Oaxaca. — A casi dos años del inicio de la llamada “Primavera Oaxaqueña”, la bonanza prometida por el gobernador Salomón Jara se ha convertido en un espejismo para la mayoría de las familias. Comerciantes, profesionistas, repartidores y pequeños empresarios denuncian que sus ingresos se han desplomado a niveles incluso más bajos que durante la pandemia de COVID-19.
Lejos de la prosperidad anunciada, la riqueza parece haberse concentrado en un solo clan: la familia Jara y sus allegados. Se habla ya de un auténtico feudo económico encabezado por el propio gobernador, donde cada pieza —desde hermanos, sobrinos y yernos, hasta cuñados y compadres— ocupa un escaño clave en la administración pública o en la red de negocios que maneja los recursos del estado.
Una red que controla todo: del gobierno al bolsillo ciudadano
Los nombres se repiten en cargos públicos estratégicos: Amador Jara, hermano y operador político; Noé Jara, alcalde de la capital; Dulce Jara, hija y funcionaria federal; José Ángel San Juan, yerno y “zar” de la obra pública. La lista incluye a delegados federales, secretarios estatales, alcaldes y contratistas vinculados por lazos de sangre o compadrazgo.
Mientras el dinero fluye en esta red, la economía de los oaxaqueños se hunde. Decenas de denuncias ciudadanas y testimonios señalan que la familia Jara y sus socios han monopolizado los contratos de obra pública —con sobreprecios y opacidad— y cobran cuotas exorbitantes a negocios para permitirles operar. Los hospitales públicos carecen de medicamentos, los comercios cierran por falta de liquidez y el desempleo crece cada mes.
El pueblo paga la fiesta
“Están saqueando a Oaxaca como si fuera su finca privada”, reclama un comerciante del centro de la ciudad. “La recesión la sufrimos todos, pero ellos viven como reyes”. Las imágenes de familiares del gobernador luciendo camionetas de lujo, viajando por el extranjero y exhibiendo lujos provocan indignación en un estado donde la pobreza y el hambre crecen.
Colectivos civiles denuncian que la falta de controles y la captura del aparato estatal por este grupo familiar no solo alimenta la desigualdad: también ha vaciado las arcas públicas y frenado la inversión productiva.
La pregunta que resuena entre los oaxaqueños es tan vieja como urgente: ¿Quién frena a la familia Jara y sus cómplices?