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Dejaron solo a Pascual Lagunes

El Piñero

Dejaron solo a Pascual Lagunes

  • El líder sindical de TAMSA cumplió 67 años en libertad. Un día después fue aprehendido
    •Durante 25 años fue secretario general del sindicato de TAMSA y uno de los últimos charros sindicales en Veracruz
    •Desde el jueves 18 de mayo duerme en “El Penalito”. En 144 horas, su próxima audiencia

 

Itzel Loranca

blog.expediente.mx  para El Piñero de la Cuenca
Veracruz,.-Una fiesta estaba preparada en honor del líder sindical Pascual Lagunes Ochoa el día en que fue detenido.
Sería la celebración de un cumpleaños. El 17 de mayo, un día anterior, Pascual había cumplido 67 años de edad. Poco sabrían, él y sus seres queridos, que la Policía Ministerial de la Fiscalía General del Estado (FGE) estaba al acecho.
Por eso, cuando sujetos repartidores de leche lo arrinconaron en la gasolinera en la que él y sus escoltas se habían detenido 10 minutos antes de las 3 de la tarde nadie hizo nada.
Los supuestos distribuidores se acercaron a él saliendo del baño, en la carretera Jamapa-Medellín y lo acorralaron, como varios taxis y otros vehículos particulares minutos después. De ellos salieron policías ministeriales que lo subieron a una patrulla.
El secretario general del Sindicato “Unidad y Progreso” de la empresa de tubos de acero mexicana Tenaris TAMSA, era detenido tras 25 años al frente de la organización.
Aún hasta el despuntar de la madrugada, el peso de Lagunes Ochoa fue notorio en la visión de casi 300 hombres y mujeres que de un lado a otro lo siguieron coreando “¡Mucho!” a gritos.
Primero a la Fiscalía Regional Zona Centro, en el municipio; luego, en los juzgados de la avenida Allende y finalmente, en “El Penalito” de la colonia Playa Linda. Aunque el muro de granaderos de la Policía Estatal, recibiendo órdenes de la Fuerza Civil, les impidió ver a su dirigente en todo momento, los obreros permanecieron de pie contra la cinta amarilla.
Sin embargo, la presencia de los sindicalizados, algunos destellando las líneas fosforescentes de su uniforme industrial, también evocaba el recuerdo.
La imagen de los miles que llenaban el auditorio sindical en Boca del Río, cada reelección de Pascual; el medio millar de hombres que el 24 de marzo de este año, se arrojaron por él a los disparos, bombas caseras y pedradas contra el gremio disidente de TAMSA.
Ahora que el líder moral y obrero de los sindicalizados de Tubos de Acero era detenido por su participación en aquella gresca descomunal que dejó dos muertos, cientos hicieron falta en su calvario.
El silencio pesó sobre quienes se agolparon unos con otros para permanecer hasta entrada la madrugada. De repente, alguien estallaba en reclamos contra las autoridades declarando que Pascual era inocente. Otra vez, la quietud de los que callan.
Enmudecidos, cansados de horas y horas de peregrinar por las instancias de justicia en Veracruz regresaron a casa. La pesadez de la noche del 19 de mayo llegó con las calles frente a “El Penalito” en una soledad tan definitiva como la de Pascual.

LE DICTAN UN AÑO EN PRISIÓN

Cruzado de brazos, en aparente resignación, así permaneció Pascual la mayor parte del tiempo en la audiencia inicial de su proceso.
Durante una hora y media no hizo más que colocar las manos sobre el regazo y, algunas veces, inclinar su oído a su abogada. El rostro impasible. “Así es” su respuesta breve y parca ante la jueza Tomasa Delgado Serna durante la primera parte del procedimiento.
El mismo temple mostró ante la lectura de los cargos por los que fue aprehendido. A Pascual se le acusa de lesiones dolosas, incitación y apología del delito, terrorismo y homicidio doloso calificado en contra de Biram Banda Jácome y otras personas.
Su dominio de sí mismo contrastaba con el de su abogada Elizabeth Madrigal García, que presa de su nerviosismo cometió varios errores durante la audiencia.
Ella y Jair de Jesús Villalvazo García fueron sus abogados, la defensa contra una fiscalía conformada por la fiscal cuarto Fernanda Flores Peredo y el fiscal Uriel Moreno Mendoza.
En la sala de 29 personas, el fiscal general Jorge Wínckler Ortiz, inquieto y devorando sus uñas con una avidez similar, a la que los abogados presentes en el público tenían por desmenuzar con desaprobación las intervenciones de Elizabeth.
A salvo todos del calor que abrumaba en la avenida Allende, a minutos del Centro Histórico de Veracruz por el que cada primero de mayo Pascual y sus agremiados pisaban con fuerza, embriaguez y soberbia.
Lejos se miraba el aplastante despliegue sindical en aquella sala recubierta en madera. Lagunes Ochoa, el líder moral de la mayoría de los cuatro mil 700 trabajadores del Centro Industrial Tenaris TAMSA, estaba contra la pared.
De nada sirvió alegar hipertensión y diabetes, haber nacido en 1950 o afirmar que ellos mismos comprarían un brazalete electrónico. Pascual no pudo conseguir la prisión domiciliaria en su casa en Boca del Río.
La Fiscalía, no obstante, tampoco logró los dos años de prisión preventiva a los que deseaba someter a Pascual. La jueza señaló que aunque el delito de homicidio hacía obligatoria la prisión preventiva en un centro de reclusión, dos años eran excesivos.
Por tanto, determinó la prisión preventiva durante un año para Pascual Lagunes, quien en un alarde de su preparación como licenciado en Derecho, se apegó de inmediato a la extensión de las 144 horas para declarar.
Eso e insistir en que presentará pruebas para demostrar la gravedad de su salud y así cambiar la medida cautelar, fueron sus intervenciones más amplias durante la audiencia.

UNA DISPUTA MORTAL

El relato de cómo Pascual Lagunes incurrió en asesinato, lesiones y violencia la madrugada del 24 de marzo, se encuentra en la carpeta de investigación 419/2017 de la subunidad de procuración de justicia de Boca del Río.
Una llamada telefónica fue la chispa que incendió la noche en ese municipio. Era Pascual Lagunes, quien se comunicó con el encargado de transportes de la empresa Tenaris TAMSA para permitir la salida de los obreros del turno nocturno.
Media hora después de la medianoche, liderados por Cándido Canseco Castro y cuatro personas más, trabajadores a bordo de vehículos particulares y 18 autobuses marca “TCO”, se dirigieron a la colonia Casas TAMSA.
La oscuridad cobijaba en esos momentos a los simpatizantes del movimiento “Libertad por la Democracia”, liderado por José Carlos Guevara “El Profe”. El grupo, enfrentado con Pascual por el poder del sindicato desde el 2012, había ingresado a la sede de “Unidad y Progreso” ubicada entre la calle Norte 9 y la calle Artículo 123.
A las tres de la mañana, según declaraciones de un testigo, a las afueras de una tienda en la calle Manuel Nieto, Pascual personalmente pagaba en efectivo a obreros uniformados. Los alentaba a sacar a “El Profe” de la sede, a toda costa.
Para las tres de la mañana, una multitud afín a Pascual de entre 500 y 600 personas avanzó hasta las instalaciones del sindicato. Armados con pistolas, tubos y bombas caseras se detuvieron a 15 metros de distancia de sus opositores.
La gresca inició y a las tres y media de la mañana, cuentan los pormenores obtenidos por la Fiscalía, Pascual accionó su arma de fuego.
Entre la confusión de los explosivos y las piedras volando sobre sus cabezas, el cacique sindical disparó contra Margarito Alfaro de 65 años de edad. El hombre quedó inmóvil pero aún con vida. Sin embargo fue rematado por Cándido Canseco.
El siguiente en ser herido de muerte fue Pedro Cruz Maldonado, de 53 años de edad, que horas después moriría en el Hospital de Alta Especialidad de Veracruz.
Pascual, Cándido, y otros cuatro sujetos, causaron lesiones a otras decenas de personas, además de causar pavor entre los vecinos que desde la medianoche comenzaron a pedir auxilio a las fuerzas policiales, sin éxito.
Cerca de las cuatro de la mañana, disparos al aire dispersaron el alboroto. Eran los policías estatales que, finalmente, tras 22 reportes telefónicos, se presentaba en el lugar.

El charro Pascual

Tomar el poder por la fuerza significó para Pascual unos meses tras las rejas, en 1992.
Había organizado una insurrección contra el entonces líder sindical Aquilino Jácome Moreno, quien solo sobrevivió como dirigente entre 1991 y 1992. Agredido y humillado, Aquilino fue expulsado de la fábrica en medio de un zafarrancho.
Sedición, motín y daños al centro industrial, fueron los cargos de los que Lagunes Ochoa pudo librarse. Como lo había hecho antes, cuando entre 1971 y 1979 fue apresado por el asesinato de un obrero y en la década de los 80, por delito de fraude.
Sobre él, como es seña particular de los caciques sindicales asociados con el Estado y los patrones, varias denuncias por robo y fraude, ignoradas por las autoridades laborales y los directivos de TAMSA.
Como ocurre con el veracruzano Víctor Flores Morales, quien ha sido secretario general del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana por 22 años.
Organizaciones adheridas al corporativismo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el poder de la entidad veracruzana hasta el año pasado.
El arresto de Pascual causó escozor entre el PRI. El senador y exaspirante a la gubernatura, Héctor Yunes Landa, acusó la misma tarde del jueves que la detención fue selectiva en pleno proceso electoral.
Pascual, uno de los pocos bastiones sindicales en manos del PRI en Veracruz, tras las rejas.

 

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