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El Mar Muerto se seca y nadie sabe donde esta la solución ideal Ana Jerozolimski

Staff El Piñero

 

 

Hasta hace aproximadamente cinco o seis décadas, entraban anualmente al Mar Muerto cerca de 1.700 millones de m3 de agua, pero hoy llega menos de la tercera parte, entre 500 y 600 millones. “Como no se puede vivir sin agua, se saca de lo que fluye hacia aquí” – dice Bein señalando lo que era antes la costa del Mar Muerto que ahora se ve recién a una larga distancia. “Se decidió que agua para beber es más importante que valores naturales como el Mar Muerto. Y así estamos….”El proceso, que empezó hace unos cien años, se intensificó a medida que aumentó la población en la zona y por ende también su necesidad de agua”.

 

Las industrias de potasio

 

Pero en el  proceso de reducción del Mar Muerto influyen también las industrias israelíes y  jordanas que extraen potasio del agua. El Dr. Itttay Gabrieli, que coordina el proyecto del Mar Muerto en el Instituto Geológico de Israel, sostiene que su “aporte” es del 35% o sea que si las industrias dejasen ahora de trabajar de ambos lados, el déficit bajaría de un metro por año a 65 centímetros. “Las industrias evaporan entre 250 y 300 millones de metros cùbicos por año” – sostiene Gabrieli.

 

Cabe señalar que en las industrias de potasio a ambas márgenes del Mar Muerto, trabajan aproximadamente 10.000 personas, lo cual constituye un factor de importancia en la economía regional. “Hay que plantear si alguien quiere dejar a toda esa gente sin trabajo, para que el mar se seque menos rápidamente” – dice el Dr. Bein. “Es cuestión de enfoque, no una verdad absoluta”.

 

Un fenómeno evidente

 

La retirada del mar es notoria apenas se recorre la zona. La frase “el agua llegaba antes acá..” es muy común al hablar con gente local. Entre otros, la dice  repetidamente  Eldad Hazan, director de la reserva natural Ein Fashkha , mientras señala distintos puntos claves que lo dejan en claro.

 

Pero resulta impactante en la así llamada Costa Lido. El lugar era un sitio de esparcimiento en los años 60 para gente de buena posición que llegaba de Nablus y Jerusalem a la “playa” del Mar Muerto. Hoy ni se ve allí el agua. Está a casi 1.5 km de distancia.

 

El Dr.Amir Eidelman, geólogo del Instituto Jerusalem para la Investigación de Israel, muestra en ese punto un elemento especialmente convincente. Al preguntársele qué es una estructura de madera que está allí como parada en medio del desierto, se sonríe y explica. “Este era el muelle en el que anclaban los barcos que llegaban del norte para llevarse de aquí los minerales, el potasio del Mar Muerto,pero hoy, el agua ni se divisa en el horizonte”.

 

El descenso del nivel del agua en un metro por año parece mayor todavía en zonas planas, ya que allí la retirada se manifiesta en distancias mucho mayores.

Problemas derivados

 

Sin embargo, el alejamiento del mar es sólo una de las expresiones  del fenómeno que está viviendo el Mar Muerto. En el terreno,se captan claramente otros hechos que derivan del proceso de reducción del mismo. Eli Raz, geólogo,  asesor ambiental e  investigador en el Instituto del Mar Muerto y la Arava para Investigación y Desarrollo, cuenta que son varios los resultados nefastos .

 

“Parte de estos cambios molestan ya ahora la vida diaria, como los  grandes hoyos en la tierra (“bolanim”) que se abren a lo largo del Mar Muerto, y el cavado acelerado del cauce de los arroyos, que dañan carreteras, casas y pueden llegar a perjudicar otras infraestructuras” – cuenta Raz, que ha visto el desmoronamiento de un puente y daños en carreteras. “Pero también hay cosas que no se sienten ahora y  que pueden tener influencia más a largo plazo, más que nada lo relacionado a la ecología, a la naturaleza”.

 

Los ya mencionados “bolanim” son probablemente la muestra más notoria de los efectos de la reducción del Mar Muerto. Eli Raz los viene estudiando hace años. La primera vez que los vio, esos hoyos a veces de gran diámetro que se abren en la tierra, se dijo a si mismo. “Esta es la respuesta del Mar Muerto a lo que nosotros, los hombres, estamos haciendo con él”.

 

“Yo marqué una zona que cruza la carretera, en un total de unos 700 metros. Es en la carretera central, abajo del kibutz Ein Gedi en el que vivo, sólo en la carretera principal”- cuenta Raz. “La zona que a mi me parecía más peligrosa, la marqué y de acuerdo a eso, se colocó bajo la carretera una placa de polímeros que cubre toda esa superficie y que de hecho, sostiene con fuerza la carretera”. Eso lo tranquiliza ya que inclusive si se desarrollara otro “bolán” en la zona, no habría un desmoronamiento repentino sino un proceso gradual en el que se sentiría que algo pasa y habría tiempo para reaccionar.

 

Buscando soluciones

 

La pregunta inevitable es si acaso existe una solución que neutralice los peligros y riesgos. Claro está que en el mejor de los casos, se puede intentar detener el proceso, pero no revertirlo de modo que el Mar Muerto vuelva a ser lo que era.

 

Por el momento no se ha llegado a ninguna fórmula que los expertos vean como ideal. Y de todos modos, lo que suceda en el Mar Muerto influye también sobre Jordania y los palestinos, por lo cual hay varios interesados en el tema, algo que complica el hallar una solución que satisfaga a todos.

 

El Dr. Ittay Gabrieli, que coordina el proyecto del Mar Muerto en el Instituto Geológico de Israel, tiene claro que hay aquí muchos elementos involucrados. “Aunque decidamos hoy mismo, en este instante, liberar toda el agua de regreso al Mar Muerto, incluyendo hablar al respecto con los sirios, con Jordania, con los libaneses a liberar su agua, habrá otro precio más allá de ello” – explica. “Tendremos que intervenir en otros sistemas.Tendremos que desalinizar sobre la costa -probablemente del Mediterráneo-, produciremos co2 que irá a la atmósfera, tomaremos tierra sobre la costa, y así liberaremos sustancias de modo que no sabemos cómo reaccionará el Mediterráneo.  No necesariamente perjudicaremos otros sistemas, pero los tocaremos y no podemos hoy prever cuáles serán los resultados de ello y por eso hay que ser muy cautelosos”.

 

Las dos opciones -cada una de las cuales tiene sus variantes- son llevar al Mar Muerto agua de mar (que tiene la ventaja de ser ilimitada) o de agregarle agua potable (que tiene la ventaja de ser la más natural y parecida a la que ya recibe). Si se opta por agua de mar,la pregunta es de cuál: el Mar Mediterráneo o el Mar Rojo.

 

Los canales

 

La primera fórmula que se estudió como posible solución al desequilibrio hidráulico en el Mar Muerto, fue la construcción de un canal que lo una al Mediterráneo, por el cual se haría llegar el oro líquido tan necesario. La idea, que había sido mencionada ya hace más de un siglo, resurgió en los años 70 del siglo pasado. Fue la crisis del petróleo (y no la falta de agua) la que impulsó el tema, al buscarse ideas que permitan generar energía hidroeléctrica.

 

El Profesor Dan Zaslawsky, hasta hace poco Director del Consejo Nacional de Israel para  Investigación y Desarrollo , ex -Comisionado del Agua y científico jefe del Ministerio de Energía de Israel, recalca que al principio “nadie hablaba de salvar al Mar Muerto y todo lo que se buscaba era una solución al problema de la energía”.

 

Dado que el estudio de la opción del canal desde el Mediterráneo hacia el Mar Muerto no llegó a la conclusión de que haya aquí una fórmula ideal, el tema no se concretó jamás. En el interín, se comenzó a hablar de una opción ya antes sugerida y dejada en el olvido: el canal  desde el Mar Rojo. Hoy, al hablarse del “canal de los mares”, es a eso que se hace referencia.

 

En ambos casos, la gran duda es cómo reaccionaría el Mar Muerto al recibir agua tan diferente de la suya propia. Se sabe que se produciría “yeso”, una especie de “leche blanca”, que no hay certeza si permanecería en bloques en la superficie o bajaría a la profundidad. Se teme que el agua cambie de color debido a la multiplicación de los micro-organismos que viven en el Mar Muerto y que haya un fuerte odor, todos éstos elementos que no se saben si preservarían al Mar Muerto como la fuente de atracción turística que sigue siendo hoy.

 

Pero la ventaja del canal del Mediterráneo es que debería cubrir aproximadamente la tercera parte de la distancia que uno desde el Mar Rojo (unos 70 kms y no algo más de 200), lo cual incidiría claramente en su precio y en los potenciales problemas en el recorrido. Además, el canal desde el Mar Rojo pasaría inevitablemente por el desierto de la Aravá, una zona de gran potencial de movimientos sísmicos, que se encuentra sobre la fractura sirio – africana. De verse afectado por algún movimiento telúrico y sufrir grietas o filtraciones, el agua de mar podría ser nociva para los depósitos de aguas profundas y la tierra en la Aravá.

 

Los riesgos

 

“El proyecto consistiría en pasar 2.000 millones de metros cúbicos de agua por los 200 kms desde el Mar Rojo hasta el Mar Muerto. Se tiraría esa agua aprovechando la diferencia de altura de unos 400 metros para desalinizar el agua”-explica Eli Raz. “La mitad del agua será buena, para el uso y la otra mitad con salinidad doble, y eso quedará en el Mar Muerto, un resultado secundario, que quedará allí para preservar el equilibrio”.

 

De todos modos, tanto Raz como otros  expertos   sostienen que esta opción encierra numerosos problemas, antes ya mencionados.  El Profesor Zaslawsky la considera “catastrófica”. ” Esto dañaría más al Mar Muerto. No lo salvaría sino que lo destruiría . El canal entre los mares no aporta nada sino que sólo  traerá problemas.Desde el punto de vista económico es un desastre. Energía no da, al contrario.Y pone en peligro a todo el ambiente, toda la zona, de la forma más grave que puedo imaginar”.

 

Zaslawsky tampoco considera conveniente el canal desde el Mediterráneo, afirmando que ya se estudió su posible aporte desde el punto de vista de la energía y se vio que no valía la pena.

 

Consideraciones políticas

 

“Pero hay mucho de política en todo ésto y lo que más se está empujando es la opción del Mar Rojo”- dice con tono molesto Raanan Boral , que representa a la asociación Amigos del Planeta Tierra en los contactos con el Banco Mundial.La intención es lograr que antes de aprobar  un estudio millonario de la aplicabilidad y conveniencia del canal desde el Mar Rojo -la única opción cuyo financiamiento el Banco Mundial está considerando- se comprometa a analizar también las alternativas. “No pedimos más, sólo que estudien las otras  opciones, que se actúe con responsabilidad” -dice Boral, que en el pasado fue Director de la Asociación Protectora de la Naturaleza en Israel.

 

Al hablar de política, tanto Eli Raz como Raanan Boral  mencionan al actual Presidente de Israel Shimon Peres, señalando que empuja para que se acepte la opción del canal desde el Mar Rojo “porque así lo quiere Jordania”. Varios expertos dedicados al tema señalan que Jordania, que comparte el Mar Muerto con Israel, tiene un  acútico problema de agua.”Lo que más les importa es recibir más agua, no salvar al Mar Muerto, aunque éste parezca el título del proyecto” -dice Eli Raz.

 

Pero Uri  Shor, portavoz del Comisionado de Agua de Israel, explica que el Estado debe tomar en cuenta todas las consideraciones y no sólo las de los especialistas.

 

“Cuando se hace el canal por el Mar Rojo, se soluciona también los problemas de agua de Jordania, no sólo del Mar Muerto. Tomar a un experto que dice que algo determinado conviene más, está muy bien, pero hay también consideraciones más allá de cada tema. Y un estado sin duda tiene que tomar en cuenta las otras derivaciones”.

 

Y mientras el Banco Mundial se dispone a destinar sumas millonarias al estudio de la opción del canal desde el Mar Rojo, sin considerar siquiera las alternativas, Eli Raz afirma que lo que menos cambiaría el ambiente y sería menos riesgoso, sería agua potable.

 

La opción norteña

 

“Aquí entra en juego la tercera opción, que consiste en una concepción totalmente diferente” – explica Raz. “Se trataría de traer agua desalinizada en la costa del Mediterráneo directamente al Río Jordán, con lo que se ayuda a recuperar también ese río y a quitar menos de lo que va en camino al Mar Muerto”. El mismo analiza que la mayor desventaja de este proyecto es que depende de electricidad y causa contaminación porque se quema combustible al desalinizar el agua. “Pero el proyecto es mucho más pequeño, no se necesita un canal que traslade 2 mil millones de metros cúbicos a grandes distancias, no hay daños ambientales. Además, no se amenaza al Mar Muerto mismo sino que éste recibirá el agua que recibía antes”.

 

Esto es lo conocido como “la opción del norte”, aunque tiene más de una variante con distintos matices, especialmente referentes al punto del Mediterráneo en el que se desalinizaría el agua para ser luego trasladada en un sistema de tuberías ya existentes en el sistema distribuidor de agua de Israel, al Río Jordán.

 

Raz, en su pequeño despacho en el kibutz Ein Gedi, suena entusiasmado al hablar de esta opción. Y tras contar que frente a él estuvo tiempo atrás sentado un francés del Banco Mundial “que quedó totalmente sorprendido al oir de ésto, exclamando cómo es que nadie les dijo nada”, asegura: “El informe y estudio detallado que hemos preparado sobre el tema, llegará al Banco Mundial. Si bien también allí hay política, acá  hay suficientes elementos que justifican que ésto lo investiguen a fondo por lo menos como las otras opciones”.

 

A futuro

 

Lo mejor, sostienen diversos expertos, sería volver al nivel de consumo de agua como el de los años 40 del siglo pasado y simplemente detener el descenso del nivel del mar, pero eso no es real.

 

El problema no está ni cerca todavía de una solución. Las diferentes opciones siguen siendo estudiadas, pero los expertos no han llegado todavía a una conclusión categórica. El Banco Mundial, criticado por varios especialistas por abocarse sólo a una de las fórmulas consideradas, tampoco está ya por concretarla. Por ahora se halla aún en la etapa de licitaciones para ver quién realiza el estudio a fondo de la opción del “Canal de los Mares” entre el Mar Rojo y el Mar Muerto, mientras de fondo hay quienes intentan convencerle de investigar también posibilidades alternativas.

 

Lo necesario es lidiar exitosamente con el déficit de 800 millones de metros cúbicos de agua en el Mar Muerto por año, que equivale a más de la mitad de lo que el sistema natural provee anualmente. Pero cualquiera sea la opción elegida eventualmente, llevará años -hay quienes hablan de no menos de 20 y quizás 30- ver resultados . Y en ese lapso, el Mar Muerto seguirá bajando.

 

El “consuelo” lo da el Dr. Amos Bein al afirmar que “el Mar Muerto seguirá bajando, pero nunca se secará del todo”. Su vaticinio, tras estudios del proceso en curso, es que dentro de 150-200 años, se llegará a un nuevo equilibrio entre el agua que se evapora y las cantidades que entran al Mar Muerto. “Nunca desaparecerá”, resume Bein.

con información de letras-uruguay.espaciolatino.com

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