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Pepe Yunes: cerca del PRI y lejos de Javier Duarte

El Piñero

  • Desde el 2010 José Yunes Zorrilla sueña y anhela en ser nominado candidato al gobierno de Veracruz, hoy todo está puesto para que luche la madre de todas las batallas
  • Entre sus fortalezas están: camino recorrido por el PRI estatal, varias veces diputado, con los contactos en el altiplano para hacer política en las grandes ligas y tratar de sacar del bache a Veracruz
    •En el 2010 fue engañado por Fidel Herrera de que iba ser candidato; en 2016 se le atravesó otro Yunes, Héctor, quien también se sentía merecedor; en ambos casos aguantó vara y hoy es nominado
    •Fue mucha la distancia que tomó del duartismo y saldrá a campaña con un PRI desinflado y sin dinero

    Ignacio Carvajal

blog.expediente.mx

Entre vinos caros  y ricas viandas, el entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa invitó a comer a todos los que aspiraban a reemplazarlo en el cargo.
Ese 29 de diciembre de 2015, en Casa Veracruz, se dio una comida de acercamiento y solidaridad en torno a quien sería nombrado como el aspirante a gobernador, por órdenes desde las cúpulas, pese a que Duarte de Ochoa hasta el final peleó por imponer a Alberto Silva.
El candidato fue Héctor y los demás asistentes a la comelitona ese 29 de noviembre se tomaron la foto que fue boletinada a todas las redacciones con un pie de foto que ya daba por hecho el nombramiento. A 24 meses, los que salieron en la foto han pasado de la bonanza a la desgracia;
Duarte encarcelado.
Flavino Río, de vestir elegante, a usar traje color Pacho Viejo.
Alberto Silva denunciado y aferrado al fuero
Tomás González exiliado de la vida pública, con el nombre en la ruina.
Héctor Yunes Landa, recordado como el candidato que perdió el gobierno de Veracruz para el PRI por primera vez, salpicado por escándalos de corrupción.
Y Lagos, Mota y Carvallo con el agua al cuello pesando el día en que vayan por ellos.
Únicamente uno de los aspirantes a la candidatura al gobierno de Veracruz en 2016 se salvó, el gran ausente de esa comida, el Senador José Francisco Yunes Zorrilla, quien acaba de ser designado por el PRI como precandidato al gobierno de Veracruz en 2018.
Pepé Yunes se mantuvo distante del concilio donde Duarte sacó al candidato, que resultó maldito, caminando a la derrota que ahora el peroteño tiene como meta dejar atrás, y regresar al PRI al palacio de gobierno, de donde fueron echados por Miguel Ángel Yunes Linares.

HA CAMINADO

Desde que comenzó su carrera política en las filas del tricolor, José Yunes Zorrilla, no ha recibido señalamiento por corrupción. Tampoco se ha sabido de denuncias formales en su contra o que haya tenido que desfilar ante el Ministerio Público del fuero común o el federal.
Los analistas de la política local, así como sus detractores ya ven en esta característica de Pepe Yunes una de sus principales fortalezas, el halo de honestidad con el cual se ha cubierto en los últimos años.
Tanto Fidel Herrera como Javier Duarte en su momento le marginaron y dejaron fuera de decisiones trascendentes para sus gabinetes; al paso del tiempo eso se convirtió en otra virtud.
Pues a la distancia, Yunes Zorrilla ha visto cómo uno a uno de los personajes para los que le tocó hacer talacha, desde Fidel Herrera hasta Javier Duarte de Ochoa, y sus cercanos han sido alcanzados por el fuego de la yunicidad; en tanto, él, desde el Senado, se ha mantenido ajeno a las acusaciones que sí alcanzaron a su compañero de escaño, Héctor Yunes.
Toda su educación básica la realizó en instituciones del gobierno en su tierra natal, Perote, pero la superior la sacó en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), donde se graduó de Licenciado en Administración, y conoció a dos de sus grandes aliados camino a la candidatura, el ya candidato del PRI a la presidencia de la República, José Antonio Meade, y su gran amigo, Luis Videgaray; por esa misma escuela pasaron otros de sus amigos, como el actual Presidente de la Mesa Directiva del Senado, Ernesto Cordero Arroyo, quienes han sido decisivos en su destino.
Y mientras Javier Duarte de Ochoa, su pandilla y los niños fieles se quedaban en Veracruz a saquear y a repartirse el botín, Pepé Yunes andaba en el altiplano haciendo política y contactos, formándose una visión de Veracruz desde las grandes ligas, pues también ha recorrido el estado en diversas ocasiones, en la campaña al Senado, y en las distintas tareas como legislador.
En el trabajo legislativo, ha sido diputado federal en dos ocasiones y una local, actualmente es senador de la república, cargo que ha empleado para gestionar recursos a diversos municipios de Veracruz, siempre ocupado y preocupado por los pendientes de los alcaldes de los 212 municipios.
Los que lo conocen, cuentan que ha desarrollado una de las mejores cualidades del político de antaño, recordar el nombre completo y apellidos de los líderes tanto municipales y seccionales del PRI, lo que le ha granjeado la simpatía y respeto entre las bases.
Y desde que Yunes Linares rindió protesta como gobernador, José Yunes Zorrilla se ha vuelto una voz crítica en el Senado, donde lo mismo ha demandado transparencia en el manejo de la deuda pública, que exigido una real lucha contra la delincuencia.
Yunes Zorrilla es casado, se desconoce si profesa alguna religión, pero proviene de una reconocida familia de comerciantes que emigraron de medio oriente a México en busca de fortuna en Perote, explotando también una mina de cal y otros negocios. El ancestro de la familia, Julián Yunes Turbay, abuelo de Pepe Yunes, siempre fue cortejado por hombres poderosos, al igual que el padre del senador, José Abraham Yunes Suárez, quien en la finca San Julián, de Perote, ha recibido a diversos gobernadores, desde Fernando Gutiérrez Barrios, hasta Fidel Herrera Beltrán.

PERO…

Entre sus debilidades también se puede mencionar su partido, el PRI, que en los comicios a gobernador del 2016 estuvo a punto de pasar a tercera fuerza política ante el incremento de MORENA, sobre todo en el sur.
En las elecciones del 2017, para renovar alcaldías, el PRI también resultó apaleado de nueva cuenta, y perdieron más del 90 por ciento de los ayuntamientos que tenían, entre ellos, Coatzacoalcos, Veracruz, Minatitlán, Cosamaloapan, San Andrés Tuxtla, Xalapa, Poza Rica, entre otras, siendo las ciudades más importantes para la economía y vida política y social del estado.
Por ese lado, el candidato al gobierno de Veracruz del PRI no contará con alcaldes fuertes que le respalden políticamente en esas ciudades que, además, cuentan con amplias zonas marginadas que son reservas electorales.
Le tocaría hacer campaña con el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, que es uno de los hombres más rechazados y señalados en el país, por los altos grados de corrupción de su gestión; en el Senado, por ejemplo, votó a favor de las reformas estructurales de Peña Nieto y por la Ley de Seguridad Interior.
Igualmente haría campaña con el candidato del PRI, José Antonio Meade, que pudo ser una fortaleza para lograr la candidatura; sin embargo, para ganar el Ejecutivo, para pronto, trae en contra “el gasolinazo”.
Mientras en el estado ha crecido la efervescencia por el PAN y MORENA, el PRI va en picada, eso se ve tan sólo en la asignación de las prerrogativas de campaña: de los casi 140 millones que anualmente estaba sacando el PRI estatal, para este año son 107 millones, similar a lo que se llevará MORENA (105 millones) y con menos antigüedad y mucho menor infraestructura política.
Así, en cuanto a recursos y capacidad para movilizar activos, el PRI lleva menos ventaja que en otros tiempos, cuando el dinero corría por tesorería del partido.
El escándalo de los duartistas será una sombra que el PRI seguirá padeciendo, pues el gobierno actual ha dicho que las investigaciones siguen y ORFIS no ha dejado de poner denuncias en la Fiscalía, por lo que los nombres y hombres para ser arrojados a la hoguera de la opinión pública, aún dan para más noticias que implícitamente afectarán la de por si abollada imagen del tricolor.
Aunque como senador ha estado presente en casi todas las regiones del estado, ignoró los problemas de seguridad en cada uno de los municipios más afectados, por lo menos hasta mediados del 2016, cuando ya se notaba la debacle de Javier Duarte, José Yunes Zorrilla no se caracterizó por alzar la voz contra la inseguridad, el secuestro y la violencia que priva en Veracruz, como lo hace ahora, que el gobierno es opositor.
Durante el duartismo abundaron las violaciones a los derechos humanos, las balaceras, desaparecidos, y la narcopolítica alcanzó niveles insospechados, al grado de que el ex jefe de la policía, Arturo Bermúdez, tenía línea directa con la delincuencia, y los delincuentes vestían de policías y cometían toda clase de tropelías, siempre amparados por la justicia, y ni con eso, Yunes Zorrilla alzó la voz.
Pepe Yunes quedó al mismo nivel de las autoridades que nunca vieron la fosa de Colinas de Santa Fe, de la que a la fecha han rescatado cerca de 300 cadáveres; tampoco ha tenido acercamientos con los colectivos u con otro tipo de grupos lastimados por el régimen priista que encabezó Duarte de Ochoa.
Y fue tanta la distancia que tomó del gobierno de Duarte que como presidente de la Comisión de Hacienda y Crédito Público dejó hacer y dejó pasar a la pandilla de que saqueó Veracruz y que tan sólo en irregularidades ante la Auditoría Superior de la Federación suman unos 40 mil millones de pesos no justificados.

 

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