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Diario de un reportero: El hombre feliz, de profe a góber

El Piñero

Luis Velázquez

(A la manera de Armando Bartra)

DOMINGO

El hombre feliz

El góber de Veracruz también, claro, es feliz. Más feliz, incluso, que el presidente de la república. Desde un principio, nunca se anduvo “por las ramas”. Soy fifí, soy sabadaba, soy salsero, se declaró. Incluso, en la campaña electoral t uvo un bajo perfil como candidato. Decía que andaba de pueblo en pueblo repartido el periódico “Regeneración”, pero muchos glorificaban sus pasitos en el palacio de la salsa.

La felicidad del poder.

Y más, porque en tanto a muchísimos priistas y panistas ha costado toda la vida de militancia y de estar cerca del fuego para ver si eran encumbrados por dedazo, el góber de MORENA y AMLO tardó solo 3 años para ser diputado federal y 5 años para sentarse en la silla embrujada del palacio.

Soltero, viviendo con sus padres, una modelito de Liverpool su efímera compañera, el góber se ve, se siente, se aprecia como el más feliz.

Incluso, si AMLO ya decretó a México como “un pueblo feliz, feliz, feliz”, el góber bien pudiera adoptarse como el ícono de la felicidad.

Y más, dueño del día y de la noche y del poder total y absoluto, y solterón, caray, felicidad plena para tener todas las mujeres del mundo soñadas y deseadas.

LUNES

De profe a góber

La Universidad Veracruzana, por ejemplo, tiene unos 7 mil maestros. El Tecnológico, donde también impartía clases, unos diez mil profesores.

Y de todos ellos, el góber es el único que pudo dejar el salón de clases para coronarse en tan poco tiempo el jefe de jefes, el tlatoani, el gurú, el tótem.

Es más, nunca en la historia local ha existido un gobernador que del salón de clases brincara al trono imperial y faraónico.

Incluso, y de paso, para la felicidad inmensa de su padre, Atanasio García, el diputado federal preferido de Fidel Herrera Beltrán, el doctor graduado en la UPAV que con tal título académico soñaba retabularse en la UV para jubilarse con una mejor pensión, el profe que soñó con tener el negocito de un bar en una colonia popular de Xalapa, allá por San Bruno.

Pero igual que AMLO, el góber tampoco es un hombre de rencores, odios ni amarguras. Antes como antes y ahora como ahora es, sería su lema.

Por eso cada mañana al despertar se mira y siente feliz. Y si el góber es feliz, entonces, los 8 millones de habitantes de Veracruz bien podríamos entrar a su reino.

El reino de la felicidad, claro.

MARTES

El góber tiene prisa

“Es un hombre feliz e impetuoso”. Baila salsa, inventa pasitos, a tal grado que, por ejemplo, su secretario General de Gobierno también baila salsa en Villa Aldama, su paraíso terrenal.

Y desde la felicidad inventa sueños y los aterriza. Algunos, los siguientes:

“Veracruz se antoja”. Sembrar florecita en el Santuario de las Garzas. La Fiscalía General de la República atrayendo la masacre de Coatzacoalcos para ser liberado y exonerado. El festival de salsa en Boca del Río. Pasear en los pasillos de Palacio Nacional, tomarse foto y lanzarla al mundo cibernético. El Power del Sureste. El Pacto de Oaxaca y Puebla. Etcétera.

Tiene prisa, pues. La 4T ha de aterrizar pronto en el Golfo de México. Y antes de Tabasco, primero está Veracruz.

Y lo más importante, si AMLO le levantó la mano de nuevo ahora en Papantla, y lo ha proclamado como el político más honesto de todos los tiempos, y el presidente de la república lleva ya diez giritas (igual que con otros ex gobernadores y ex presidentes) , entonces hay prisa para quedar bien.

Lo dijo Adolfo Mota a Javier Duarte cuando lo regañó:

“Un menosprecio de usted es peor que el menosprecio de mi esposa”.

La jerarquía, claro. Además, para las elites políticas el jefe máximo es un dios.

MIÉRCOLES

Piel frágil

Hay un gobernador feliz, pero también, con piel frágil. Por cualquier cosita se irrita. Claro, así son los políticos encumbrados.

“Estás conmigo o estás contra mí” decía Ronald Reagan a los reporteros en Estados Unidos. “No pago para que me pegues” filosofaba José López Portillo. “Aquí está mi mano tendida. El odio no hay tenido en mí” decía Gustavo Díaz Ordaz a los estudiantes del 68.

Se irrita el góber, por ejemplo, con la golpiza en las redes sociales con todo y chairos que lo defienden. Se irrita porque el hombre que más odia (“oaxaqueño chaparrito” le llamó Javier Duarte) estuvo mucho tiempo ahí. Se irrita porque las cúpulas adversarias evidencien a sus Eleazares. Se irrita porque llamen “El besucón” a su secretario de Salud dando un besito a un chico de veinte años en una foto, dijo, montada.

Pero, bueno, la naturaleza humana está llena de extremos. Ama y odia. Perdona y guarda rencor. Olvida, pero se venga. Es igual, igualito, digamos, que el ciclo de la vida. Ser feliz e infeliz. Vacas gordas y vacas flacas. Días favorables y días huracanados.

JUEVES

Político protagónico

Góber feliz, también es protagónico. Por ejemplo:

Sigue inculpando a sus antecesores del caos heredado y así “se cura en salud” y “lava las manos”. Los malosos son ellos, y yo soy ángel de la pureza.

Nunca, ha proclamado, Javier Duarte le dio un billete. Nunca, insiste, Duarte financió su campaña electoral. Soy honesto, honesto, honesto.

Y la felicidad, claro, también está en creerse sus mentiras y crear y recrear “un mundo color de rosa”, a imagen y semejanza.

En todo caso, una realidad avasalla: estando bien con Dios (AMLO) que los ángeles y arcángeles y hasta los Luzbeles (“El palacio está lleno de traidores” aseguró un diputado local) vociferen y despotriquen.

Yo, sigo pa’lante. Y si hubo quienes soñaron (una vez más) derrocarme semanas anteriores… para eso tengo a mi senadora que en la gloria está denunciando la conspiración en mi contra.

VIERNES

Lo importante es ser feliz

Feliz han de estar los 8 millones de habitantes de Veracruz. Si el góber es feliz, por ósmosis, pronto, antes de que el gallito cante 3 veces, la población lo será.

Será difícil, claro, que cada familia tenga un volcho a la puerta de casa como lo soñara Vicente Fox. O que el salario mínimo le alcance hasta para vacacionar en el extranjero como decía aquel secretario de Hacienda y Crédito Público. O que los hijos de los indígenas cursen un posgrado en alguna universidad de Estados Unido o Alemania. O que el millón de paisanos en EU como migrantes sin papeles regrese a la tierra jarocha.

Pero por decreto, también puede alcanzarse la felicidad. Albert Camus, uno de los Premios Nobel de Literatura, fue inmensamente pobre y su riqueza era el mar, la playa, el cielo, la tierra, las golondrinas y los amigos jugando futbol. Y un profe de la escuela primaria que le prestaba todos sus libros.

Además, nada más feliz que la sonrisa de un niño, la mirada de un amor fiel, el abrazo de un hermano, el apapacho de una madre y un padre.

Con o sin el góber de MORENA, bien podemos todos ser más, mucho más felices.

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