VICENTE BELLO
El Senado mexicano se echó ayer una de las carcajadas más retumbantes en lo que va del sexenio, cuando anunció un supuesto acuerdo de austeridad y disciplina presupuestaria para 2017.
En voz del yerno de Manlio Fabio Beltrones, el senador del Pvem Pablo Escudero Morales, el Senado ha prometido 30 medidas de austeridad, que, sin embargo, no representarán más allá de ser un recorte de 3.3 por ciento del presupuesto que el Senado tiene asignado para este año.
La Cámara de Senadores tiene asignado un presupuesto para 2017 por 4 mil 451 millones de pesos.
Con el recorte que Pablo Escudero Morales anunció, la reducción a aquel monto será de apenas 150 millones de pesos.
“Serán 30 acciones para reducir el gasto de esta Cámara”, dijo Escudero Morales en un mensaje videograbado, “sin afectar el cumplimiento de las metas y objetivos de los trabajos legislativos”.
En el manipuleo de las cantidades y porcentajes, Pablo Escudero hizo hincapié en que dicho recorte equivaldrá una “reducción de 10 por ciento el gasto del Senado (para 2017) respecto del ejercicio 2016 en viáticos y pasajes, materiales y suministros de oficina, servicios de alimentación y telefonía, el consumo de combustibles, de asesorías, consultorías, estudios e investigaciones, así como los gastos de comunicación social, de impresión digital y de fotocopiado”.
Más, todavía: Prometió que se racionalizará el servicio el servicio de energía eléctrica, el consumo de agua y se ahorrará mucho papel al suprimier al máximo el uso de fotocopias, a cambio de maximizar corres electrónicos.
Aquel 10 por ciento de reducción anunciado por el senador del Pvem, en realidad no es más que el 3.3 por ciento, si se le compara con el presupuesto de 2017, que es el que cuenta realmente para cualquier efecto.
Y más tardó Pablo Escudero en decirlo a través de un video mensaje, que Miguel Barbosa en descalificarlo. En conferencia, Barbosa Huerta –coordinador del grupo parlamentario del PRD en el Senado- dijo que “un verdadero ejercicio de austeridad” no sería del 3.3 por ciento, sino de, cuando menos, 20 por ciento, con los que podrían ahorrarse no sólo 150 millones de pesos, sino 908 millones.
Si el presupuesto del Senado para 2017 es de 4 mil 551 millones de pesos, con el recorte del 20 por ciento se ajustaría en 3 mil 633 millones.
Y pormenorizaba Miguel Barbosa: “(Y los gastos en Servicios Personales pasarían de 2 mil 847 millones a 2 mil 277 millones de pesos; y los Gastos de Operación pasarían de 1,558 millones a 1,246 millones”.
Pero además, empujó Barbosa, el ajuste tendría que incluir un buen descuento al salario de los senadores (que en el argot legislativo se le conoce como “dieta”), y también, como un acto de vergüenza de los legisladores, tendrían que cancelar también el seguro de gastos médicos mayores.
Entre las propuestas que el yerno de Manlio Fabio Beltrones hizo, para nada figura cosa parecida a estos dos planteamientos últimos de Barbosa.
¿De cuánto sería la reducción salarial, dieta, de los senadores? Mínimo sería justo que la mitad, cuando ellos tienen ingresos mensuales por casi 180 mil pesos… claro, sin considerar en dicho monto mensual las comisiones que muchos se llevan por gestiones ante el Ejecutivo Federal para favorecer a particulares. O el ejercicio discrecional que tienen ellos en el presupuesto de cada una de las comisiones ordinarias a las que pertenecen.
En cuanto al caso del seguro médico, es un seguro que abarca enfermedades de cualesquiera costo y en cualesquiera de los hospitales privados de México y aun de los Estados Unidos.
Hasta ahora, al parecer, los únicos legisladores que han renunciado abiertamente a este segundo son los del grupo parlamentario Morena. Y, en el pasado reciente, en la 61 Legislatura, el entonces diputado federal del PT Gerardo Fernández Noroña, quien, además, renunció a la mitad de su ingreso-dieta.
Hablar de reducción en el presupuesto es como patearle los “tompiates” a los del PRI. Sencillamente no lo soportan ni como mera posibilidad. Defienden cada peso que les cae en la bolsa con la ferocidad de un cancerbero.
Este fin de semana que pasó, en la Cámara de Diputados, la bancada del PAN planteó reducir en cuando menos 2 mil 345 millones de pesos el presupuesto de las dos Cámaras del Congreso General.
Si el gasto 2017 para el Senado es de 4 mil 451 millones de pesos, en la Cámara de Diputados el presupuesto es de 7 mil 541.9 millones. Y los panistas han planteado “eliminar partidas que tengan que ver con remuneraciones adicionales y especiales, con alimentos y utensilios, combustibles, lubricantes y aditivos o vestuario, blancos de prendas de protección y artículos deportivos”.
Podrá un priísta soportar sin problema, estoicamente, que les mienten la madre miles de veces; o hasta que les digan ladrones… pero que se atrevan a decirles que reduzcan sus ingresos, porque, entonces, sí, se ponen bien “muinos”.
Defienden la “memela” en serio. Tan pronto el Pan planteó lo anterior, de la bancada priísta salieron múltiples voces de legisladores descalificando a los panistas y tildando de “propuesta de relumbrón” el planteamiento de reducir 2 mil 345 millones de pesos el presupuesto del Congreso.
Más allá de sus propuestas de recorte del presupuesto, en los territorios del Congreso mexicano, los diputados y senadores todavía no responden con la contundencia requerida por el momento histórico, si estarían dispuestos a dar marcha atrás a las reformas de octubre, en materia de ingresos, que devinieron en el aumento bestial, totalmente desconsiderado hacia la población, de las gasolinas y el diesel.