- Un Magistrado en puertaEscenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. Carrera meteórica en el PRI
En el sexenio de Rafael Hernández Ochoa, 1974/1980, Miguel Ángel Yunes Linares tuvo carrera política meteórica. Seis cargos públicos.
El primero fue como agente del Ministerio Público en Coatepec, y que lograra cuando en la facultad de Leyes de la Universidad Veracruzana destapara a don Rafael como candidato a gobernador ante el presidente Luis Echeverría Álvarez, a la caída de Manuel Carbonell de la Hoz, quien sólo duró como candidato 72 horas.
Después, fue jefe del departamento jurídico del gobernador, subdirector de Patrimonio, Procurador Fiscal, líder de la CNOP y diputado local.
Los últimos cinco cargos se debieron, entre otras cositas, a que don Pepe Yunes Suárez, padre del senador Pepe Yunes Zorrilla, era amigo de Hernández Ochoa y lo recomendó.
“¿Cómo?… ¿Es tu sobrino? ¿Por qué no me habías dicho antes?” preguntó don Rafael a don Pepe, y Yunes alcanzó “la plenitud del pinche poder”, de igual manera, como por ejemplo, en el Fidelato, Carolina Gudiño Corro desempeñó cuatro cargos públicos, tres de ellos que dejara inconcluso.
Y en el duartazgo, Anilú Ingram Vallines tuviera cuatro cargos públicos, dos de ellos inconclusos, uno fallido como candidata a diputada federal, y el último, que desempeña, y en donde se fortaleciera gracias a MAO, el jefe máximo del palacio de Bucareli.
Desde entonces, Yunes aprendió que la más alta generosidad de un político está en abrir las puertas a los jóvenes, y quienes han de ciclarse y reciclarse poco a poco, pian pianito, pues si de pronto, en nombre de las facultades metaconstuticionales del poder se pasean por diferentes cargos públicos de forma vertiginosa se les hace más daño que beneficio.
Yunes, cierto, fue ascendiendo, además, y como dice su esposa, la señora Leticia Márquez, porque los dieces en su boleta de calificación de la facultad de Leyes de la UV le despertaban admiración.
Además de su sensibilidad política, pero al mismo tiempo, en cargos donde fue aprendiendo el oficio político sin ejercitarse nunca como secretario del gabinete legal, pues estaba aprendiendo.
Años después, ya fuera del PRI donde dejara unos 25 años de su vida, alcanzó los más altos cargos públicos como, por ejemplo, subsecretario de Seguridad Pública nacional con Vicente Fox y director general del ISSSTE con Felipe Calderón.
Dos. Magistrado en puerta
Por eso mismo, ahora tiene en la lista ascendente a su secretario particular, Pedro García Montañez, a quien ha propuesto como magistrado del Tribunal de Justicia Administrativa, nuevo órgano jurisdiccional del Poder Judicial del Estado.
García Montañez sólo tiene como antecedente la dirección jurídica del Ayuntamiento de Boca del Río, al lado del presidente municipal, Miguel Ángel Yunes Márquez, inminente candidato del PAN y PRD, quizá del Movimiento Ciudadano de Dante Delgado, a la gubernatura de 6 años el año entrante.
Y, por tanto, el futuro del próximo magistrado será prometedor.
Así, muestra y demuestra el Yunes azul el rostro del proyecto político familiar, pues igual que algunos secretarios de su gabinete legal (Indira Rosales, SEDESOL; Guillermo Moreno Chazzarini, SEFIPLAN, y Elías Assad Danini, coordinador general de Comunicación Social, además de los directores administrativos de todas las secretarías, entre otros cargos) tienen el sello del alcalde boqueño, quien acaba de rendir su último y cuarto informe de gobierno.
Méritos aparte, formación académica aparte, tal cual se reproduce el sistema político donde la mitad del mundo y la otra mitad saben, están seguras, ciertas, de que en la vida pública basta y sobra la amistad “a prueba de bomba” con el jefe máximo encumbrado en el poder para que los amigos, aliados, socios, cómplices y prestanombres, y barbies, con la lealtad y la fidelidad por delante, toquen el cielo con la yema de los dedos.
Desde la noche de los tiempos más lejanos y remotos ha sido la tónica, el sello, la marca de casa, y ni modo que ahora las circunstancias cambien, pues está claro que la yunicidad se redujo a una alternancia de un partido político en la silla embrujada del palacio en vez de una transición democrática real y auténtica.
Sin don Pepe Yunes Suárez, Yunes Linares habría tenido, digamos, vientos en contra para el ascenso insólito que alcanzó en el sexenio de Hernández Ochoa, con todo y que don Rafael, igual que su amigo Luis Echeverría Álvarez, era un formador de jóvenes.
Tres. El poder se ejerce con los amigos
En el gabinete, el gobernador Yunes repartió secretarias y cargos claves entre los amigos que lo han sido desde tiempo histórico, pues, y como reza el proverbio árabe, el poder (que nunca se comparte) se ejerce con los amigos y si los amigos son capaces, entonces, con más razón.
Por ejemplo:
Enrique Pérez (SEV), Arturo Irán Suárez Villa (Salud), Jaime Téllez Marié (Seguridad Pública) y Joaquín Guzmán Avilés (SEDARPA).
Lepoldo Domínguez Armengual (Turismo), Silvia Edith Mota Herrera (Trabajo y Previsión Social), Manuel Muñoz Gánem (Oficina del gobernador) y Marcelo Francisco Monfort Guillén (Oficina del Programa de Gobierno), entre otros.
Ellos, digamos, con todo y que un yunista los desprecie y menosprecie diciendo que son “puros viejitos” (Carlos Valenzuela, ex regidor boqueño y secretario General del CDE del PAN), representan el equipo de mayor confianza del jefe máximo de la revolución azul.
También, en el gabinete incorporó a gente químicamente pura que ha trabajado con sus hijos Miguel Ángel y Fernando, y quienes, y como declarara la presidenta del DIF, Leticia Márquez, “cada uno se ha ido haciendo su espacio”.
El padre, sin embargo, y como en el arca de Noé, trepó a su barco a sus amigos y a los amigos de sus hijos para operar, digamos, y entre todos, el gran proyecto político familiar que incluye la gubernatura para el par de hijos metidos a la política.
Cuatro. El dueño del día y de la noche
Se vive en Veracruz, igual que en Los Pinos, igual que en cada entidad federativa, “el país de un solo hombre” como intitulara Enrique González Pedrero a sus dos tomos sobre Antonio López de Santa Anna, Su Alteza Serenísima.
En cada estado del país hay, cierto, una Alteza Serenísima.
El góber en turno es el jefe del Poder Ejecutivo, el jefe de los poderes Legislativo y Judicial, el jefe de las finanzas, el jefe de las corporaciones policiacas, el jefe de la mayor parte de los medios, el jefe de una parte de la elite eclesiástica, el jefe nato del partido en el poder.
El góber es, de hecho y derecho, el dueño del día y de la noche.
Una palabra suya basta para encumbrar y/o para descarrilar a una persona.
Atraídas por el olor a poder (poder político, poder económico, poder social, el aura del poder), las barbies se acercan, pues como decía Javier Duarte, “yo como gobernador me volví sexy”, con todo y sus ojos coléricos y su vocecita tipluda y su panza que se atiborraba con “tacos parados” al lado de una de sus barbies que lo miraba atónita y sorprendida, “con pena de la pena ajena”.
Por eso, el Yunes azul puede nombrar a su secretario particular magistrado del Tribunal de Justicia Administrativa, sin que nadie, absolutamente nadie, se oponga.
Y si existieran diputados opositores en la LXIV Legislatura, He Man Sergio Hernández, el coordinador de la bancada panista, sabe que con “borracheras, drogas, mujeres y orgías”, hasta el más pintado escucha el cántico de las sirenas y se vuelve miel.
Ser amigo y gente de confianza de un gobernador (y/o de un hombre o una mujer encumbrada en el poder) equivale a sacarse la lotería sin jugarla.
Y más si entran a la complicidad.
¡Hosanna, hosanna!
