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Malecón del Paseo: Exposición en el IVEC

El Piñero

Luis Velázquez

11 de abril de 2018

 

EMBARCADERO: Hay en el Instituto de Cultura, el IVEC, en el puerto jarocho, una exposición de cerámica… Son catorce piezas artísticas, cien por ciento artísticas, donde la imaginación se estrella con la pared, pues simple y sencillamente, resulta una odisea descomunal encontrar el significado… Además, claro, del sentido político que cada obra engendra, como decía Octavio Paz… Sabrá el viejito del pueblo lo que el artista Gustavo Pérez, nacido en la Ciudad de México en 1950, lo que deseó expresar, si se parte, digamos, que todo artista desarrolla un concepto, una idea, una visión, una entelequia, etcétera… Por más y más que el espectador quisiera hallar un sentido de ser más allá de la obra en sí misma, que lo tendrá, sólo resta admirar la exposición… En todo caso, se trata de una mezcla revolcada de vocaciones del ceramista, pues estudió Ingeniería, Matemáticas y Filosofía en la UNAM, además de cursos en Holanda, y terminó como un orfebre… Bastaría referir que su obra ha sido expuesta en Japón, Alemania, Francia y España…

 

ROMPEOLAS: La exposición está abierta en el IVEC… En la hora que se estuvo ahí sólo entró una persona, un joven alto y delgado con barba de chivo que sólo permaneció diez minutos, contaditos… Las miró como se mira, por ejemplo, el desfile de unos elefantes entrando al pueblo como parte del circo ambulante, y se fue… Gustavo Pérez, quien ha caminado parte del mundo con su obra, vivió un ratito en el rancho “El tomate”, cerca de Xalapa, zambullido en su imaginación… Trabaja el barro y la arcilla… Y con sus manos prodigiosas, manos de seda, ha logrado una obra excepcional, donde mezcla y entremezcla las figuras geométricas tradicionales con la realidad y la ficción… Pero, oh paradoja, el común de los mortales queda perplejo, sin entender ni comprender… Y, bueno, si uno lee “Una temporada en el infierno” del surrealista Arthur Rimbaud, tampoco se le entiende una sola estrofa… Sus metáforas, igual que la cerámica de Gustavo Pérez, resultan ininteligibles…

 

ASTILLEROS: La Biblia está considerada la mejor obra literaria escrita en la historia de la humanidad… Sus relatos, a bases de anécdotas, historias, vivencias, experiencias y parábolas, se entienden a la primera de cambios… Cada año, Gabriel García Márquez y Carlos Monsiváis la leían, porque, decían, se trata del más extraordinario libro de crónicas escritas con un gran sentido periodístico… Así han de ser el arte, más allá de las ideologías, tendencias, movimientos, elites… La población en general, empezando por los analfabetos (600 mil en Veracruz, por ejemplo) lo han de comprender… Desde luego, en ningún momento lo anterior significa que el arte ha de ser procaz y vulgar… Por el contrario, ha de alentar la imaginación, pero la imaginación terrenal, muy lejos de la imaginación esotérica… Digamos, como una buena película… “Coco”, por ejemplo, fue la más taquillera en su momento y en donde el relato ficcional fluye entre la realidad y la imaginación pues desde antes de nacer, los niños ya saben que hay un infierno y un cielo, un Dios y un diablo, la tierra y el más allá…

 

ARRECIFES: García Márquez decía que lo más fascinante es dejar a medias un libro, unas veces porque cuesta mucho trabajo entender la historia, y otras porque el escritor se la jala, y otras porque decepcionó en su contenido… Y, bueno, las formas artísticas de Gustavo Pérez con su cerámica, barro y arcilla en su dimensión estelar, quisieran entenderse, pero es difícil… En todo caso, sucedió lo que Sigmund Freud escribió sobre la mujer… El hombre, dijo, que sin profundizar en la naturaleza femenina quiera comprender a una mujer equivale como a un loquito que intente volcar de un puntapié el vagón de un ferrocarril… El presidente John F. Kennedy, por ejemplo, comprendía tanto a la mujer, Jacqueline, que nunca, jamás, la acompañaba cuando iba de compras y, al mismo tiempo, le dejaba abierta la chequera…

 

PLAZOLETA: Si el ceramista Gustavo Pérez ha expuesto en Japón, Alemania, Francia y España, entre otras naciones, caray, el respeto y la admiración más profunda, inalterable… Pero uno se queda con los muralistas… David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco, incluso, José Luis Cuevas, pegan en el corazón humano, porque su obra es cien por ciento entendible… Es más, en la llamada “Casona del Teatro”, en el puerto de Veracruz, hay una exposición denominada “Ilusiones”, del artista plástico Alejandro Silva… Cinco pinturas en óleo… Gran formato… Y cuatro dibujos… Los seres humanos, los animales y la naturaleza en un juego geográfico donde las partes se funden… Un árbol, por ejemplo, está en el primer plano… Un árbol con las raíces, digamos, secas… Raíces gruesas que se alargan y perpetúan en los troncos y las ramas… De pronto, zas, el efecto óptico… De un tronco emana la figura de una mujer en sus extremidades superiores… El pecho y la espalda desnudas y las manos encima de sus senos… Y de otro tronco emana la figura de un animal, parece un mono o la cara de un león viejo… Y en medio, la serpiente caminando sobre otra rama… Y más arriba del árbol, las flores… A partir de ahí, la interpretación que cada espectador pudiera lograr…

 

PALMERAS: Político, intelectual, escritor, filósofo, hombre de fuego y con fuego (una amante se le suicidó), el telúrico José Vasconcelos, secretario de Educación con el presidente Álvaro Obregón, lanzó una edición popular de los clásicos, impresa en papel revolución, y regaló a la población… Entonces debajo de los árboles, los profesores de educación primaria leían los libros a los niños en la mañana y en la tarde a los campesinos iletrados y analfabetas… Y, al mismo tiempo, abrían una sesión pública de preguntas y respuestas, además de platicar sobre el significado de la lectura correspondiente… Ha sido la única etapa de grandeza educativa y cultural en la historia del país…

 

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