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El PRI de Veracruz en el quirófano electoral

El Piñero

Luis Velázquez

05 de abril de 2018

 

UNO. El PRI, en el quirófano electoral

 

Un día amaneció y el PRI ya no estaba ahí. Mejor dicho, estaba en el quirófano electoral. Descalabrado.

La historia fatídica comenzó en el año 1997. Entonces, el presidente del CDE, Miguel Ángel Yunes Linares, perdió 107 presidencias municipales en una elección que, soñaba, lo catapultaría como candidato a gobernador para suceder a Patricio Chirinos Calero.

Luego, vino una triple derrota. Fue cuando Felipe Amadeo Flores Espinoza en el liderazgo tricolor. Primero, 50 alcaldías perdidas en las urnas. Y luego, varios años después, en el año 2016, la derrota de la gubernatura y la derrota de la mayoría de las curules locales.

Pero el mundo político se partió en añicos en el año 2017 cuando Renato Alarcón era presidente y concentrara 170 derrotas municipales. La peor entre las peores.

Y el postre fue este año con Américo Zúñiga Martínez como presidente, derrotado en tres municipios en una segunda vuelta.

El poderoso y viejo paquidermo alcanzó así la peor enfermedad. Elefantiasis se llama. El gladiador derrotado desde adentro. Igual que los grandes imperios y emporios que se desmoronan desde sus mismas entrañas.

Ahora, y de cara a las cinco elecciones del primero de julio, se mantiene en el tercer lugar.

 

DOS. Noqueado el viejo paquidermo

 

Paradojas de la vida: la sociedad, el país, fue transformándose. Incluso, con focos rojos que nunca, jamás, las elites priistas desearon mirar, y como fue el crecimiento de los partidos de oposición.

Y es que, bueno, trepados en la cresta del poder, los tricolores se creyeron invencibles. Inderrotables.

Bien dicen: “para que la acuña apriete ha de ser del mismo palo”.

Así, fue un (ex) priista, más de 40 años en la militancia roja, Miguel Ángel Yunes Linares quien los lanzó del paraíso terrenal.

Claro, ayudaditos por Javier Duarte, ejemplificado como la nueva generación política por Enrique Peña Nieto y lanzado del PRI por sus órdenes expresas.

Lo malo es que mirando la tempestad, nunca, jamás, los tricolores se hincaron.

Incluso, la tempestad que llegaba desde lejos.

Por ejemplo:

Miraron el movimiento estudiantil del 68 y la llegada del subcomandante Marcos y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y les pasó de noche.

Miraron los asesinados de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, y como si nada.

Miraron al hermano del presidente Carlos Salinas, Raúl, entrar a la cárcel, y nada.

Miraron la primera derrota de un gobernador, Ernesto Ruffo Appel, en Baja California con Luis Donaldo Colosio de presidente del CEN y Salinas de la república, y les valió.

Miraron el nacimiento y crecimiento de la sociedad civil cuando el terremoto del 85 y de las ONG y se hicieron omisos.

Ahora, sueñan con facultades metaconstitucionales y extrasensoriales, casi casi esotéricas, para resucitar al viejo paquidermo y el pobre elefante está noqueado, sin posibilidad de levantarse.

 

TRES. Baila con la más fea…

 

Insólito: se están conformando con las migajas. Y bailan “con la más fea”.

Por ejemplo:

La gran fiesta partidista que hicieron con la llegada del ex panista, peleado con Julen Rementería del Puerto y Miguel Ángel Yunes Linares, Rafael “El loco” Acosta Croda y su, dijo, estructura electoral, que sabrá el chamán.

El festín con que el diputado local, el duartiano Vicente Benítez, “El piloto de las maletas voladoras”, “El príncipe de Costa Rica” (por sus inversiones), nombrado coordinador de José Antonio Meade en un Veracruz donde la oposición gobierna en 173 municipios.

La unción de la duartiana Anilú Ingram, con su derrota como candidata a diputada federal, en la lista número seis para diputada federal pluri.

En un partido, como el PRI, que naciera alrededor de un hombre fuerte como Plutarco Elías Calles y tal cual se ha mantenido en su historia, en Veracruz, todos sus ídolos, sus caudillos, sus tótems, derrotados.

Y el último, Fidel Herrera Beltrán, convalece en el hospital, por fortuna para su salud y su familia, recuperándose, como anunciara en las redes sociales, su hijo, el diputado federal, Javier Herrera Borunda, él mismito que palomeara a los candidatos a diputados federales, armando desde ahora el tinglado para, digamos, oh sueños utópicos, buscar la gubernatura en el año 2024.

Y enfrentar, claro, al otro hijo de Miguel Ángel Yunes Linares, Fernando, el alcalde jarocho, quien ha sido anotado por su señora madre.

 

CUATRO. Resucitan o mueren

 

En política, dice el gurú Jorge Uscanga Escobar, ningún hombre está muerto.

Tampoco ningún partido.

Y el PRI, claro, puede resucitar, de igual manera como derrotado en la presidencia de la república en los años 2000 y 2006, la recuperó en el año 2012, con todo y que ahora esté en el rincón más profundo del sótano.

En caída libre, con tres derrotas consecutivas en menos de un año, con más de treinta priistas encerrados en el penal de Pacho Viejo, con un montón de políticos con denuncias penales con todo y que digan que son calambres yunistas, se juegan el todo por el todo.

Es la resurrección o de nuevo la derrota y que sería fatal porque estarían perdiendo por segunda ocasión las diputaciones locales y la gubernatura, más las senadurías, más las diputaciones federales, más la presidencia de la república.

Yo miro, dice Porfirio Muñoz Ledo, la desaparición del PRI.

 

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