PIÑADERO│Editorial
Tuxtepec, Oaxaca.- La rentabilidad de un político no se define por el color y siglas de un partido y menos cuando la labor social es la encargada de proyectar saldos, negativos o positivos, según sea el caso. Por ello, en la sentencia pública, la persona forma al partido, lo construye o lo moldea.
Basta dar un repaso a la biografía pública de Andrés Manuel López Obrador cuyo linaje priísta hoy está desvanecido. Creció, forjó e hizo suyos los códigos del tricolor pero que, lejos de favorecerle a su proyecto personal, lo obligaron a exiliarse y buscar refugio en el PRD, partido al que encumbró para después establecer el propio: MORENA.
Por ello, hoy en día, esta forma de ejercer la política se traduce en reforzar los valores personales, dar resultados y que estos, en consecuencia, garanticen el éxito, sin que el partido influya o determine al sujeto. Si Obrador hubiera llamado AMLO a su partido, en vez de MORENA, sin duda, también, hubiera ganado, pero tenía que establecerse y obedecer a las formalidades legales.
Y hoy Obrador, por sí mismo, es el baluarte partidario, un rockstar que a cien días de gobierno, ha sido capaz de mantener los más altos niveles de popularidad. Un caso insólito en la historia reciente del país.
Sucede lo mismo con Dávila. En los bares, en las discusiones domésticas, en los grupos de Whatsapp, cualquier polémica que logra prolongarse termina aludiendo o apelando a su comportamiento, a su estilo de ejercer el poder en uno de los municipios más salvajes del estado.
Y no es para menos, los tequios, los baños de pueblo permanentes, y la consolidación de un proyecto altamente social, lo mantienen sujeto a un pliego de popularidad justificado, aunque rasguñado por la disparada violencia que ha permeado y puesto en hilos de tensión a la sociedad.
Hoy Dávila es su propia competencia. Por eso necesita regularse, abrazar con más fuerza las inquietudes sociales y responder con resultados inmediatos. Y la violencia es una de ellas.
Para nadie es un secreto que en su ruta de aspiraciones está la diputación federal del distrito de Tuxtepec. Y para ello, en virtud a que Nueva Alianza ha perdido el registro en el estado, ha buscado otra alternativa, otro color, como el naranja del Partido Movimiento Ciudadano. Pero antes, mucho antes, como suele decir, primero deberá dar resultados y después encaminarse y continuar.
FLOR DE PIÑA
¿Alguien sabe en dónde están los líderes que dicen amar a Tuxtepec? Nadie lo sabe. Pero urge que salgan a la luz y manifiesten su voz de auxilio. Todos los sectores claman su asistencia.
