Redacción El Piñero | Corresponsalía
Oaxaca.- El martes 23 de septiembre, la Ciudad de México se prepara para recibir a la indignación organizada, cientos de estudiantes oaxaqueños, encabezados por la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR), marcharán frente a Palacio Nacional durante la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, llevando consigo una petición clara, que el Gobierno Federal intervenga para frenar la represión y persecución política que enfrentan en Oaxaca y garantizar la seguridad de sus albergues estudiantiles.
La historia detrás de la protesta no es nueva: desde hace más de seis meses, estos jóvenes han agotado recursos y creatividad en su lucha. Han organizado cadenas humanas, mítines, eventos culturales, difundido denuncias y aun así, el gobierno de Salomón Jara Cruz parece practicar un curioso arte de los “oídos sordos”. La última acción que encendió la indignación fue el 5 de agosto, cuando un grupo de veinte personas armadas allanó el Albergue Estudiantil “Villas de Monte Albán” y saqueó una tienda de abarrotes del Movimiento Antorchista, sumando este acto a otros dos incidentes previos de persecución política que no han sido atendidos.
Mientras los estudiantes preparan su movilización, las autoridades estatales mantienen un silencioso papel de espectadoras. Ninguna acción concreta, ninguna medida preventiva; solo promesas de investigación que hasta ahora parecen flotar en el aire. Así, Oaxaca, con sus patios estudiantiles convertidos en escenario de denuncias y resiliencia, lleva su mensaje a la capital: no serán ignorados, y si la atención no llega, la protesta continuará expandiéndose, con más fuerza, hasta que alguien escuche.






