Luis Velázquez/Escenarios
Veracruz.- UNO. Presos 64 policías
La yunicidad encarceló a un montón de políticos duartistas acusados de pillos y ladrones y que ya son liberados, poco a poquito, por la Cuitlamanía, el nuevo estilo de gobernar Veracruz desde la izquierda, incluso, la izquierda delirante.
Pero el bienio azul también encarceló a un aproximado de sesenta y ocho policías y jefes policíacos, la mayor parte polis rasos, acusados de desaparición forzada.
El primero en caer fue Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública, señalado por otros delitos y a quien después le endilgaron la desaparición forzada.
Luego, fueron cayendo el director de Servicios Periciales del Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, Gilberto Aguirre Garza.
Rosario Zamora, directora de la Policía Ministerial.
Carlota Zamudio, Fiscal Regional en Xalapa.
Roberto González Meza, titular de la Fuerza Civil.
Luis Ángel Bravo Contreras, el Fiscal.
En tanto, José Nabor Nava Holguín, se fugó y la yunicidad ofreció un millón de pesos por su cabeza y paradero, pero nadie los quiso o pudo cobrar.
Todos, acusados de desaparición forzada.
Pero tal delito, aunque existe en la Constitución Política de Veracruz, oh paradoja, no está considerado de grave y los presos pueden dejar el penal de Pacho Viejo.
La primera señal ya fue enviada con la libertad de Bermúdez.
Y en el caso de los jefes policiacos y policías aún detenidos, todo dependerá, claro, de los abogados, porque la salida está garantizada en la Constitución.
La justicia, entonces, igual para todos, y más luego de lo que el secretario General de Gobierno ha advertido, asegurando que la Fiscalía integró mal los expedientes, y por tanto, merecen la libertad.
Ya se verá, pues pasó la navidad y aun cuando Eric Patrocinio Cisneros había dicho que acaso sería para la nueva elite política un regalo navideño la destitución del Fiscal Jorge Wínckler, diferida como regalo, acaso, de Reyes, la analogía pudiera reproducirse para los mandos policiacos y policías de Javier Duarte.
Por delante, sin embargo, en el transcurso del año quedarán muchos días festivos para anunciar de nuevo en los titulares la posible libertad, o libertad bajo fianza, de los guardianes del orden público y la seguridad que fueron en el último sexenio priista de Veracruz.
DOS. Tres tipos de justicia…
Si fuera así, caray, la justicia en el tiempo de Javier Duarte y la justicia en el tiempo de Miguel Ángel Yunes Linares y la justicia en el tiempo de Cuitláhuac García Jiménez.
Tres diferentes miradas, incluso, encontradas entre sí, para calificar la noche más terrible, desesperante y angustiosa del Golfo de México en el primer Ayuntamiento de América Latina fundado en tierra firme por Hernán Cortés.
Los días y las noches sórdidas y siniestras de cuando, por ejemplo, convirtieron “Colinas de Santa Fe” en fosa clandestina privada tanto de malandros como de policías.
La desaparición de personas sacadas con violencia de sus casas y departamentos.
La desaparición de personas en las carreteras cuando en los retenes los detenían.
El asesinato de personas secuestradas con todo y que los familiares pagaran el rescate.
La tortura a personas de la tercera edad que secuestradas les cortaban los dedos y enviaban a las familias como medida de presión para cubrir el rescate.
El tiradero de cadáveres en la barranca de la muerte, conocida como “La aurora” en el municipio de Emiliano Zapata.
Los jefes policiacos, tipo Marcos Conde, comandante en la región de Cardel y Tierra Blanca, donde sus policías detuvieran a los cinco jóvenes de Playa Vicente y los entregaran a los malosos y los desaparecieran… hasta la fecha.
Las trece edecanes y modelos de Xalapa desaparecidas luego de una fiestecita en un rancho de Actopan donde participaran, según el trascendido, jefes policiacos y narcos jefes.
Etcétera.
Un mundo sórdido y siniestro para interpretar la justicia en el tiempo de Javier Duarte, Yunes Linares y Cuitláhuac.
Y todavía así, las elites políticas sueñan con que el ciudadano común y sencillo tenga fe y crea en ellos, a ciegas, como si sus discursos mesiánicos y populistas fueran creíbles.
TRES. Justicia a modo
Hay en Pacho Viejo privados de su libertad un aproximado de 68 jefes policiacos y policías, de los cuales unos sesenta y cuatro son policías rasos.
En su momento, cuando algunos fueron aprehendidos, las esposas armaron un plantón afuera del famoso penal, sin ningún resultado.
Sus esposos siguen confinados en la cárcel más famosa de Veracruz por los políticos que han pasado sus días y noches mensuales y anuales durmiendo en sus camas frías.
También hay en las cárceles locales, por ejemplo, cientos de indígenas presos acusados del grave delito de lesa humanidad de robarse una gallinita, un pollito, para llevar el itacate a casa de tan jodidos que están y que lo regular, cada navidad, y en descargo de la conciencia social el gobernador en turno suele, suele, suele libertad, lleno de piedad y misericordia, a unos cuantos.
En tanto, la mayor parte sigue presa.
Las cárceles, dicen quienes han estado presos, están llenas de presos inocentes.
Alguna vez, incluso, el secretario General de Gobierno de Dante Delgado Rannauro, Miguel Ángel Díaz Pedroza se lo dijo a Salvador Mikel, subsecretario de Gobierno de Patricio Chirinos Calero, cuando lo querían detener:
“Yo, Mikel, ya fui secretario de Gobierno. Y dile a Chirinos, quien fue mi amigo, que entonces dejé en libertad a gente culpable y encarcelé a gente inocente. Y aquí estoy, para lo que se ofrezca”.
Por fortuna, digamos, nunca Chirinos procedió en contra de su ex amigo, pero la frase de Díaz Pedroza denota y connota la interpretación de la justicia en cada tiempo constitucional de Veracruz.
68 policías esperan su libertad en Pacho Viejo. El delito de que fueron acusados, desaparición forzada, vaya paradoja, fue considerado pero sin gravedad, como en el resto del mundo, en la Constitución Política local, ¡vaya proeza histórica de los diputados locales que la aprobaron!, y que, claro, ahora con Morena en el mando, habrá de reformarse.
