Redacción El Piñero
Puebla.- Este jueves 16 de octubre amaneció con los ánimos acelerados y los motores rugiendo en el municipio de Tehuacán. Decenas de taxistas decidieron que ya era hora de frenar —pero no precisamente frente al semáforo— sino sobre la carretera federal 150 México–Veracruz y la autopista Cuacnopalan–Oaxaca. Entre claxonazos y pancartas, exigieron la aparición —casi mítica— de funcionarios de Movilidad y Transporte y de Seguridad Pública, quienes, aseguran, tienen más kilometraje en promesas que en resultados.
Todo comenzó en las canchas del Mercado Xochipilli, donde los líderes del volante convocaron una asamblea que terminó en caravana. Como si se tratara de una procesión motorizada, partieron rumbo a la caseta 76, punto donde la paciencia se agotó y el bloqueo comenzó. Las largas filas de autos parecían una exposición de frustración sobre ruedas, traileros con bocinas encendidas, pasajeros cruzando a pie y el sol testigo de un caos que crecía por minuto. Los taxistas, con tono firme, denunciaron que las aplicaciones de transporte les están dejando la economía en “punto muerto” mientras las autoridades siguen en modo “neutral”.
Con el paso de las horas, el bloqueo se volvió intermitente, la tensión aumentó y los reclamos se mezclaron con el cansancio. En medio del asfalto ardiente, las autoridades prometidas jamás llegaron; ni una patrulla, ni un funcionario, ni una disculpa. La Secretaría de Movilidad y Transporte y la de Seguridad Pública demostraron, una vez más, que la rapidez no es su fuerte, prefirieron dejar el tráfico colapsado antes que enfrentar el problema. Así, Tehuacán volvió a ser el espejo de un país donde los de arriba se mueven lento y los de abajo terminan bloqueando el camino para hacerse escuchar.