Luis Velázquez | Expediente 2021
21 de mayo de 2021
Pocos, excepcionales candidatos a presidentes municipales y diputados locales y federales se promocionan en la prensa escrita.
Menos, mucho menos, en la prensa televisiva. Incluso, digital.
Nadie duda habría de que, por ejemplo, ahora cuando López Obrador tiene su canal oficial y con seguidores y feligreses que aumentan en millones dice la voz obradorista, entonces, los políticos también apuesten a.
Por lo pronto, unos cuantos, menos de cinco candidatos, se publicitan en la prensa impresa regional.
En tanto, la mayoría apuesta “hacha, calabaza y miel” a que con las redes sociales sus redes sociales tienen de sobra y ganarán en las urnas.
En ambos cachetes, la falacia pura.
Por ejemplo:
La fama pública registra que la mayoría de la prensa escrita tiene baja, bajísima circulación efectiva.
Y cuando cada día el tiraje será, ahora, de unos cuatro mil ejemplares, máximo, la devolución es más del 60, 70 por ciento, incluidos los ejemplares regalados todos los días en cafés, restaurantes y hoteles… y que pronto obsequiarán en los moteles.
En tanto, probado y comprobado está que la mayoría de los cibernautas, dueños de celulares, navegan, primero, para cosas personales en sus redes amicales.
Segundo, rastreando información sobre cantantes y artistas preferidos.
Tercero, buscando información existencial, digamos, cómo hacerse millonario en un dos por tres y/o corazones solitarios ansiosos y necesitados de una compañía, así sea en el otro extremo del mundo para luego alardear con los amigos que “tengo un carnal” en Asia o África.
Y desde luego, las redes sociales para el chismerío, el deporte número uno, tan socorrido en todos los niveles sociales.
¡Ah!, un número insólito de cibernautas utilizan la tecnología para enviarse el evangelio del día en cada nuevo amanecer recordando que la única felicidad y dicha del mundo se alcanza en la religiosidad.
“Solo Dios, cacarean, te hace feliz”.
Por eso, los políticos candidatos a presidentes municipales y diputados considerarán, por un lado, gasto innecesario en la prensa convencional, y por el otro, creerán que con las redes sociales ganarán en las urnas.
¡AY LOS TIEMPOS AQUELLOS!
Hay veintinueve mil (29 mil) candidatos a presidentes municipales, síndicos, regidores y diputados locales.
Y si por mera curiosidad, un lector revisa con lupa un periódico impreso o noticiero televisivo o radiofónica advertirá, “veinte y las malas”, que apenas, apenitas unos 5, quizá, aspirantes y suspirantes a un cargo de elección popular en cada demarcación de Veracruz se anuncian en el periódico.
El resto, ni fu ni fa en la prensa tradicional.
Significaría, entonces, y en el tiempo de las redes sociales (la percepción de que todo mundo trae celular) que con los whatsapp basta y sobra.
En el siglo pasado, los medios escritos abundaban con boletines de los candidatos.
Incluso, y toda vez que el partido tricolor era hegemónico, los candidatos se ponían rejegos y a cambio del convenio exigían excluir a los adversarios y enemigos.
Y como el billetito era en abundancia, entonces, los magnates periodísticos aceptaban, pues ni hablar, “donde manda capitán pocas, raras, excepcionales ocasiones manda marinero”.
Ahora pareciera que en materia publicitaria y propagandística la prensa escrita, radiofónica y televisiva ha quedado en el altar de la patria.
Fue y está lejos de ser igual de avasallante. Tiempo de gloria aquel. Tiempo de sumirse hoy.
En todo caso, de actualizarse y de igual manera entrar a las redes sociales.
Más todavía cuando cada partido político y candidato suele tener, incluso, hasta su periódico oficial.
En el caso de MORENA se llama Regeneración, el mismo nombre del periódico de Ricardo Flores Magón luchando contra el Porfirismo, 41 ocasiones encarcelado por el dictador.
Otros partidos también tienen su periódico. Es más, hasta una revista mensual editaban en el PRI. Se llamaba, o llama, “La República”. Quizá “La República” sea ahora tuitera.
NUEVA VIDA PERIODÍSTICA
Nadie vislumbra el fin del periodismo escrito.
Cierto, desde el gobierno, el cliente número uno de los medios, los convenios mensuales cada vez “son más chiquitos”.
Segundo, y selectivos, digamos, a los medios “tendidos al piso… arrojando incienso al paso” del jefe máximo.
Tercero, la mayor parte, excluidos, que porque antes sirvieron a los conservadores y ahora es el tiempo de los Siervos de la Nación.
Lo mismo, por cierto, auguraron cuando apareció la radio, el cine y la televisión con sus noticieros.
Y el periodismo escrito, vigente.
Por eso, y entre otras cositas, el periodismo ha de aprender a vivir y sobrevivir de sus propios medios.
Uno, la circulación. Y dos, la publicidad comercial, muchas veces, por cierto, veleidosa.
En contraparte, la realidad avasallante: cada vez los periódicos más flaquitos como perritos de rancho, con las costillas casi de fuera, arrasando con el pellejito.
Y cada vez despidiendo más trabajadores de la información, editores y secretarias.
Las redes sociales, claro, pegan en la economía periodística.
Pero al mismo tiempo, la ventaja es que en las redes sociales circula mucha, demasiada basura.
Y el periodismo bien puede apostar a nueva vida. Por ejemplo, grandes crónicas y reportajes con calidad literaria.
Y a los análisis bien informados y documentados y reflexionados.
Puntos de vista que sirvan como la brújula para llevar y conducir la vida pública, pero más, mucho más, la vida social.
La prensa, en una coyuntura arreciada por el momento estelar de los whatsapp, anexos y conexos.