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Demagogos del siglo XXI Todos ofrecen el paraíso

El Piñero

  • Anaya, AMLO y Meade

Escenarios

Luis Velázquez

VERACRUZ.- Uno. “Las manos… al fuego”

Ricardo Anaya, candidato presidencial del PAN, dice:

El país cambiará porque yo lo dijo.

Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de MORENA, dice:

El país cambiará porque yo lo dijo.

José Antonio Meade, candidato presidencial del PRI, dice:

El país cambiará porque yo lo dijo.

Anaya dice:

Soy honesto. Los pillos y ladrones son los otros.

AMLO dice:

Soy honesto. Los pillos y ladrones son los otros.

Meade dice:

Soy honesto. Los pillos y ladrones son los otros.

Anaya dice:

Yo sacaré a los pobres de la pobreza.

AMLO dice:

Yo sacaré a los pobres de la pobreza.

Meade dice:

Yo sacaré a los pobres de la pobreza.

El mismo rollo de cada seis años refiere el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica.

El trío de candidatos metiendo “las manos al fuego” por el México soñado, donde 6 de cada 10 habitantes siguen atrapados y sin salida en la pobreza, la miseria, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios de hambre, la migración a Estados Unidos, la baja calidad educativa y de salud y de seguridad, y en la prostitución para llevar el itacate y la torta a casa.

Ronzón Verónica lo resume así:

El uno por ciento de la población es dueña del 80 por ciento del capital.

Lo peor :

Cada vez la gente común que todos los días vive con sencillez le va quitando cosas a su de por sí estrangulada dieta diaria.

“Hace mucho que dejamos de comer carne y a veces sólo compramos pellejos en la carnicería” dice una señora.

 

Dos. Ofrecen el paraíso perdido

 

Ninguna esperanza alienta el corazón social de “los olvidados de Dios” que les llamaba Luis Buñuel y “los condenados de la tierra” que les decía a los pobres y jodidos Franz Fanon con los candidatos a Los Pinos.

Y menos, mucho menos, con “El peje” quien mesiánico cacarea la llamada “República amorosa” para salvar, dice él, las almas, como si estuviera compitiendo para el arzobispado en la elite eclesiástica.

Los pobres (sólo en Veracruz un millón de indígenas y dos millones de campesinos y tres millones de obreros) se han quedado en la otra orilla en caída libre de la precariedad, allí donde los sueños son utopía que nunca, jamás, se traducirá en el bienestar social.

600 mil muertos en la guerra de Independencia.

Un millón de muertos en la revolución.

Los cientos de obreros asesinados en las huelgas de Cananea y Río Blanco y cuyos cadáveres fueran trepados a los vagones del Ferrocarril, trasladados al castillo de San Juan de Ulúa, la cárcel privada de Porfirio Díaz, y arrojados al Golfo de México.

70 pesos diarios pagados como jornal a los indígenas de Veracruz para trabajar desde antes de la salida del sol hasta que la luna alumbra el surco.

Los fines de semana, los prostíbulos de la sierra de Zongolica con chicas que bajan de Córdoba y Zongolica a los antros de mala muerte y en donde los indígenas dejan parte de su jodido salario semanal.

Y de ñapa, un país flagelado por el secuestro, la desaparición, el asesinato y las fosas clandestinas.

Y Anaya, AMLO y Meade, ofreciendo el paraíso celestial aquí en la tierra.

Los tres han de tener sangre de jurel, porque la tienen demasiada gruesa para ofrecer con todo el cinismo del mundo el cielo prometido.

 

Tres. “Carne de cañón”

 

Los pobres, como siempre ha sido, utilizados como “carne de cañón”.

Miguel Hidalgo y Morelos se los llevaron a luchar contra las elites políticas y religiosas y en el sombrero se ponían una estampita de la Virgen de Guadalupe para detener las balas.

Francisco I. Madero azuzó a los campesinos para levantarse contra la dictadura porfirista y ahora 56 millones de mexicanos siguen en la peor jodidez de la vida.

El trío de candidatos presidenciales apostando a los pobres, igual que los políticos encumbrados, para ganar en las urnas.

Desayunan con los jodidos en una fonda del mercado.

Cargan a los niños en brazos y los apapachan y los besan.

Bailan el vals con la quinceañera.

Se ponen pestañas postizas y trenzas y echan tortillas en la estufita ecológica delante de las mujeres indígenas.

Meten el cuerpo delgado en un pantalón negro ajustado, ajustadísimo, y ordeñan las vacas.

Ofrecen, como Vicente Fox, un volcho a la puerta de la casa.

Dicen, como Ernesto Cordero, que con 6 mil pesos mensuales de ingreso se vive a todo dar y todavía alcanza para las vacaciones.

Y de ñapa, garantizan que en unos años el país será una potencia económica mundial, a la altura de los países industrializados.

¡La locura total, pues!

Locura fue la raza cósmica de José Vasconcelos. Y la raza pura de Adolf Hitler. Y la dictadura del proletariado de Lenin y Trotsky. Y la Comuna de Tomás Moro.

Los pobres y los jodidos hablan de la efectividad de los políticos encumbrados.

Y más, mucho más de los políticos pillos y ladrones. Bastaría recordar que el año terminará con diecisiete ex gobernadores (del PRI, PAN y PRD) acusados de trastupijes, unos presos y otros prófugos de la justicia.

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