Jaime GUERRERO
Bajo un cielo que parecía rendir pleitesía al fervor oaxaqueño, más de 30 mil almas, según el cálculo oficial (y generoso) inundaron el Zócalo capitalino para celebrar el Primer Informe de la Presidenta Claudia Sheinbaum.
La plaza, convertida en un carnaval de colores, música y martotas, fue el escenario donde la “marea oaxaqueña” demostró que, si algo sabe hacer bien, es apoyar con entusiasmo desbordado, danzas folclóricas y una que otra consigna bien ensayada.
La jornada comenzó con una calenda que, según los organizadores, no tenía nada que envidiarle a las mejores fiestas de la Guelaguetza.
Desde el Hemiciclo a Juárez, una procesión de zancudos, bandas de música y mujeres con trenzas adornadas con flores avanzó rumbo al corazón de la Ciudad de México.
Encabezados por el Gobernador de Oaxaca, Salomón Jara Cruz –quien parecía disfrutar más el reflector que los mismísimos zancudos–, los asistentes ondeaban banderas de Morena con la convicción de quien sabe que el Humanismo Mexicano (con mayúsculas, por favor) es la fórmula mágica para resolver todos los males del país..
“¡Es un honor estar con Claudia hoy!” gritaban algunos.
La algarabía, como era de esperarse, no solo celebraba los logros del gobierno, sino también el arte de hacer que 30 mil personas parezcan 300 mil en las fotos oficiales. Y es que, si algo ha perfeccionado la Cuarta Transformación, es el arte de la narrativa épica: cada evento es una gesta, cada informe un parteaguas, cada calenda una revolución.
En el Zócalo, la Presidenta Sheinbaum, con su característica sobriedad de científica convertida en rockstar política, enumeró los logros de su primer año.
Entre los aplausos, destacó que 850 mil millones de pesos se han invertido en programas sociales que benefician a 32 millones de mexicanos.
Pensiones para adultos mayores, becas para estudiantes, apoyos para personas con discapacidad y productores del campo fueron presentados como la prueba irrefutable de que el país está en el camino correcto.
Pero el verdadero clímax llegó con el recuento de las 19 reformas constitucionales y 40 nuevas leyes que, según el discurso oficial, han transformado México en un paraíso de derechos humanos y libertades. “Por primera vez, los tres Poderes son elegidos por el pueblo”, anunció Sheinbaum, mientras la multitud estallaba en vítores.
Claro, nadie mencionó que la “elección popular” de jueces ha generado más memes que confianza en el sistema judicial.
El Gobernador Jara, ha destacado que Oaxaca es el estandarte del Humanismo Mexicano. “Aquí no hay acarreo, aquí hay corazón”, ha dicho en ediciones anteriores.
Culminarlo el acto, algunos asistentes intercambiaban miradas cómplices y revisaban el itinerario del camión que los trajo desde la Mixteca.
La marea oaxaqueña, sin embargo, no decepcionó: entre porras, consignas y el sonido de las chirimías, lograron que el Zócalo vibrara con una energía que, si no transforma al país, al menos lo hace más ruidoso.
Al caer la tarde, el Zócalo quedó lleno de confeti, promesas y un optimismo que solo una calenda oaxaqueña puede inspirar. Si algo quedó claro es que, en el México de la 4T, el entusiasmo es contagioso, los números son flexibles y el futuro, según el guion, siempre será brillante.
