Redacción | El Piñero
México.- Las lluvias que azotaron a cinco estados del país, entre el 6 y el 9 de octubre dejaron una estela de tragedia y burocracia empapada, con un total de 66 personas fallecidas, 75 aún no localizadas y 103 rescatadas gracias al apoyo de la línea 079, según informó la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en su conferencia matutina. Mientras las aguas bajan, las cifras suben, y los discursos oficiales navegan entre la estadística y el consuelo institucional.
El diluvio no sólo anegó calles y comunidades, sino también la calma de miles de familias que pasaron noches enteras con la esperanza de encontrar a los suyos. Las inundaciones, deslaves y daños en infraestructura dejaron pueblos enteros incomunicados y viviendas reducidas a escombros húmedos. En medio de la desgracia, la solidaridad civil volvió a adelantarse a los protocolos, vecinos, voluntarios y rescatistas improvisados hicieron lo que el sistema, una vez más, tardó en hacer.
Y mientras la población sacaba el agua a cubetazos, las autoridades seguían discutiendo si el “plan de emergencia” debía activarse antes o después del desastre. En Veracruz, la confusión sobre un grupo de estudiantes desaparecidos terminó en la confirmación de dos jóvenes fallecidos, sin que se aclare qué pasó con el resto de las alertas. En el resto del país, el eco de la línea 079 sigue sonando más rápido que las respuestas oficiales. Al final, el temporal se fue, pero dejó al descubierto lo de siempre, que cuando llueve en México, no sólo se inundan las calles, sino también las promesas gubernamentales.