Redaccion | El Piñero
Chiapas.- La caravana migrante que salió de Tapachula hace 10 días se tomó un respiro, no por gusto, sino porque los pies y el cuerpo de sus integrantes decidieron declarar huelga. Entre ellos está Adrián Rodríguez, cubano de 27 años y padre de dos pequeños, quien se convirtió en protagonista involuntario de una pesadilla llamada miasis, la mosca barrenadora decidió instalarse en su pierna y recordarle que la naturaleza, como la burocracia mexicana, no es nada indulgente.
Adrián, que abandonó Artemisa, Cuba, con la esperanza de mandar dinero a su familia, contó cómo tras meses de trabajos mal pagados en Tapachula decidió unirse a la caminata en busca de un permiso que nunca llegó. Entre espinas de limón y remedios caseros, extrajo algunos gusanos de su herida, siguió caminando y sufrió desmayos por deshidratación e infección, mientras la burocracia seguía su curso, lenta y distante.
El resto de la caravana también lucha contra la trilogía del migrante fatigado, pies lastimados, fiebre y problemas digestivos, combinados con detenciones por el INM y la Guardia Nacional, y con la tentadora oferta de regresar a Tapachula para “gestionar permisos” —la versión moderna de la rueda de la fortuna administrativa. Entre deserciones y obstáculos, los caminantes planean continuar rumbo a Ciudad de México, cargando no solo su equipaje, sino también la impaciencia y la crítica silenciosa a un sistema que parece moverse al ritmo de la burocracia mientras la vida, y los gusanos, no esperan.