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Escenarios: Carteles van ganando, Un Estado de Sitio

El Piñero


Luis Velázquez
24 de abril de 2018

UNO. Malosos van ganando

Los malandros están ganando la batalla en Veracruz. Un ejemplo irrefutable, avasallante, en Boca del Río.
El 21 de abril, un chico de 22 años fue herido cuando llegaba a su domicilio en Las Vegas.
Todo, porque puso resistencia para evitar el robo de su automóvil.
Entonces, un disparo en la cara. Internado en el Seguro Social en el área de Terapia Intensiva. El disparo le destrozó parte del rostro.
Fue la madrugada sobre el Andador Río Abel. JRVM.
Dos ladrones y tiradores solitarios.
Quizá una banda de la delincuencia organizada, como en el tiempo de Agustín Acosta Lagunes cuando Felipe “El Indio” Lagunes, el mandamás en la región Veracruz-Boca del Río, daba de asueto un día a la semana a sus sicarios para que todo lo que hicieran y deshicieran en el día correspondiente era su pago quincenal.
Acaso, raterillos del orden común.
Con todo, la moraleja es sencilla:
Si un día al lector o a su familia o a un compadre, un vecino, un conocido, le ocurriera lo mismo que a este joven de 22 años, entonces, ninguna resistencia.
Ene número de veces que se lleven el automóvil a perder la vida.
O lo peor, quedar incapacitado para el resto de la vida.
Con graves secuelas.
¡Ya, por piedad, secretario de Seguridad Pública, pare esta incertidumbre, esta zozobra, esta matanza!

DOS. Mejor un Estado de Sitio

De acuerdo con las versiones, el chico tiroteado fue seguido hasta su casa.
Es decir, lo vieron pasar y lo siguieron.
Frente a su casa, ellos descendieron de su unidad móvil.
Cada uno bajó con el arma en la mano.
Listos para todo.
Lo amagaron.
Le intentaron quitar el auto.
Se resistió.
Y le dispararon.
Herido, y ante la resistencia del muchacho y la familia y los vecinos que escucharon el jaloneo y el griterío huyeron, sin llevarse el automóvil.
Salvó el coche, a costa de su vida.
Esa misma madrugada, también en Boca del Río, otro joven asaltado. RPG, de 23 años. Iba en la calle Herradura, en el fraccionamiento Hípico. Y de pronto, zas, apareció un par de ladrones. Lo interceptaron, con las armas por delante.
Encañonado, le quitaron el coche. Y huyeron.
El joven, digamos, fue prudente. Entregó el coche. No le quedaba de otra. Perdió el automóvil, pero salvó la vida.
De cualquier manera, grave, gravísimo, cuando si el Estado de Derecho tiene como obligación número una garantizar la seguridad en la vida y en los bienes, simple y llanamente, continúa fallando en Veracruz.
La moraleja sería, entonces, de igual modo como sucedió en muchos pueblos de Veracruz, un Estado de Sitio.
Es decir, por ningún motivo salir en la noche. Evitar el tránsito y el tráfico en la noche y en la madrugada, cuando y por lo regular las calles y avenidas están solitarias.
Y es que la noche significa para los malandros un aliado cuando se vive en un pueblo desprotegido, a la deriva.

TRES. La noche, mala consejera

La yunicidad tenía prisa, mucha, demasiada prisa, por entrar al palacio de gobierno de Xalapa ofreciendo pacificar Veracruz en 6 meses.
En 40 días, por ejemplo, Fernando Gutiérrez Barrios tranquilizó la tierra jarocha luego del sexenio fatídico de Agustín Silvestre Acosta Lagunes, tiempo siniestro y sórdido de la llamada “Sonora Matancera”.
A los siete días de su mandato constitucional, en Huayacocotla, el cacique Luis Rivera Mendoza y sus pistoleros emboscaron a una familia y asestaron el tiro de gracia a los padres y a dos hijos, entre ellos, a una niña en brazos de su señora madre.
Y ese mismo día, la policía de Gutiérrez Barrios viajó a la sierra de Chicontepec y al día siguiente detuvo al cacique quien esa misma noche con sus sicarios durmió en el penal de Pacho Viejo.
Pero además, detuvo a los hermanos Roberto y Justo Cabrera Sahagón, “señores de horca y cuchillo”.
Luego, detuvo al cacique del sur de Veracruz, Cirilo Vázquez Lagunes, y lo guardó en el penal de Allende.
Entonces, el cacique del centro, Toribio “El toro” Gargallo, “puso sus barbas a remojar” y huyó como alma en pena de Veracruz.
Y “la noche tibia y callada” de Agustín Lara volvió a cantarse.
Ahora, ya pasaron 16 meses y 23 días del duartazgo, con su asociado, Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública, y en la numeralia de la muerte hay niños y mujeres asesinadas, comensales de una taquería asaltados, hombres ejecutados en balnearios, edecanes desaparecidas, menores rafagueadas en un fuego cruzado, y de postre, circular en la noche en las calles y avenidas de la ciudad significa un peligro mortal.

CUATRO. Joderse con la inseguridad

En contraparte, el nepotismo azul en su dimensión estelar, como la gran obra pública y política y social de la yunicidad.
Pepe Mancha, presidente del CDE del PAN, imponiendo a su esposita de candidata pluri a diputada local.
Leticia López Landero, presidenta municipal de Córdoba, imponiendo a su hijita de candidata a diputada local.
Ricardo García Guzmán, imponiendo a sus hijos de candidatos a diputados, uno federal y el otro local, para la reelección, por el distrito de Pánuco.
Joaquín Guzmán Avilés, el cacique de Tantoyuca, imponiendo a su hermana de senadora a candidata pluri a diputada federal.
Y a otro hermano, exalcalde, para diputado local.
Renato Tronco Gómez, candidato a diputado federal. Y un hermano, a diputado local. Y una sobrina, a diputada local.
Y, desde luego, Miguel Ángel Yunes Márquez, candidato del PAN, PRD y MC, a gobernador de seis años.
Y los 8 millones de habitantes de Veracruz, que se jodan con la inseguridad.

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