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Barandal: Caso Rogelio Franco Castán

El Piñero

 

 

Luis Velázquez

04 de noviembre de 2017

 

ESCALERAS: El perredista Rogelio Franco Castán es un político automático, llamados así a quienes apenas protestan en un cargo público piensan en el siguiente y traman el ascenso.

Por ejemplo, despacha como secretario General de Gobierno y cabildea en el CEN del PRD y en el Frente Ciudadano por México para amarrar la candidatura al Senado de la República el año entrante.

La SEGOB azul le queda chica.

Y aun cuando ha desencantado a las elites y militancia perredista y tiene fama de golpeador de mujeres y la política le ha permitido negocitos por ahí como el restaurante, le vale.

También le valió cuando su maestro Arturo Hérviz Reyes, el presidente municipal electo de Ángel R. Cabada, quien le abrió las puertas del PRD recién egresado de la facultad de Leyes de la UV sin título, varios años después quedó decepcionado al grado, se afirma, de que rompió con él.

Y desencantado, porque Franco Castán sacó la casta y expresó su codicia.

 

PASAMANOS: La SEGOB también ha servido para conocer la identidad de su alma y sus neuronas, pero más aún, para saber el alcance de su ambición política para brincar al puesto siguiente.

Por ejemplo, la madriza asestada a los vecinos de Soledad Atzompa cuando en el bienio que corre les enviara a los policías para frenar la protesta social en Xalapa.

Con todo y que el alcalde de Atzompa es perredista y con todo y que la marcha estaba integrada por indígenas.

Otra cosita era cuando al frente de los presidentes municipales y ediles de su partido se plantaban en las escalinatas de la Catedral, frente a palacio, para reclamar a Javier Duarte el pago de las participaciones federales.

Entonces, nunca, jamás, Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública, les envió a los policías con macanas, garrotes y toletes y gases lacrimógenos y perros amaestrados.

Pero, bueno, “París siempre valdrá una misa”, y ahora pelea la candidatura al Senado para enfrentar a la diputada federal, Rocío Nahle, y al coordinador de MORENA en Veracruz, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, quienes son, todo indica, inminentes candidatos al Senado.

 

CASCAJO: El PAN tiene como candidato a la curul senatorial al constructor Julen Rementería, secretario de Infraestructura y Obra Pública, quien usa el cargo para proyectarse.

Y si el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, MC, integraron el Frente Ciudadano por México, FCM, avalado ya por el Instituto Nacional Electoral, entonces, Rogelio Franco estaría disputando la nominación con la diputada local, Jazmín Copete, vía su gurú, Arturo Hérviz Reyes.

Las partes se mueven, más que en el ánimo del góber azul, con las tribus perredistas del altiplano, encabezadas por la ex azafata Alejandra Barrales y “Los Chuchos”, grupo al que pertenece el titular de la SEGOB jarocha.

Y como Dante Delgado Rannauro, el tótem del MC, también forma parte y tiene enterrado en Veracruz el ombligo, el ex gobernador también será un factor de decisión para que el FCM nombre al otro candidato al Senado.

“La moneda está en aire”, y más si se considera que el destape será hacia el mes de febrero o marzo del año entrante.

Pero, claro, una candidatura nunca, jamás, se trabaja de un día para otro, sino con tiempo suficiente.

 

RODAPIÉ: Franco Castán soñando con el Senado manifiesta su formación política y su vocación de servicio y su filosofía social.

Simple y llanamente a él sólo interesa su carrera política, más allá de la miseria y la pobreza del millón de indígenas y los dos millones de campesinos y los tres millones de obreros, seis de cada diez, dice el CONEVAL, en la jodidez.

La política con sentido patrimonialista en la más alta dimensión haciendo a un lado a los jodidos, a quienes Albert Camus llamaba “los desheredados de la fortuna” y Franz Fanon “los condenados de la historia” y Luis Buñuel “los olvidados de Dios”.

Además, y como llamaba Giovanni Sartori a este tipo de políticos, Rogelio Franco es “un tránsfuga del poder”, mejor dicho, un trapecista político que brinca de un cargo a otro, sin dejar ninguna huella social en los cargos públicos anteriores.

En todo caso, reproduce la enseñanza histórica de su ex gurú, Arturo Hérviz, quien en su currículo tiene la alcaldía, las diputaciones locales y federales, la senaduría, la dirigencia estatal del PRD y la fallida candidatura a gobernador en 1998 ante el priista Miguel Alemán Velasco.

Se trata de la historia pública en la mayor parte de políticos que por lo general dejan inconcluso el cargo público en turno para buscar el siguiente, como por ejemplo, y para hablar del mundo

local, el priista Alberto Silva Ramos, quien dejara a medias sus cargos públicos, como son la presidencia municipal de Tuxpan, la secretaría de Desarrollo Social, la vocería duartiana y la presidencia del CDE del PRI, soñando con la gubernatura.

¡Vaya “gobierno del cambio”, sin ningún respeto a la vida democrática de Veracruz!

Para el titular de la SEGOB jarocha, primero está él, después él y al último él.

 

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