Redacción | El Piñero
Ciudad de México.– La economía mexicana atraviesa un periodo de aparente solidez, reflejado en la apreciación del peso frente al dólar estadounidense y la desaceleración de la inflación a niveles no vistos en años recientes; este doble fenómeno ha captado la atención de los mercados internacionales, al proyectar una imagen de estabilidad que contrasta con la volatilidad económica global.
De acuerdo con los últimos reportes del Banco de México, el control de los precios al consumidor ha fortalecido la capacidad adquisitiva de los hogares, al tiempo que el peso más fuerte ha abaratado las importaciones, disminuido los costos de la deuda externa y beneficiado a los consumidores nacionales. Sin embargo, esta fortaleza cambiaria también plantea desafíos para el sector exportador, que podría ver reducida su competitividad en los mercados internacionales.
Las autoridades mexicanas, encabezadas por Banxico y la Secretaría de Hacienda, han atribuido esta situación a una política monetaria firme, disciplina fiscal y al atractivo del país para la inversión extranjera directa, particularmente por el fenómeno del nearshoring. No obstante, analistas advierten que una parte importante de este optimismo se sustenta en factores externos, como las tasas de interés en Estados Unidos y el flujo especulativo de capital. Un giro en las condiciones internacionales podría generar ajustes abruptos, debilitando el peso y reactivando presiones inflacionarias.
México se encuentra así en un momento clave: capitalizar este entorno favorable con reformas estructurales e inversiones estratégicas será esencial para transformar la estabilidad coyuntural en crecimiento sostenido y bienestar duradero para su población.