Redacción El Piñero | Corresponsalía
Oaxaca.- La Carretera Internacional 190, a la altura de la Macroplaza en Santa Lucía del Camino, municipio de la región de Valles Centrales, dejó de ser solo una vía de tránsito el miércoles pasado. La rutina se rompió cuando varias mujeres descubrieron que Natanael Hamurabo M. O., de 25 años, no estaba conversando, sino grabándolas con su teléfono. La ciudadanía reaccionó rápido, y lo que podría haber sido otra escena de impunidad terminó con la intervención de la Policía Municipal.
Según los testigos, el joven caminaba con la serenidad de quien no ha hecho nada malo, fingiendo hablar por teléfono mientras la cámara permanecía encendida enfocando a los transeúntes. Al ser confrontado, intentó escapar, solo para ser alcanzado en cuestión de segundos. La detención fue rápida, aunque la prevención debió haber sido aún más eficiente: Natanael ya había sido señalado en julio por presunto abuso sexual, y desde entonces la Policía Municipal mantenía un seguimiento informal que, a todas luces, no bastó para evitar reincidencias.
Y aquí está el detalle que más molesta a la población: la respuesta de las autoridades llega siempre después del espectáculo. La vigilancia preventiva brilla por su ausencia, mientras los discursos oficiales prometen seguridad y protección. La realidad es otra: protocolos insuficientes, seguimiento tardío y una comunidad que sigue aprendiendo por las malas que, a veces, la seguridad pública solo aparece cuando ya hay confrontación.