo sólo se sobrevive cuando se tienen dos o tres trabajos.

Y cada día se vive de manera intensa corriendo de un lado a otro de la fuente de empleo.

Y cada amanecer es un nuevo comienzo y en que se inicia de cero.

 

3

Bastaría referir lo siguiente:

Hay medios donde pagan 4, 5 mil pesos mensuales al reportero. Otros, 6 mil. Los menos, menos, menos, 8 mil.

Y por supuesto, sin seguridad social ni económica ni médica.

Y si el reportero enferma… que Dios lo cuide.

Una trabajadora doméstica, por ejemplo, y por una jornada laboral de ocho horas, con descanso un día a la semana, y con trabajo sólo hasta el sábado al mediodía, llega a percibir 8 mil pesos al mes.

Los magnates de la información y los políticos dirán que un reportero, por ejemplo, tiene la ventaja del embute.

Claro, claro, claro.

Pero sólo que “en la viña del Señor”, no todos le entran, porque todavía hay dignidad.

Además, en el caso de quienes lo aceptan, el embute suele darse de vez en vez, a menos que sean, digamos, “aviadores” en una oficina pública.

Con todo, ha de resultar de los mil demonios vivir esperanzado al soborno.

Y en contraparte ha de referirse el maridaje entre los dueños de los medios y los políticos encumbrados, en que además de los pactos comerciales, las canonjías políticas, desde la obra de infraestructura para una constructora hasta los cargos públicos para ellos y/o la familia.

Pueden continuar soñando los colegas de Poza Rica. Y ojalá y aquí estemos equivocados y por ahí aparezca una golondrina anunciando el verano.

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