➡️ En Jocotepec, como en tantos municipios oaxaqueños, el poder no se hereda por mérito, sino por sangre.
➡️ La lucha por el poder se centra en mantener el control de los millones de pesos que llegan año con año y que, paradójicamente, no se reflejan en desarrollo.
Cuenca del Papaloapan.- En Santiago Jocotepec, el poder político parece haberse convertido en una empresa familiar. Javier Ignacio Flores, actual presidente municipal y fiel seguidor del partido en el poder, intenta reelegirse por interpósita persona, su hija, Karla Ignacio Verdeja, quien encabeza la llamada “planilla verde”.
El olor a nepotismo que impregna al estado de Oaxaca se extiende nuevamente. No es un caso aislado. Es, más bien, el reflejo de una práctica institucionalizada desde el gobierno estatal encabezado por Salomón Jara Cruz, donde colocar a familiares, compadres y aliados en los cargos públicos se ha vuelto rutina, una costumbre que traiciona los ideales de la Cuarta Transformación y humilla la inteligencia del pueblo.
Lo que sucede en Jocotepec no es un asunto menor. En un municipio donde la pobreza aún golpea los hogares, donde los caminos siguen destrozados, el campo agoniza y los centros de salud carecen de medicamentos, la lucha por el poder se centra en mantener el control de los millones de pesos que llegan año con año y que, paradójicamente, no se reflejan en desarrollo alguno.
A nivel nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum ha anunciado una reforma constitucional “para eliminar el nepotismo electoral”, pero en la práctica —sobre todo en Oaxaca— el discurso no pasa de ser un eco hueco. En los municipios, el nepotismo no sólo continúa, sino que se disfraza de continuidad, de proyecto y de estabilidad, mientras las familias políticas se reparten el pastel del presupuesto.
En Santiago Jocotepec, la jugada de Javier Ignacio es clara, blindar su administración y evitar que una nueva gestión exija cuentas sobre los recursos y obras pendientes. Las comunidades siguen esperando carreteras transitables, servicios médicos básicos, programas de apoyo al campo y escuelas dignas. Pero esos temas, parece, no figuran en la agenda del edil, cuya prioridad es garantizar que el apellido Ignacio siga mandando en el palacio municipal.
“Nos prometieron desarrollo, pero sólo han desarrollado sus bolsillos”, dicen los pobladores cansados de ver cómo las mismas manos administran los fondos públicos.
En Jocotepec, como en tantos municipios oaxaqueños, el poder no se hereda por mérito, sino por sangre. Y mientras los recursos públicos se usan para financiar campañas familiares, el pueblo sigue esperando la transformación que nunca llegó.