Redaccion | El Piñero
Oaxaca.- Dicen que en la madrugada del domingo, los pasajeros del autobús de la línea Transportes Oaxaca-Chiapas (TOCH) vivieron un episodio que más parecía escena de película de suspenso, pero sin el glamour hollywoodense. Entre El Camarón Yautepec y Soledad Salinas, sujetos a bordo de un Nissan Tsuru gris decidieron que lanzar botellas y piedras era la mejor manera de saludar al conductor… o de detenerlo.
El chófer, lejos de entrar en pánico, mantuvo firme el volante y continuó su ruta, desbaratando los planes de los “artistas” del cristaleo improvisado. Nadie resultó lesionado, pero sí quedó en evidencia la vulnerabilidad de los viajeros ante quienes creen que el transporte público es su escenario personal para ensayar habilidades destructivas.
Mientras tanto, las autoridades parecieron dormir la siesta más larga de la historia, porque hasta ahora no han reforzado la vigilancia ni tomado medidas visibles para evitar que otro susto como este se repita. Entre la incredulidad y la molestia, los pasajeros y conductores se preguntan si alguna vez verán un patrullaje que no sea solo decorativo.