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Mezquinos salarios a policías de Veracruz; con 7 mil pesos al mes, en manos de los narcos

El Piñero

 

Luis Velázquez/Barandal

04 de mayo de 2018

 

ESCALERAS: La yunicidad está atorada en materia de seguridad. La vida sigue prendida con alfileres, igual que en el sexenio anterior. La raíz del conflicto tiene, de entrada, un solo nombre. Pésimos, malos, mezquinos salarios a los policías. Hay polis de 5 mil pesos mensuales. Por lo regular, perciben 7 mil.

Pero si son, digamos, 7 mil pesos al mes, un policía casado, con dos, tres, cuatro hijos, vive el peor de los mundos. Atrapado en el infierno. Y sin salida. Simple y llanamente, como dijera el topo de Carlos Marx, salarios para corromperse, mejor dicho, para prostituirse.

Ya se sabe, “muchas cornadas da el hambre”.

Y si en el camino, de pronto, alguien toca a la puerta y te ofrece, como los narcos, el mismo salario sólo por ser informante, con todo y que sea corrupción, le entran, único camino para llevar el itacate y la torta a casa.

Y si te ofrecen el doble del salario policiaco, con más razón.

Por eso, y entre otras cositas, el manotazo del gobernador Yunes para “oxigenar” los cuerpos policiacos.

 

PASAMANOS: Que treinta policías de Tuxpan, detenidos y acuartelados en Xalapa.

Que diez policías de Catemaco, detenidos, porque protegían a un secuestrador.

Que 38 policías de Jáltipan, desarmados, por reprobar el examen de confiabilidad.

Etcétera.

Caray, en las corporaciones hay un aproximado de veintidós mil policías y al paso que vamos, cuando faltan 7 meses para terminar el bienio, el tiempo será insuficiente.

Y más, por el caso de la desaparición forzada que en lenguaje universal significa la alianza de políticos, jefes policiacos y policías con la delincuencia organizada.

Además, y si vamos a la historia de los políticos corruptos, lo decía el fogoso, “no tienen llenadera.

Y es que la naturaleza humana es así: entre más tienes… más quieres.

Y entre “más ordeñas la vaca”, más la exprimes, así quede seca.

Y más, cuando la vida pública se mide por bienios, cuatrienios (caso de los presidentes municipales) y sexenios.

 

CORREDORES: La inseguridad es un todo.

Buenos sueldos, prestaciones médicas, sociales y económicas, seguridad social, INFONAVIT, seguro de vida, educación y capacitación y expectativas de desarrollo personal, entre otras cositas.

Además, combate férreo a la delincuencia organizada y del orden común.

Por eso, cuando en la campaña electoral del año 2016, el candidato Miguel Ángel Yunes Linares dijo que en un semestre pacificaría Veracruz despertó demasiadas expectativas y la realidad social ha sido avasallante, con vientos huracanados en contra.

Hoy, ninguna duda existe que parte de los policías siguen aliados con los malandros y revertir la tendencia está en chino… por más y más alardes boletineros de que la batalla contra la incertidumbre y la zozobra la van ganando.

Y lo peor, nadie se gana llorando en público porque los jefes se han entregado por completo al combate a los carteles y sacrificando el tiempo familiar.

Más, cuando, por ejemplo, la estrategia oficial es errática, concentrada en la lucha contra los malosos y descuidando a los ladrones y asaltantes.

Un solo dato: en el último balance de Seguridad Nacional, Veracruz ocupó el segundo lugar nacional en robos de automóviles.

 

RODAPIÉ: Los veintidós mil policías estatales perciben siete mil pesos mensuales.

Según las versiones, pronto será anunciado un aumento de mil pesos.

Es decir, ganarán 8 mil pesos.

Ni hablar, sólo tal cantidad es posible.

Pero al mismo tiempo, y de cualquier manera, ocho mil pesos al mes son insuficientes para sostener a una familia, y más si el padre de familia, un policía, mantiene a sus padres viejos y enfermos.

“La Santa Muerte” seguirá como patrona universal de los policías, pues los carteles y cartelitos significan, con todo y los riesgos de una vida frenética, un ingreso más significativo.

Y, por añadidura, la profecía continuará cumpliéndose “al pie de la letra” de tener más miedo que a un ladrón a un uniformado.

Cada secuestrado, desaparecido, asesinado y sepultado en fosa clandestina constituye la prueba de la ineficiencia policiaca.

También, claro, de la impunidad, su hermana gemela.

 

BALAUSTRES: Los miserables sueldos a los policías equivale casi casi al “cuento de nunca acabar”.

Desde luego, en la retórica política el hecho sirve porque permite hablar pestes del gobernante antecesor.

También, y en nombre del presupuesto público insuficiente, da pie para “lavarse las manos… a tiro por viaje”.

Por ejemplo, si la yunicidad aumenta mil pesos a cada uno de los 22 mil policías se traducirá en un gasto mensual de veintidós millones de pesos.

Es decir, 264 millones de pesos anuales.

Sólo, por un incremento de mil pesos mensuales, raquíticos y jodidos.

Por eso, el círculo vicioso en que, todo indica, los malandros siguen ganando.

Y ni modo de pedir al gobierno federal apoyos extraordinarios, pues igual, o peor que Veracruz está el resto de la nación.

Es la hora de buscar otra salida, pues la inseguridad, la incertidumbre y la zozobra cada día y cada noche significan el pendiente número uno en la tierra jarocha.

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