Redacción El Piñero | Corresponsalía
Oaxaca.- Circulando por sus calles uno podría pensar que está en un videojuego, motociclistas sin placas ni casco, hasta cuatro personas sobre una misma moto, automovilistas que ignoran cualquier regla y peatones cruzando como si participaran en un maratón de riesgo extremo. El caos, que ya era evidente, se coronó hoy en la Ciudad de Puerto Escondido, con un accidente de consideración en la Calle Tercera Norte esquina con la carretera federal Costera, donde un semáforo dañado desde hace meses sigue siendo un testigo mudo de la indolencia institucional.
Los cruces son una lección diaria de “quién puede más”. Nadie respeta el famoso “uno por uno”, las vías que deberían ser preferenciales son territorios sin ley, y los motociclistas parecen competir por un premio a la velocidad más temeraria. Para quienes necesitamos usar un vehículo o simplemente caminar, incorporarse a las vialidades como Avenida Oaxaca, Tercera y Cuarta Poniente (Camino Real) o Primera Oriente se ha convertido en un acto de manejo a la defensiva y de fe ciega en que nada sucederá. Y, por si fuera poco, las banquetas desaparecen bajo la invasión de negocios que van desde taquerías hasta tiendas de materiales, obligando a los ciudadanos a transitar por el pavimento como si fuera un deporte extremo.
En algún momento, Puerto Escondido contó con agentes de tránsito que cumplían con su labor y hasta tenían apodos entrañables, como “El Chulo”. Hoy, los pocos elementos visibles se limitan a vigilar mercados o escuelas, mientras el resto de la ciudad se deja a la suerte de los conductores y la fatalidad. La Delegación de Tránsito Estatal y las autoridades municipales parecen jugar al “esperemos que no pase nada grave” mientras los ingresos por licencias, permisos y multas se esfuman en la nada, y la seguridad vial se convierte en un mero accesorio del turismo de postal.
Con información del Ing. Abel Emigdio Baños Delgado.