➡️ “La verdad es que me apena decirlo pero el 42.85% de los bloqueos siguen estando en el Istmo”, de donde es originario el titular de la Secretaría de Gobierno.
➡️De los 714 bloqueos registrados en 2022, heredados de administraciones pasadas, el gobierno de Salomón Jara Cruz logró una reducción del 34% en su primer año, señaló.
Eugenio GONZÁLEZ | El Piñero
Oaxaca, México.- En Oaxaca, donde durante décadas el bloqueo fue sinónimo de protesta, presión y visibilidad, el secretario de Gobierno, Jesús Romero López, puso sobre la mesa un dato que no es menor, la conflictividad vial va a la baja. Y no por casualidad –dijo– sino por una decisión política.
En conferencia de prensa, Romero López defendió un modelo de gobernabilidad. De los 714 bloqueos registrados en 2022, heredados de administraciones pasadas, el gobierno de Salomón Jara Cruz logró una reducción del 34% en su primer año. Para 2025, al corte del 15 de diciembre, la disminución alcanza un 24.73%, relativos a conflictos magisteriales y viejas inercias sociales.
DEL BLOQUEO COMO COSTUMBRE AL DIÁLOGO COMO RUTA
Jesús Romero fue directo al señalar que en regiones como el Istmo de Tehuantepec, donde históricamente el bloqueo ha sido un mecanismo de presión —“si no nos escuchan, cerramos”—, la incidencia sigue siendo alta (42.85%), pero ya no es la misma. La reducción es tangible, aunque persiste una cultura de confrontación difícil de desmontar de un día para otro.
En contraste, regiones como la Sierra Juárez y la Sierra Sur muestran que es posible resolver conflictos sin paralizar carreteras, con mínimos niveles de afectación al tránsito. Ahí el bloqueo no es norma, y eso dice mucho.
BLOQUEOS FEDERALES, PROBLEMAS LOCALES
El informe también desnuda una verdad incómoda: muchos bloqueos no son responsabilidad directa del gobierno estatal.
Cortes de energía eléctrica, tarifas y fallas en el suministro —principalmente en el Istmo— apuntan a instancias federales, particularmente a la CFE. Aun así, es el gobierno de Oaxaca el que enfrenta el desgaste político y social.
A ello se suman exigencias municipales no resueltas, conflictos escolares y organizaciones que han hecho del bloqueo un método, y en algunos casos un negocio, como ocurre con la toma de casetas. Las recientes detenciones, reconoció Romero, han comenzado a desarticular esas prácticas.
GOBERNAR SIN REHENES
El fondo del mensaje del secretario es político; en Oaxaca no puede seguir siendo rehén de la protesta que cancela derechos. El derecho a manifestarse no puede anular el derecho al libre tránsito, a la seguridad y a la movilidad de miles de personas.
Por eso el llamado no fue menor; pidió que se canalicen las demandas por la vía institucional, a través de delegados de paz y dependencias. No se trata de callar inconformidades, sino de evitar que la presión recaiga siempre sobre la ciudadanía.
EL RETO QUE SIGUE
La reducción de bloqueos no significa que el problema esté resuelto. Significa, eso sí, que hay una estrategia distinta, menos reactiva y más preventiva. La gran prueba será sostenerla en los meses por venir, cuando regresen los conflictos estructurales de siempre.
Por ahora, el mensaje del titular de la Sego es que en Oaxaca el diálogo dejó de ser discurso y empezó a ser política pública. Y en un estado marcado por el conflicto, eso ya es un avance.






