Redacción El Piñero | Corresponsalía
Oaxaca.- En Oaxaca, la modernidad parece venir con olor a diésel usado, bajo el discurso de renovación y progreso, arribaron al Estado las primeras unidades del tan anunciado proyecto BinniBus, y con ellas, la decepción, un camión Fotón color verde, visiblemente desgastado y traído desde el Estado de México, que será repintado para lucir “como nuevo”. La promesa de un sistema de transporte digno se empieza a diluir entre brochas, pintura fresca y el eco de los viejos vicios administrativos.
La escena no tiene desperdicio, el autobús, con huellas claras de su vida pasada, estacionado junto a otros vehículos que también esperan una mano de gato antes de ser presentados como joyas de la movilidad oaxaqueña. Según fuentes cercanas al proyecto, las unidades solo recibirán mantenimiento cosmético —pintura, limpieza y quizá una lavada de cara mecánica— antes de salir a las calles. Mientras tanto, al público se le vende la idea de un transporte futurista, cuando en realidad lo que llega es un museo rodante disfrazado de innovación.
Y como suele suceder en esta tragicomedia llamada “servicio público” en Oaxaca, las autoridades estatales encabezadas por Salomón Jara Cruz, guardan silencio. Ni una explicación, ni un comunicado, ni una mínima señal de responsabilidad. El presupuesto brilla por su misterio y la transparencia, por su ausencia. Así, el BinniBus promete avanzar hacia el futuro, pero con las llantas del pasado: oxidadas, parchadas y maquilladas con el entusiasmo de quien cree que pintar lo viejo es sinónimo de progreso.