Redacción El Piñero | Corresponsalía
Oaxaca.- En el municipio de Santiago Laollaga, región del Istmo, el Ojo de Agua, lugar donde el agua fresca de un balneario se convierte en refugio y sustento de familias, permanece cerrado. Más de cincuenta vendedores, muchos de ellos con más de veinte años ofreciendo alimentos y sonrisas a visitantes, se enfrentan hoy a la incertidumbre.
La decisión de cerrar, tomada por cambio de administración y asamblea comunal, busca más que un simple cierre temporal, es un llamado a la reflexión sobre cómo se ha manejado este espacio, con un ojo puesto en las finanzas del pasado y otro en el futuro incierto de quienes lo habitan y trabajan. Los terrenos que rodean el balneario, y sus dueños, también forman parte de este complejo entramado que la comunidad intenta ordenar.
Hasta que la asamblea no encuentre un camino común, el balneario permanecerá cerrado. En este paréntesis, la esperanza de una reorganización que equilibre tradición, recursos y convivencia se siente tan fresca como el agua que una vez corrió libre por el Ojo de Agua.