Millones de alumnos —de educación básica a superior— volverán a pisar las aulas este día. Pasaron 17 meses desde que el Gobierno federal anunció el cierre oficial de escuelas e implementó las clases a distancia. Ahora el reto es evaluar qué aprendizajes obtuvieron los estudiantes en el último ciclo escolar y trabajar a partir de ahí, porque el desempeño no fue igual para todos.
La pandemia de coronavirus obligó a las personas a implementar acciones extraordinarias para adaptarse a una nueva realidad en muchos aspectos de la vida social; esto incluye al sistema educativo que también tuvo que ser adecuado tanto por los profesores como por los padres de familia y los propios alumnos.
Sin embargo, al sistema educativo “le cuesta mucho reacomodarse” porque la institución escolar y las “prácticas áulicas” —incluido el trabajo de los docentes— no son “cosas flexibles” que cambian de la noche a la mañana para responder a una condición apremiante, sino que son estructuras que funcionan por medio de prácticas constantes, explicó en entrevista Catalina Inclán Espinosa, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Inclán Espinosa también refirió que después de más de un año de clases virtuales o a distancia, el regreso a las aulas no será sencillo porque habrá que ver si eso que los estudiantes aprendieron lo puede retomar la escuela, ya que aunque “en la casa se aprende, no se aprenden los saberes escolares”.
Además de un proceso de evaluación y acciones específicas para que los alumnos retomen la vida escolar y sus saberes, otro reto del regreso a clases presenciales es proveer a los docentes con “información sólida” desde lo institucional, con la finalidad de que estos puedan reacomodar —cognoscitiva y anímicamente— a sus estudiantes en las aulas.
“La escuela es el lugar en donde se acomoda la información que se convierte en conocimiento que se transmite a otros”. Por ello, el regreso a clases presenciales no sólo implica la necesidad de adaptar a los estudiantes, sino también de readaptar a los maestros para que logren que sus discípulos se conviertan en “embajadores de información científica y fidedigna”, comenzando con protocolos para que los docentes evalúen el nivel académico actual de sus alumnos y comiencen a trabajar con base en diagnósticos grupales, de acuerdo con Inclán, especialista en políticas educativas y didáctica cualitativa en la educación.
En ese sentido, la Secretaría de Educación Pública (SEP) planea que el regreso voluntario a clases presenciales incluya una “valoración diagnóstica para conocer el avance del aprendizaje [del alumnado] y establecer un periodo extraordinario de recuperación” del nivel educativo, con la finalidad de evitar rezagos y atender y prevenir —con estrategias de flexibilización de ingreso, permanencia, tránsito y egreso en los diversos tipos y niveles educativos— el abandono escolar, se lee en un boletín (no. 181) fechado al 20 de agosto de 2021.
El aumento del rezago educativo y la deserción escolar en México están detrás de la decisión del Gobierno federal de acordar la reapertura de instalaciones educativas.
“Entre 2018 y 2020 a nivel nacional, el porcentaje de la población con rezago educativo se mantuvo en niveles similares, pasando de 19.0 a 19.2 por ciento, respectivamente; sin embargo, se observó un aumento a nivel nacional del porcentaje de la población de 3 a 21 años que no asiste a la escuela y no cuenta con la educación obligatoria. Además, se identifica que la inasistencia de la población que aún no completa la educación media superior aumenta tanto para la población de 3 a 15 años como para la población de 16 a 21 años, aunque de manera más pronunciada en el último grupo”, concluye al respecto uno de los últimos informes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
El déficit educativo causado por la implementación de políticas públicas de distanciamiento social para controlar la pandemia de COVID-19 en México tendrá un alto costo monetario si no es atendido oportunamente.
En 17 meses de clases a puerta cerrada, en México pudo haber habido un rezago educativo equiparable a dos años escolares. Mientras que previo a la crisis sanitaria los mexicanos tenían un nivel general de aprendizaje escolar similar al que se obtiene hasta tercero de secundaria, en la actualidad el conocimiento del promedio de la población mexicana equivale a primero de secundaria, de acuerdo con datos del Banco Mundial, de la Universidad Johns Hopkins y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
El relativo retroceso del nivel de aprendizaje del promedio de la población se debe a que poco menos de la tercera parte de los habitantes de México están en proceso de formación escolar.
Los dos años de rezago educativo generarán pérdidas económicas por dos cuestiones fundamentales, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Primero, porque las deficiencias en la calidad educativa limitarán el acceso a oportunidades de mejores ingresos de la población; y segundo, ya que habrá una fuerza de trabajo menos calificada, lo que limitará el desarrollo productivo de la economía nacional y en consecuencia, el bienestar social se verá minado.
En países como México, el rezago educativo y la posibilidad de una futura mano de obra menos calificada podría causar que los ingresos de la población se reduzcan —en toda su vida laboral— a un ritmo o tasa promedio anual de 7.5 por ciento.
En ese sentido, la OCDE calcula que en los próximos 80 años, la pérdida económica para México podría ascender a un monto acumulado de entre el 69 y el 136 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional de 2019. Esto implica que México podría perder un potencial productivo de 0.9 a 1.7 puntos de su PIB cada año en las próximas ocho décadas.
Una pérdida económica anual de dicha magnitud sería equiparable, por ejemplo, a lo que el Gobierno federal devengó el año pasado (343.5 mil millones de pesos o el 1.5 por ciento del PIB) en el sector de Educación Pública, de acuerdo con la Cuenta Pública 2020 de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
En la siguiente tabla es posible consultar los datos utilizados para la elaboración de este texto, entre ellos, los cálculos de rezago educativo y el costo económico de la pérdida de conocimientos escolares en México.
EL REGRESO A CLASES EN LOS ESTADOS
Para el ciclo escolar 2021-2022, la SEP calcula una matrícula de 37 millones 183 mil 677 personas a nivel nacional, que incluye a estudiantes desde preescolar hasta posgrado, así como a la gente que está siendo capacitada para trabajar. El 82.4 por ciento de la matrícula (30 millones 656 mil 303 personas) corresponde a educandos de educación básica a media superior.
Hasta el corte del 24 de agosto de 2021, al menos 22 entidades federativas confirmaron que este lunes iniciarán con el proceso de transición de clases a distancia a clases presenciales; un cambio que será voluntario, paulatino y escalonado, lo que significa que en las primeras semanas o meses habrá grupos escolares que serán alternados durante la semana: un grupo de estudiantes que asistirá los días lunes y miércoles, además de otro que irá a clases los días martes, jueves y viernes.
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