Redacción El Piñero
En la Cuenca del Papaloapan, donde las promesas de desarrollo se quedan varadas como los camiones en fila india, la rehabilitación del tramo destrozado de la carretera Federal 182 —que conecta Tuxtepec con Jalapa de Díaz— avanza con desesperante lentitud.
La obra se realiza en jurisdicción de San Lucas Ojitlán y está a cargo de Caminos del Bienestar, dependencia encabezada por Moisés Salazar, yerno del diputado local Isidro Ortega, representante del distrito de Loma Bonita. Una relación política y familiar que, lejos de garantizar eficiencia, parece haber heredado el mismo ritmo de la burocracia: lento, opaco y sin certeza de conclusión.
Fueron necesarios más de dos años para que el gobierno estatal atendiera este tramo, considerado de alto riesgo por los constantes accidentes y la saturación vehicular. Durante todo ese tiempo, apenas quedó habilitado un carril por donde circulan a diario miles de vehículos, desde trailers con mercancía hasta mototaxis cargados de pasajeros. El riesgo es evidente, pero la acción gubernamental llegó tarde y mal.
Hoy, aunque finalmente hay maquinaria en la zona, vecinos y transportistas denuncian que los trabajos avanzan a paso de tortuga, sin plazos claros ni garantías de que la rehabilitación termine este 2025. “Parece que están más ocupados en las grillas políticas que en arreglar la carretera”, reprochan habitantes de Ojitlán.
POLÍTICA FAMILIAR Y LA PRIMAVERA OAXAQUEÑA
El diputado Isidro Ortega, su yerno Moisés Salazar y su hija Edelia Ortega —secretaria general de Morena en Oaxaca— forman un bloque político que respalda al gobernador Salomón Jara. Desde ese bastión familiar, llaman a que la llamada “primavera oaxaqueña” continúe y a que no se revoque el mandato del gobernador.
Mientras ellos piden confianza al pueblo, ese mismo pueblo se juega la vida cada día en una carretera mal reparada, con maquinaria parada más tiempo del que trabaja, y con un presupuesto público que parece rendir más en discursos que en asfalto.
La carretera 182, una vía que debería ser motor de desarrollo regional es convertida en vitrina de promesas incumplidas, nepotismo y lentitud gubernamental.