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Dos tipos de cuidado: Benítez y Del Castillo, libres, cercanísimos a Javier Duarte

El Piñero

Luis Velázquez/ Barandal

Veracruz.-11 de julio de 2017 ESCALERAS: Hay siete duartistas presos en el penal de Pacho Viejo, pero las elites priistas tienen dudas sobre dos que parecen intocados e intocables.

Vicente Benítez González y Juan Manuel del Castillo, el par químicamente puro de Javier Duarte, ambos diputados locales, ambos de los más cercanos al corazón y a los intereses del preso más famoso de Guatemala y los que hicieron y deshicieron en el sexenio anterior con las finanzas públicas.

Benítez, tesorero de la secretaría de Finanzas y Planeación, tiempo aquel de “Las maletas voladoras”, los 25 millones de pesos en billetes nuevecitos de 500 y mil pesos, amarrados con ligas, metidos en bolsas negras, trasladados del aeropuerto de “El Lencero” al aeropuerto de Toluca y donde fueran incautados por la policía federal.

Además, subsecretario de Desarrollo Social cuando “El naricitas” Jorge Carvallo Delfín fuera titular y cuando aseguraran que sacarían de la pobreza y la miseria a dos millones de habitantes… y que hacia el final del día y de la noche solo ellos dejaron la precariedad atrás.

Oficial Mayor en la secretaría de Educación, cuando comprara una bodega en diez millones de pesos a la altura de “Las trancas” y al día siguiente la tenía alquilada a la SEV.

Y diputado local, donde entró por el Panal, se volvió independiente, y regresó, unos dicen al Panal, y otros, con bajo perfil, al PAN.

De su fortuna y riqueza habla la prensa de Costa Rica, sorprendida con su imperio y su emporio, todo porque su esposa es originaria de aquel país.

En su tiempo de secretario particular de Duarte gobernador tenía, dicen (¿tendrá aún?) una risa hipócrita, falsa.

Era cuando todo le molestaba, todo le agriaba, siempre andaba enojado, proyectando, además, la figura de un mamón.

Fama pública fue que en el duartazgo, y con el visto bueno de Duarte, impuso a los directores administrativos en el gabinete legal y ampliado.

La última vez que apareció en fotografía fue al lado de Miguel Angel Yunes Linares en una lista de doce diputados locales, los doce apóstoles del góber azul.

 

BARANDILLA: Juan Manuel del Castillo. Auxiliar de Duarte en la subsecretaría y secretaría de Finanzas y Planeación en el Fidelato.

Secretario particular de Duarte en SEFIPLAN y luego como gobernador.

Fue candidato priista a la presidencia municipal de Córdoba y Duarte, quien lo habría financiado, le reprochó su derrota diciéndole que había perdido por codo y “por robarse el dinero”.

Subsecretario de Finanzas, intentó desaparecer las pensiones para dejar a los miles de jubilados a la deriva, en el limbo.

Un tiempo pasó por el Fideicomiso del 2% a la nómina, y sin pena ni gloria. Época oscura.

Y como diputado local, jamás se ha conocido en los medios que suba a tribuna para presentar, digamos, una iniciativa de ley y/o para defender a su amigo y ex patrón, Javier Duarte, y/o para reorientar el rumbo sobre algún pendiente social.

Quizá estará inundado de miedo y pánico, si se considera, por ejemplo, que cuando María Georgina Domínguez Colio, la primera vocera duartiana, publicó una columna periodística que deseaba iniciar, “Razón de Estado”, a los pocos días dormía en el penal de Pacho Viejo, pues se le olvidó el principio fundamental de que “el que manda… manda”.

Fue el mismo caso de cuando Juan Antonio Nemi Dib, ex secretario de Salud y ex director del DIF en el sexenio anterior, se paseó en Xalapa y dijo que “quien nada debe nada teme” y ahora está amparado, luego de una orden de aprehensión en su contra.

 

CASCAJO: Benítez y Del Castillo fueron políticos químicamente puros lanzados bajo la sombra de Javier Duarte.

Y, bueno, aun cuando fuera lo contrario, en la percepción ciudadana, en el imaginario colectivo, en el pasillo político todos están ciertos de que habrían “metido la mano al cajón”.

Y por añadidura, resulta un misterio raro y extraño, indicativo y significativo, que al momento permanezcan intocados e intocables, a veces, como en el caso de Benítez, muy echado para adelante, desafiando y desafiante ante el mundo azul.

Por eso, hay quienes afirman que ya cayeron en el llamado “vómito negro” que consiste en desembuchar todo (datos, papeles, documentos, grabaciones, pistas, etcétera) en contra Duarte y de Karime Macías.

Además, que habría devuelto “parte del dinero robado”.

Además, y como uno y otros son diputados locales y de algún modo tienen arraigo en una región geográfica de Veracruz (Córdoba y Los Tuxtlas), bien servirían para el proyecto transexenal de Miguel Ángel Yunes Linares de cara a la elección de gobernar el año entrante cuando ya desde ahora cabildea la candidatura para uno de sus hijos y que significa el orgullo de su nepotismo.

Un tráfico de influencias, entonces, se estaría dando.

Un hecho, una circunstancia… que no vemos ni sabemos, para que mientras siete duartistas estén en la cárcel de Pacho Viejo, ellos (igual que Jorge Carvallo, Erick Lagos, Édgar Spinoso, Adolfo Mota, Alberto Silva, Tarek Abdalá y Nohemí Guzmán, entre otros) sigan libres.

A menos, claro, que sus nombres aparezcan en las 67 denuncias penales en la Fiscalía y estén contemplados para su orden de aprehensión en un momento estelar, conveniente para la yunicidad.

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