Redacción El Piñero | Corresponsalía
Puebla.- El viernes 19 de septiembre, Amalia Elena G., de 57 años, caminaba por la calle Epicuro de la colonia Movimiento Antorchista Nacional en el municipio de Tehuacán cuando su rutina se vio interrumpida por un incidente que alteró la calma de la comunidad. Tres hombres la interceptaron con la intención de privarla de su libertad, y aunque la reacción de su familia y de las autoridades permitió su localización, la situación dejó al descubierto las grietas de la seguridad local.
Un vehículo Nissan Tsuru gris con franjas negras fue el escenario del primer contacto: un hombre con sudadera roja solicitó “ayuda” a Amalia para encontrar un lugar cercano; al instante descendió un segundo sujeto y, a pesar de los intentos de la mujer por evadirlos, fue subida al automóvil donde aparentemente ya esperaba un tercer cómplice. Lo que pudo haberse convertido en tragedia, terminó en un rescate gracias a la alerta familiar y al operativo desplegado por la Fiscalía General del Estado.
Sin embargo, la rapidez con la que suceden estos eventos evidencia que la prevención sigue siendo un lujo. Las autoridades, aun desplegando operativos y emitiendo fichas de búsqueda, todavía no han explicado con claridad cómo se llegó al punto exacto de localización ni qué mecanismos fallaron para permitir que la mujer estuviera en situación de riesgo. Mientras tanto, la ciudadanía observa con desconfianza, preguntándose si la seguridad local funciona más en papeles que en las calles.