Redacción El Piñero
Oaxaca.- La tranquilidad de Tehuantepec, municipio de la región del Istmo, se hizo pedazos cuando la oscuridad del camino de terracería que conecta la Transístmica con la Colonia Flor de Azalea se iluminó con destellos de arma de fuego. Al poco tiempo, la versión que corría entre los vecinos dejó de ser rumor, dos hombres quedaron sin vida a la vera del sendero, sellando con silencio lo que unas horas antes fueron más de ocho estruendos que sacudieron la calma de la comunidad.
Vecinos, con el susto aún en la garganta, narraron cómo el eco metálico de las detonaciones los obligó a encerrarse en sus casas, mientras afuera la realidad escribía una nueva página roja. Al llegar las autoridades, confirmaron el hallazgo, dos masculinos, sin identificación y con múltiples lesiones que evidenciaban el incidente armado. La zona quedó acordonada, mientras las patrullas hacían más ruido con las sirenas que con acciones concretas.
Y como dicta la costumbre institucional, lo único que se movió rápido fueron las cintas amarillas para “resguardar la escena”. De los responsables, ni rastro; de la persecución, ni se habló; y de la estrategia de seguridad, mejor no preguntar. En resumen, un operativo de utilería, digno de exhibirse en un museo de lo inservible, mientras los habitantes siguen viviendo entre sobresaltos y promesas que se desvanecen tan rápido como los rondines.