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MÉXICO:  El país de las 2 mil fosas

El Piñero

 

*Entre 2006 y 2016 fueron descubiertos casi 2 mil entierros ilegales donde criminales desaparecieron a sus víctimas. La barbarie abarca 24 estados del país y uno de cada 7 municipios. En esta investigación documentamos más fosas clandestinas que las que el gobierno reconoce: ha sido localizada, en promedio, una fosa nueva cada dos días.

La primera fosa clandestina del año acababa de ser descubierta en ese boscoso paraje turístico, a sólo media hora de la próspera ciudad de Uruapan. Ocurrió después de que lugareños dijeron haber visto pasar una camioneta de lujo; al asomarse detectaron tierra removida.

 

Angahuan volvió a honrar uno de los significados que dan a su nombre en purépecha: “En medio de la tierra”.

 

El hallazgo de estos cuerpos marcó el comienzo de la barbarie. Desde entonces, y mientras se desplegaba la “guerra contra las drogas”, a los asesinos ya no les ha bastado matar; ahora se esmeran en ocultar los cuerpos.

 

Así es como las fosas clandestinas se multiplicaron.

Una investigación iniciada hace año y medio por un equipo de periodistas independientes, y que a medio camino encontró respaldo financiero y editorial de Quinto Elemento Lab, revela que prácticamente en todo el país se han encontrado casi 2 mil fosas clandestinas entre 2006 y 2016, a un ritmo de vértigo: una fosa cada dos días, en uno de cada siete municipios de México.

 

Fueron, al menos, mil 978 entierros clandestinos en 24 estados del país. Esta cifra supera por mucho la información dada por el gobierno mexicano hasta hoy.

 

Las fiscalías recuperaron de estos hoyos 2 mil 884 cuerpos, 324 cráneos, 217 osamentas, 799 restos óseos y miles de restos y fragmentos de huesos que corresponden a un número aún no determinado de individuos.

 

Del total de cuerpos y restos, en todos estos años, y de todas estas fosas, sólo mil 738 de las víctimas han sido identificadas, según documenta la investigación hecha a partir doscientas solicitudes de acceso a la información a las autoridades de cada uno de los 32 estados.

 

Este es el mapa, al menos parcial, de la dimensión de la barbarie.

El fenómeno creció a niveles de catástrofe si se toma en cuenta que el año 2006 fueron descubiertas sólo 2 fosas, y que en los años siguientes subió a varios cientos el número de ellas.

 

En 2007 el número de escondites de cuerpos descubiertos bajo tierra trepó a diez, extendidos en cinco estados. En 2010 la cifra anual ya era de 105 fosas, en 14 entidades; en 2011 fue en 20 estados y saltó a 375, equivalente en promedio a una por día.

 

A partir de 2012 los hallazgos de entierros clandestinos, por año, no han bajado de 245.

 

Las inhumaciones ilegales se convirtieron en uno de los sellos de agua de los dos sexenios, al grado de que en uno de cada siete municipios mexicanos personas criminales cavaron hoyos en la tierra para ocultar los cadáveres de sus víctimas y, en algunos casos, también quemarlos.

 

En por lo menos 372 municipios de México hubo personas que desaparecieron a sus víctimas de esta manera.

 

“Esta investigación permite conocer los municipios donde el crimen organizado tiene capacidad de asesinar personas y hacer fosas para desaparecerlas; permite ver nuevas formas de operación y de gobierno donde la gente no se atreve a denunciar. Sería interesante saber cuánta gente vive en este 15 por ciento de los municipios con fosas y que nos dan indicios de esquemas de gobernanza criminal”, reflexiona Sandra Ley, profesora-investigadora del CIDE experta en criminalidad y violencia, al conocer los resultados de esta investigación.

 

Esta cifra inédita de casi 2 mil fosas en 11 años está sustentada en las respuestas que proporcionaron las fiscalías de 24 estados a las solicitudes de acceso a información pública que realizamos.

 

Aun cuando estos datos superan todas las cifras dadas antes por cualquier autoridad, la información todavía está incompleta.

 

Ocho estados no están incluidos en el mapeo porque respondieron que en esos 11 años no encontraron fosas: Baja California, Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Hidalgo, Puebla, Querétaro y Yucatán.

 

Sin embargo, Yucatán es el único estado donde nadie -ni la fiscalía local, la PGR, la CNDH o la prensa- había registrado hasta esa fecha el hallazgo de algún entierro clandestino.

La pestilencia comenzó a impregnar el paisaje. Fue en 2010, en la temporada en la que Juan Viveros y Nabor Baena, los dos cuidadores de la abandonada mina “Dolores”, ubicada en la periferia de la ciudad de Taxco, escuchaban por las noches ruidos de camionetas, y fueron percibiendo ese insoportable olor a muerte que salía de uno de esos tiros de mina semejantes a los escapes de las chimeneas.

Fue entonces que detectaron que su punta, antes sellada, había sido ranurada, y el pozo reabierto.

“Nos caló la vez que vinimos porque había harta sangre. Le dije a Nabor: “Ira, ¿y esa sangre qué?”. Y me dijo: ‘¿Quién sabe? ¿Traerían un animal?’. Sea lo que haiga sido subía el aroma, olía a feo. Entonces nos fuimos a trabajar”, recordó Juan Viveros.

“Luego alguna gente dio parte de que estaba oliendo a feo, y cuando se asomaron los de Protección Civil ahí estaba el agujero donde los aventaban pa’bajo: eran seres humanos los que estaban ahí”, dijo Nabor Baena.

“Nos dimos color de lo que había, que estaban sacando gente, que había gente almacenada, que ese pozo estaba premiado”, alternó Juan Viveros.

Ambos mineros devenidos en vigilantes desde que la empresa está en paro supieron por las noticias que, en las carretas donde normalmente se extrae plata, fueron subiendo a la intemperie cuerpos. Eso narraron en entrevista en 2010.

“Encuentran 55 cadáveres”, reportó la prensa en esa ocasión. Fueron 41, quedó escrito en los registros de la PGR y 64, en la bitácora de la fiscalía local. Mas de 120, aseguran las familias que acudieron a la morgue a verificar si alguno de los cuerpos extraídos era del familiar desaparecido.

El hallazgo ocurrió en 2010, el mismo año cuando, según esta investigación, registró el primer pico en el número de cuerpos encontrados en un solo sitio; cuando los hallazgos de cadáveres pasaron de las decenas a los centenares. Era el preámbulo del infierno.

A partir de entonces, ese tipo de descubrimientos se fueron haciendo cada vez más comunes.

La sistematización de los datos oficiales obtenidos en esta investigación revela que:

 Los principales sitios de la muerte en México esos 11 años son el municipio de Veracruz, con 125 fosas en la que se localizaron 290 cráneos. El lugar exacto se llama Colinas de Santa Fe: ahí se han encontrado 22 mil 79 restos óseos de los que la autoridad aún no reporta a cuántas personas corresponden, y donde continúan las labores de desenterramiento.

El otro está en el municipio de San Fernando, a hora y media de la frontera con Texas, en Tamaulipas, donde, en dos años registraron 139 fosas con 190 cuerpos y restos óseos.

 Desde 2008, año con año, Ciudad Juárez aparece en esta estadística macabra. La sumatoria de fosas -sin contar los municipios del valle circundante- da 58. En tanto, Acapulco a partir de 2010 no ha faltado ningún año en la lista: esa ciudad-puerto de 2006 a 2016 acumuló 108 fosas.

 El municipio donde más cuerpos fueron extraídos en un año fue Durango, con 350, en 2011. Y Durango es también el estado donde más cuerpos han sido encontrados en fosas: 460 en 7 años.

Nuevo León alcanza un número mayor por ser el único estado que detalla cuántos restos óseos recuperados corresponden a cuántas personas, por lo que sus registros mencionan que recuperó los restos óseos de 475 personas y 119 cadáveres. Es decir, 594 víctimas que estaban ocultas en fosas clandestinas.

Veracruz, en tanto, informa que exhumó 222 cuerpos, 293 cráneos y 157 restos óseos que sumados corresponderían a 672 personas.

 Los estados que encabezan el número de fosas exhumadas en el lapso estudiado son: Veracruz (con 332); Tamaulipas (280); Guerrero (216); Chihuahua (194); Sinaloa (139); Zacatecas (138); Jalisco (137); Nuevo León (114); Sonora (86); Michoacán (76); San Luis Potosí (65).

 Morelos fue el único estado que mantuvo en secreto las fechas del hallazgo de sus 21 fosas (omitió mencionar en su lista las fosas de Tetelcingo, creadas por la propia fiscalía para enviar cuerpos que deberían haber ido a fosa común, pero enterradas ahí de manera clandestina hasta 2016, cuando las familias de víctimas descubrieron su existencia).

 Los estados donde fueron descubiertos más cadáveres en fosas son: Durango (con 497 cuerpos); Chihuahua (391); Tamaulipas (336); Guerrero (325); Veracruz (222); Jalisco (214); Sinaloa (176); Michoacán (132); Nuevo León (119); Sonora (96); Zacatecas (81).

 

Hasta dentro de casa

En el imaginario está el que la fosa se encuentra en un lugar remoto y solitario. Esta investigación demuestra que no siempre es así. Hay entierros también en colonias pobladas y en avenidas con mucho movimiento.

 

En la primavera de 2011 un sonido despertó a un matrimonio de profesionistas que habitaba en una pequeña vivienda que antes había estado abandonada, y al cuidado de un velador, en el fraccionamiento Providencial, en el centro de la ciudad de Durango. La pareja se sorprendió al descubrir a soldados intentando cortar las cadenas de la reja de la entrada.

 

Cuando la pareja los cuestionó, éstos les pidieron entrar a excavar a su patio. Entonces hicieron un primer hoyo, no encontraron nada. Fueron al fondo, casi en la barda limítrofe, y ahí encontraron algo. Eran cuerpos. En otro punto, debajo del piso de cemento de una palapa, otros más.

 

Una cadena oxidada clausura la reja negra desde entonces. Hay hierba crecida sobre los montones de tierra en el patio donde el ejército encontró 12 cadáveres. Sí, 12.

 

La mayoría de los 350 cuerpos extraídos en 2011 en el municipio que es cabecera de ese estado estaban enterrados en zonas urbanas: algunos en el mero centro, otros en casas, refaccionarias, talleres, obras negras, en terrenos baldíos, en plena avenida o, incluso, junto a un Bachilleres.

 

Lo que ocurrió en la ciudad de Durango está lejos de ser extraordinario.

 

En 18 de los 24 estados hay registro de fosas en los municipios de las ciudades capitales. Estos son: Aguascalientes, Baja California Sur, Coahuila, Colima, Chihuahua, Durango, Guerrero, Jalisco, Morelos, Nayarit, Nuevo León, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala, Quintana Roo y Zacatecas.

La danza de las cifras

Una lona color azul cielo sirve como tendedero de lo que parece ser una truza, una camiseta, bolsas negras de plástico, pedazos de tela sin forma y hasta ropa de bebé. Todo pintado con el mismo tono color lodo por el tiempo que permanecieron bajo la tierra.

 

Esa imagen divulgada por el gobierno veracruzano ilustraba la noticia que el pasado 7 de septiembre reportaban algunos diarios: el hallazgo de 32 fosas clandestinas con 174 cráneos en el centro del estado de Veracruz.

 

“Hay ropa de bebés en las fosas de Veracruz; familiares identifican hasta mamelucos y trajecitos” o “Pantaloncitos, gorritos y sudaderas: encuentran ropa de bebé en mega fosas clandestinas de Veracruz”, publicaron distintos medios resaltando la crueldad de los victimarios.

NOTA COMPLETA: https://www.quintoelab.org/el-pais-de-las-2-mil-fosas/

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