Las encuestas de la clase política que paga el pueblo, pero no las cree
Piñadero Político
Por El Piñitas
Una de las formas que tienen los políticos en Oaxaca y en todo México para incidir en el ánimo del electorado son las encuestas, las cuales se realizan a modo, en contra de algún grupo político contrario y desde luego que también las hay muy serias y profesionales que realizan empresas especializadas, cuyas metodologías reúnen los estándares reconocidos a nivel internacional por instituciones académicas y de investigación.
Pero lo que más abundan en el quehacer político de hoy en día son las encuestas bajo pedido, cuyos resultados pretenden faltarle el respeto a la ciudadanía, pues es evidente su falsedad. Sin embargo, se pueden identificar con facilidad las encuestas que por su profesionalismo muestran su margen de error, entre otros criterios técnicos para su levantamiento, por lo que se pueden utilizar para realizar análisis sobre la percepción que tiene la ciudadanía o el sector en particular de la sociedad a las que van dirigidas.
La mejor forma de conocer la aceptación o rechazo de algún personaje de la política, o la percepción ciudadana sobre los resultados de un gobierno, es recorriendo el territorio de un estado y sus municipios, pues es en el campo donde se pueden ver las obras, sentir la aprobación o el rechazo de la gente de carne y hueso, esa que todos los días tiene que enfrentarse con la realidad económica, social y política del país.
A las personas de la clase política en México, cuando le favorece una encuesta técnicamente bien hecha o mandada a hacer, difunden su imagen en vistosos gráficos, siempre con una amplia y contagiosa sonrisa. Desde luego, ese es el trabajo de los creativos contratados para trabajar la imagen personal de quienes quieren seguir en la política, pero que además, están convencidos de que han hecho las cosas bien y que se merecen saltar a un mejor puesto, ya sea de elección popular o de designación en la administración pública federal, estatal o municipal.
Sin embargo, cuando uno recorre las carreteras, los caminos y las veredas de México, no solo como periodista, sino como ciudadano, se percata de la incertidumbre, de la zozobra, de la impotencia que enfrentan a diario hombres y mujeres, quienes tienen que lidiar con el desempleo, el subempleo, el empleo informal mal remunerado, los incrementos en los precios de la canasta básica, así como la mala calidad de los servicios públicos.
A los políticos los podemos ver en los medios de comunicación convencionales y en las redes sociales en los primeros lugares de aceptación ciudadana y para ellos, eso es sinónimo de éxito y tener la preparación suficiente para que el electorado les de las gracias y los ubique en un nuevo cargo, pero nada más alejado de la realidad que ello.
En Oaxaca, Veracruz, Guerrero, Chiapas, Hidalgo, Puebla, son estados que el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, ubica entre los estados donde la delincuencia ha sentado sus reales, pero que a la vez, sus respectivos Congresos locales les han destinado cifras multimillonarias en el presupuesto, pero el fenómeno de la delincuencia no desaparece, al contrario, cada año, se incrusta más y mas en los tejidos sociales.
Cuando uno ve esas encuestas que endiosan a los políticos se pone a pensar por su buen desempeño en la administración pública, se pone a pensar en el día a día de aquellas comunidades que no tienen servicios médicos cercanos y de calidad, o han sido víctimas de la peor burla de la clase política, un edificio en obra negra que fue construido para que operara un hospital, pero que alguien o algunos se robaron el dinero y no se concluyó, además, que en los respectivos presupuestos nadie se acordó que esos hospitales se tenían que equipar y contratar a personal sindicalizado y de confianza para que lo operaran.
Nuevos gobiernos entran y acusan a los anteriores que solo realizaron obras de mala calidad, en las que imperó la corrupción, pero solo se quedan en el discurso, porque no investigan y piden que el Ministerio Público ejerza acción penal en contra de los responsables.
Cada, por estas fechas, nos enteramos de las sesiones maratónicas de los congresos estatales y el federal para definir el presupuesto del año siguiente y luego de fijar un tope sobre el monto de los que las autoridades hacendarias deben recaudar de impuestos al pueblo, distribuyen miles y millones de pesos para que los gobiernos operen, sin embargo, al recorrer este país, no se ve en donde quedó ese dinero.
Carreteras destrozadas, corporaciones policiales sumidas en la corrupción, sin capacitación y sin equipo. Los grupos de la delincuencia organizada se distribuyen el territorio nacional en complicidad con servidores públicos; la ley del más fuerte es la que impera.
Mientras los resultados de las encuestas reflejan para los políticos su forma de gobernar y les abre el camino para sus futuros cargos, la percepción ciudadana es de angustia, de coraje, de impotencia, porque la clase política necesita de sus votos para mantenerse en el poder, pero nunca defiende los intereses del pueblo, porque su compromiso es con el capital, con su proyecto de vida, hacer negocios desde la administración pública.