Luis Velázquez / El Piñero
Veracruz.- En 1868, la escritora Louisa May Alcott publicó su novela “Mujercitas”. Es el tiempo de la guerra civil en Estados Unidos. Y es la historia de 4 hermanas. Tiempo duro y rudo del machismo y también de la segregación racial, la xenofobia, la exclusión de la gente de color.
Pero de igual manera es la lucha de 4 hermanas para empujar la carreta y abrirse paso en una nación dominada por los hombres.
Una hermana, escritora. La otra, pianista. La otra, pintora. La otra, soñando casar con un hombre rico porque está harta de la pobreza.
La novela, sin embargo, parece centrarse en la historia de la hermana mayor, Jo, la escritora que sigue y persigue de manera obsesiva su vocación literaria.
Y escribe y entrega el original de unos cuentos y se lo rechazan. Y escribe otros y se los rechazan. Y escriba una novela y se la rechazan.
Ella, sin embargo, tenaz continúa con su vocación sin arrodillarse ni doblarse y sigue escribiendo día y noche en medio de las tareas del hogar, hermana mayor que es, su padre de soldado en la guerra, la familia con carencias económicas.
Las hermanas con su señora madre viven en un pueblito rural donde, y como es lógico, domina y predomina la estrechez, las limitaciones, la baja calidad educativa, los días sin horizonte.
Entonces, luchan por abrirse paso más allá. La escritora se va a Nueva York. La pintora, a Londres, La pianista, queda en casa arropada por un rico del pueblo que vive enfrente y que le ofrece el piano de su hija para estudiar y practicar música. La cuarta hermana, soñando con casarse.
En Estados Unidos, la joven escritora imparte clases para vivir y enviar unos centavitos a su mamá. Y escribe. Y se abre paso en el mundo tan duro y rudo de los hombres.
Por ejemplo, participa en las tertulias literarias y se muestra como es, irreverente y digna al mismo tiempo. Y debate con argumentos. Y conocimientos. Y libros leídos.
Y aun cuando, digamos, hay acoso masculino ella se arropa en su apostolado literario y rechaza a todos para lograr el objetivo. Sueña con ser reconocida como escritora y que, bueno, alcanza, hacia el final de la película cuando una editorial acepta publicar una novela.
LUCHA CONTRA EL MACHISMO Y LA DISCRIMINACIÓN
Si hoy el machismo, el racismo y la discriminación alcanzan dimensiones truculentas, ya podrá vislumbrarse hacia 1868, hace 153 (ciento cincuenta y tres) años.
Todas las mujeres de la fecha, encarnadas sus historias en el cuarteto de hermanas, luchando “contra los molinos de viento” y contra los más feroces Clubes de Tobi, cuando el destino femenino estaba condenado a las paredes del hogar y confinadas en sus pueblos rurales.
Entonces, ni siquiera, vaya, la posibilidad de unas ONG para lanzarse a la calle exigiendo los legítimos derechos humanos.
Menos, mucho menos, la posibilidad de que las mujeres votaran y fueran candidatas a un cargo de elección popular.
Las mujeres, sentenciadas a las tareas del hogar, sin estudiar, porque los machitos eran los reyes de la vida, incluso, coronados y condecoradas por la familia.
La mujer era la persona bonita que alegraba el día, pero únicamente servía para la procreación de la especie.
Más, mucho más terrible en un hogar donde, y como en el caso, las cuatro hijas eran mujeres.
Más duros días y noches, porque el padre de las “Mujercitas” se pasa dos años en la guerra sin volver al pueblo porque así lo reclamaba el frente bélico.
La novela ha sido filmada en dos ocasiones. En una, con Winona Ryder, como la hija escritora. Y en la otra, con Meryl Strepp, como la abuela de las chicas.
GRANDEZA HUMANA
Las 4 chicas con sus padres son una familia pobre. Pero más grave es otra familia (la madre y 3 niños, el padre en la guerra). Y ellas son generosas y solidarias.
Por ejemplo, con frecuencia les llevan de comer de su desayuno y comida. Y el cuarteto de hijas con su madre llevan el itacate y la torta a la familia de al lado.
Además, es un tiempo difícil. La pandemia de la Fiebre Escarlata está pegando duro y tupido. Un niño de aquella familia muere contagiado. Incluso, y como las chicas conviven con los niños, una de ellas también resulta contagiada.
Las dos familias se declaran en oración para que el virus se vaya, digamos, como ahora en el mundo con el COVID.
MUJERES PARA EL MATRIMONIO
La chica escritora exclama en una parte reveladora de la novela y el filme cinematográfico: “Estoy harta de que la mujer sólo sirva para el matrimonio”.
Incluso, toma sabia decisión cuando dice “prefiero ser libre y sola”.
Desde la soltería lucha por volverse escritora. Una noche indicativa y significativa de todo proceso creativo, quema los originales de una novela pues está insatisfecha con el texto narrativo, digamos, como hacía Juan Rulfo luego de publicar “Pedro Páramo” y “El llano en llamas”.
Varios años después descubre el amor en un maestro de filosofía y fundan una escuela donde ambos son iguales en la toma de decisiones y ella siente la plenitud de la vida.
“Mujercitas” es la historia de una liberación femenina alcanzada desde la batalla personal de cada mujer.