Redacción |El Piñero
Oaxaca.- El calendario marca 15 de septiembre y en el municipio de Tuxtepec, región Cuenca, no sólo se encienden luces patrias, también se cumple el aniversario número 14 del fallecimiento de Gustavo Pacheco Villaseñor, expresidente municipal que cayó víctima de un ataque armado en el año 2011. Una fecha que debería ser de memoria y justicia, pero que año con año se convierte en recordatorio de que la impunidad en Oaxaca goza de salud de hierro.
Pacheco, priista de cepa, dirigente de la asociación civil Democracia y Equidad , político de relaciones fuertes, había terminado su mandato en 2010. Para algunos, era un hombre cercano al pueblo; para otros, un personaje rodeado de polémicas, como aquel incidente vial en el que un niño perdió la vida meses antes de su muerte. Aun así, su nombre se mantuvo en la conversación política hasta el día de su final abrupto.
Lo más escandaloso no es el ataque en sí, sino lo que vino después: nada. En pleno sexenio de Ulises Ruiz, el expediente se archivó con el mismo sigilo con que se barren las migajas debajo de la mesa. Sospechas sobre priistas de renombre quedaron flotando en el aire, pero nadie fue llamado a cuentas como probables responsable. Hoy, catorce años después, el caso sigue tan empolvado como las placas de un tren olvidado en la estación. Así, el recuerdo de Pacheco no sólo es luctuoso, también es una radiografía de cómo la justicia mexicana puede ser ciega… y, a conveniencia, también sorda y muda.