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PRI Veracruz , en la ruleta rusa, la militancia atrapada y sin salida

Staff El Piñero

Luis Velázquez /Escenarios

Veracruz.-21 de abril de 2017.-Uno. La herencia moral de un padre Gustavo Sousa Escamilla dejó atrapado en el tenedor el pedazo de carne. Tomó el vaso con limonada y tehuacán y suspiró. Unas horas antes, quizá un día, dos días, había declinado la candidatura priista a la presidencia municipal de Veracruz. Incluso, lo hizo a las 9 y media de la mañana de un mismo lunes, cuando dos horas y media después también declinó el panista Francisco Ávila Camberos.

Así, mirando de frente, a los ojos, sin parpadear, cara a cara a Lorena Martínez, delegada del CEN del PRI, le dijo:

“Usted dice que la línea es que nadie que huela a Fidel Herrera y Javier Duarte sería el candidato.

Mire, yo soy amigo de Fidel Herrera antes de que usted naciera. Y los amigos nunca se niegan. Yo trabajé con Javier Duarte, pero en medio del lodazal estoy limpio.

Y luego del desaseo en que me han tenido, en nombre de mi dignidad, ya decliné y me mantengo en la misma línea”.

Comían en “El cacharrito”, solos. Sin testigos. Incluso, con el mesero lejos y hablando en voz baja, quedito. La delegada insistía en que Tavo Sousa reculara y aceptara de nuevo la candidatura. El PRI había quedado sin una figura clave.

Sousa escuchaba en silencio los argumentos de Lorena. Pero en las neuronas y el corazón de Gustavo sólo aleteaba el recuerdo de su padre. “El buen nombre de mi padre, se decía, me abrió muchos caminos en la vida”. Y ni modo que ahora con la intriga y la calumnia que lo había tumbado de candidato tirara por la borda el prestigio. El honor. La dignidad.

“Gracias, delegada”, le dijo varias veces cuando declinó.

“¡Ayúdenos!”, insistía ella, la derrotada candidata priista a la gubernatura de Aguascalientes y ex diputada federal, amigaza, súper amigazaza de Elizabeth Morales, a quien ya entronizó como delegada federal del ISSSTE.

“Gracias” reviraba él.

El mesero traería la cuenta. Lorena le ganaría a pagar. Se despedirían con un abrazo y Gustavo Sousa mantendría su palabra.

Dos. Ni un paso atrás, se dijo

Los días, mejor dicho, las horas, caminaron igual.

Renato Alarcón, el presidente del CDE del PRI, le habló varias veces para que declinado Francisco Ávila Camberos aceptara otra vez, como si fuera, proverbio de ranchero, “plato de segunda mesa”.

Le habló Raúl Díaz Diez, presidente del PRI jarocho (quien fue su secretario particular durante la campaña de Fidel Herrera Beltrán) para convencerlo.

Tampoco.

Le habló Víctor Flores Morales, el dueño del sindicato ferrocarrilero, el Elvis Presley que se soñaba en la juventud, y tampoco.

Le habló el presidente del Congreso del Trabajo en Veracruz, y tampoco.

Ni un paso atrás, se dijo.

Para entonces, la triple traición en su contra se había consumado.

Lo traicionó el presidente municipal, Ramón Poo Gil, quien apostó a Francisco Ávila Camberos, con todo y que en su momento Tavo Sousa declinó por él la nominación priista en tiempo de Javier Duarte.

Lo traicionó la delegada federal de la secretaría de Desarrollo Social, Anilú Ingram Vallines, quien también cabildeó por Ávila Camberos y hasta pidiera a MAO que lo recibiera en el palacio de Bucareli.

Lo traicionó Marlon Ramírez, quien también miraba a Ávila Camberos como el candidato externo del PRI, con todo y que Marlon le quedó a deber la subsecretaría General de Gobierno en el último año de Fidel Herrera.

Un día, cuando Tavo Sousa fue nombrado titular del Fideicomiso al 2 por ciento a la nómina en el duartazgo, se topó con Ávila Camberos en Fortín, quien le dijo:

“Están usando tu nombre y prestigio”.

Un día después de que uno y otro declinaran la candidatura priista a la alcaldía tomaron un café.

Y Tavo Sousa le recordó aquella frase:

“Querían usar tu nombre y prestigio”.

“Sí, lo sé”, dijo el panista que fue alcalde, diputado federal y coordinador de Puertos de la SCT.

En la temporada de tantos Judas, el ex secretario de Turismo con Fidel Herrera se reunió con su familia, su esposa y dos hijos, y les dijo:

“Nada como la tranquilidad familiar”.

Tres. El político que rechazó hacer negocios

En la intimidad recordó a su padre. Gustavo Sousa Acevedo, por ejemplo, fue secretario del alcalde más honesto en la historia de Veracruz, don Manuel Alpino Caldelas.

En la campaña presidencial de Luis Echeverría acostumbraba visitas domiciliarias a un personaje local. Echeverría quiso estar en la casa de don Gustavo Sousa.

En el tiempo estudiantil en la Facultad de Leyes, Tavo fue candidato a presidente de la sociedad de alumnos y llevó como candidato a secretario de Elecciones a Fidel Herrera y a Dante Delgado como secretario de Organización.

Dice:

“En el sexenio de Fidel Herrera pude hacer todos los negocios lícitos del mundo, porque me tenía mucha confianza. Una compañía constructora, por ejemplo. Pero no hice ni uno solo. Y con Javier Duarte trabajé, pero estoy limpio”.

Tan limpio que a principio de semana entregó las cuentas del Fideicomiso del 2 por ciento a la nómina al subsecretario de Finanzas y Planeación y salió sin una mancha.

En el Fidelato soñó con la utopía, el ideal más grande en su vida. La alcaldía, que nunca su padre alcanzó, porque quince días después de que el gobernador Rafael Murillo Vidal le dijo que sería el candidato para sustituir a don Manuel A. Caldelas, su padre murió de la diabetes… debido a la emoción social y espiritual que tuvo.

Fidel, sin embargo, se le atravesó con Carolina Gudiño Corro y lo dejó fuera.

También quiso la candidatura a la alcaldía cuando Javier Duarte, pero Duarte le dijo que tenía compromiso con Ramón Poo Gil.

Ahora, de nuevo lo tumbaron.

Y lo tumbaron Ramón Poo, Anilú Ingram y Marlon Ramírez.

El trío quiso jugar a la ruleta rusa, creyéndose los fantomas del PRI en el peor momento de su vida partidista en Veracruz, con la Yunicidad en el timón.

Pero “el tiro les salió por la culata”.

El tricolor está de hecho y derecho sin candidato. Y aun cuando Fidel Kuri Grajales, el dueño de los Tiburones Rojos, estaría, digamos, definido como candidato, todavía falta que sea oficializado.

Y más porque al próximo alcalde jarocho le tocarán los 500 años de la fundación de Veracruz, además de que gracias a la ley Javier Duarte podría reelegirse por seis años.

 

 

 

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