Redaccion | El Piñero
Oaxaca. — En la tranquila Punta Colorada, Puerto Escondido, donde las olas acarician la arena sin prisas y las gaviotas aún tienen la jefatura del lugar, un cuartel policial quiso instalarse como si fuera un invitado inesperado sin invitación. La Profepa suspendió las obras, tras descubrir que la naturaleza estaba siendo tratada como un lienzo para cemento y permisos inexistentes.
Los vecinos y colectivos ambientales no se hicieron de rogar: con denuncias en mano y ojos atentos, señalaron que la construcción avanzaba sin autorización ambiental, amenazando humedales, dunas y la biodiversidad marina. Punta Colorada, para ellos, no es solo arena y olas; es refugio de especies, centro de pesca artesanal y escenario de recreación comunitaria, y, por supuesto, patrimonio turístico que no merece un “cuartel sorpresa”.
Mientras tanto, las autoridades locales miraban hacia otro lado, quizá entretenidas en papeleo o en otras prioridades menos urgentes que la protección de la playa. Gracias a la intervención de Profepa, la suspensión mantiene la obra congelada, pero los colectivos advierten que la vigilancia ciudadana será su mejor arma: Punta Colorada no quiere héroes de uniforme ni cemento disfrazado de progreso; quiere respeto, conservación y, sobre todo, que nadie convierta su paraíso en un proyecto a medias.