Redacción El Piñero | Corresponsalía
Puebla.- En la tranquila junta auxiliar de Paso de Carretas, en Atzitzintla, el silencio del fin de semana fue interrumpido de la manera más inesperada. Vecinos, convertidos en mensajeros involuntarios, alertaron a la familia de Apolonio N., un joven de 28 años, sobre un hallazgo que nadie quisiera descubrir: su yerno tendido en el patio de su domicilio, con lesiones por proyectil y golpes. A la llegada de los cuerpos de emergencia, la realidad no admitía dudas: ya no contaba con signos vitales.
El predio donde Apolonio resguardaba sus animales de corral se convirtió en escenario de un incidente que habla por sí mismo. Vestía sudadera azul marino con cierre rojo y la leyenda “Grupo Siesa”, pantalón de mezclilla y botas de hule blancas, detalles que parecen triviales hasta que se suman a la lista de indicios encontrados: fragmentos metálicos dorados incrustados en su ropa, un cartucho completo, una pipa de cristal con residuos y pruebas de radisonato en sus manos. Todo esto será analizado, aunque la paciencia de la comunidad se agota mientras esperan respuestas que no llegan.
Y mientras el patio del joven se resigna a guardar sus secretos, las autoridades brillan por su ausencia. Ni un comunicado, ni una línea de investigación visible, ni siquiera un gesto de presencia preventiva; solo la promesa tácita de que alguien, en algún despacho, quizá está haciendo “su trabajo”. Su suegro, Aniceto, acudió a reconocerlo y solo pudo confirmar lo que ya era evidente: el misterio de quién o quiénes provocaron este incidente sigue en el aire. Paso de Carretas, mientras tanto, sigue observando, silenciosa, cómo sus patios hablan más que los funcionarios que deberían escucharlos.