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Diario de un reportero: Panteón de periodistas, de nada sirve exigir justica

El Piñero

Luis Velázquez

Veracruz.-20 de mayo de 2017.- DOMINGO ¿Vale la pena la palabra crítica?.-El lunes 15 de mayo fue asesinado el reportero y escritor, corresponsal de La Jornada y cofundador del periódico “Río Doce”, en Sinaloa, Javier Valdés. Y, entonces, ha de preguntarte si valió la pena su trabajo reporteril, de igual manera si valió la pena el crimen de Miroslava Breach en Chihuahua y el asesinato de Ricardo Monlui en Veracruz y la ejecución de 19 reporteros y fotógrafos en el duartazgo.

La mayoría de ellos cronicada el México de los carteles y cartelitos en un país donde está por demás clara la alianza entre la delincuencia organizada, los políticos y los policías.

Javier Valdés fue ejecutado. Su cadáver tirado en la calle. ¿Y de qué sirvió?

¿Sirvió, acaso, su periodismo, para que en Sinaloa, tierra promisoria de narcos, haya disminuido la inseguridad y la impunidad y frenado l crecimiento de los barones de la droga disputando el territorio estatal?

¿Sirvió su ejercicio reporteril y su prosa para recrear un Sinaloa y un país con un Estado de Derecho fuerte y sólido como custodio de las garantías constitucionales y los derechos humanos?

¿Su periodismo sirvió para un Sinaloa con menos capos, con menos droga, con menos consumidores de droga, con menos muertos, con menos secuestrados, con menos desaparecidos, con menos fosas clandestinas?

 

LUNES

¿Lucha inútil, lucha en vano?

 

Ricardo Flores Magón (Regeneración) fue encarcelado 41 veces y Filomeno Mata (Diario del Hogar), 36 veces por Porfirio Díaz Mori.

Uno y otro escribiendo en contra del dictador, cronicando sus tropelías, entre ellas, y por ejemplo, cuando las matanzas de obreros en Río Blanco, Veracruz, y Cananea, Sonora.

Tiempo aquel cuando los trabajadores muertos fueron trepados a los vagones del ferrocarril y conducidos al castillo de San Juan de Ulúa, en el puerto jarocho, y desde donde los tiraron al Golfo de México.

¿Y de qué sirvió, entonces, la lucha permanente y cotidiana, la indignación crónica, de Flores Magón y Filomeno Mata, entre otros, denunciando el estilo feroz y atroz de Porfirio Díaz de ejercer el poder?

¿Sirvió, acaso, para que en México los pobres fueran menos pobres y los jodidos menos jodidos y los políticos menos corruptos y le bajaran por completo a su espíritu represivo y violento?

¿Sirvió, digamos, la prosa de Flores Magón y Filomeno Mata para crear, como se dice en la escuela secundaria, un país más justo?

Hacia el final del día y de la noche, sólo resta el desencanto y la frustración.

 

MARTES

¿De qué sirve exponer la vida?

 

Hayamos estado de acuerdo o desacuerdo con su periodismo, pero… en el duartazgo fueron asesinados los siguientes colegas:

Noel López Olguín, Miguel Ángel López Velasco, Misael López Solana, Yolanda Ordaz, Regina Martínez, Gabriel Huge, Guillermo Luna y Esteban Rodríguez.

Víctor Báez, Gregorio Jiménez, Moisés Sánchez Cerezo, Armando Saldaña, Juan Mendoza y Rubén Espinoza.

Juan Heriberto Santos, Juan Carlos Landa, Anabel Flores, Manuel Torres y Pedro Tamayo, además de que siguen desaparecidos Gabriel Fonseca, Cecilio Rodríguez y Sergio Landa Rosado.

Y en la Yunicidad, Ricardo Monluí Cabrera.

¿Y…?

¿De qué sirvió el asesinato de todos ellos?

¿Los malandros… le bajaron a la violencia?

¿Los políticos de Veracruz dejaron de corromperse?

¿Los indígenas, los campesinos y los obreros mejoraron su calidad de vida?

¿La seguridad en la vida y en los bienes se enalteció de forma sustancial?

¿La procuración de justicia alcanzó su dimensión estelar?

¿Bajo el índice de secuestrados, desaparecidos, ejecutados, decapitados, tirados a la orilla de carretera y entre cañaverales, y de fosas clandestinas?

¿Los familiares de los desaparecidos ya encontraron a los suyos, así hayan estado sin vida?

Han sido, pues (y son ahora en Veracruz) crímenes sin sentido.

Veracruz es igual de injusto y con una terrible y espantosa desigualdad social y económica que cada vez se multiplica.

 

MIÉRCOLES

Panteón de reporteros

 

Un montón de trabajadores de la información han sido asesinados en Veracruz y en el país. También civiles. También activistas sociales. También litigantes. También niños y mujeres.

¿Y sirve acaso que un Enrique Peña Nieto sostenga ante los gobernadores del país que ahora sí, cuando el año entrante terminará el sexenio, habrá (¿habrá?) justicia, después de tantos y tantos y tantos muertos?

¿Ha de creer la población a ciegas, totalmente a ciegas, en la palabra de los políticos, luego de tantos reporteros asesinados?

¿Y las familias de los muertos, la esposa, los hijos, los padres ancianos, los hermanos, todos con vidas truncadas y frustradas y aterrorizadas?

¿De qué sirve, entonces, como en el caso de todos ellos, que hayan convertido el periodismo en la razón de su vida si fueron asesinados porque la palabra es más peligrosa que las R-15, cierto, pero también por la expresa y manifiesta incapacidad política que en muchos casos (está visto) significa alianza delincuencial entre políticos, policías y malandros?

¿Se vale, entonces, continuar soñando como reportero en que Veracruz y el país cambiarán con un periodismo, digamos, puntual, contando la historia de cada día, si la nación tiene un cementerio de reporteros abatidos?

 

JUEVES

De nada sirve clamar justicia

 

Desde que en Veracruz fue asesinado el primer reportero (Noel López Olguín, primero de junio, 2011) hasta Javier Valdés, en Sinaloa, el gremio ha exigido seguridad y justicia, de igual manera como, por ejemplo, los cientos, miles de padres de familia con sus hijos desaparecidos.

Y de nada ha servido.

Es más: en cada caso, en unos más que otros, se han dado condenas internacionales. La ONU. La OEA. ONG de reporteros del otro extremo del mundo. ONG de Europa y Estados Unidos, declarando a Veracruz, por ejemplo, “el rincón más peligroso del mundo para el gremio reporteril”, luego de Somalia y Afganistán con sus frentes bélicos.

Y con todo y marchas, plantones, discursos, paro de labores, exigiendo justicia, de nada ha servido.

El puro rollo. Los políticos “lavándose las manos” igual que Poncio Pilatos. “Rasgándose las vestiduras” con una justicia que nunca, jamás, ha llegado. Y lo peor: que los asesinatos han continuado.

Y más peor aún, cero sospechosos, cero detenidos, cero indiciados.

 

VIERNES

Familias en la orfandad

 

Hay en Veracruz y en México, muchos, muchísimos hogares de reporteros en la orfandad. Viudas e hijos huérfanos, padres abandonados. Destino incierto para todos ellos. Y lo más canijo, traumados, de igual manera como por ejemplo, el padre de Juan Rulfo fue asesinado cuando él tenía seis años y tanto le dañó su muerte que en “El llano en llamas” y en “Pedro Páramo”, la violencia aparece en la mayor parte de las páginas.

Y si estar en la cárcel marca toda la vida, un crimen (el crimen de un padre, de un hijo, de un hermano) daña mucho más.

Lo más grave es que todos han muerto y el paraíso que soñaron para vivir ellos y sus familias y la población son un infierno.

Jacobo Zabludowsky lo decía así a sus compañeros de trabajo:

“No quiero héroes. Quiero reporteros”.

Los periodistas asesinados habrán, quizá, terminados como héroes (efímeros) de sus familias y tema discursivo para su aniversario anual… hasta que de pronto, zas (la memoria colectiva es así, ni modo) sean olvidados.

En tardes y noches de cantina son recordados con nostalgia. Pero el mundo sigue igual de injusto y miserable con políticos corruptos, y de paso, aliados con policías y narcos.

 

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