Eugenio GONZÁLEZ | El Piñero
Este martes –10 de junio–, la gobernadora Rocío Nahle —con su porte de acero y sonrisa afilada— no se anduvo con rodeos. Abrazó a la presidenta municipal de Chacaltianguis, Berta Isabel Muñoz, y le dio el espaldarazo. Uno de esos que pesan. Uno de esos que dicen: “Aquí hay continuidad, aquí hay confianza.”
Fue un gesto claro. En medio de la atención de los enviados del sur de Veracruz, la mandataria le reiteró su respaldo total. Por el gobierno que ha encabezado. Por la firmeza. Por el estilo directo, sin florituras, con el que ha conducido los destinos de ese rincón cuenqueño que suele estar fuera del radar… hasta que algo pasa.Y hoy algo pasó.
En ese cruce de palabras, Rocío Nahle fue tajante: sabe exactamente lo que ocurrió antes, durante y después del proceso electoral. Lo dejó claro como lo dijo en su más reciente conferencia de prensa. Las trampas, dijo, vinieron del partido Movimiento Ciudadano, operado por personajes que se escudan en el anonimato y el sospechosismo.
El mensaje no solo fue para Berta Isabel —quien salió del encuentro con la frente más en alto que nunca—, sino para quienes todavía creen que los desaguisados del poder se olvidan con el tiempo. No. Aquí se toman nota. Y se cobran facturas.
En medio del oleaje postelectoral, la presidenta de Chacaltianguis recibió un voto de confianza que no muchos pueden presumir. El tipo de respaldo que no se otorga por capricho, sino por resultados. Por liderazgo. Por lealtad.
Y aquí quedó claro quién mueve las piezas… y quién se ganó seguir en la partida.