Por: Eugenio GONZÁLEZ | El Piñero
Tuxtepec, Oaxaca.– Mientras en Palacio Nacional se presume el relanzamiento de la Estrategia de Trato Digno del IMSS-Bienestar, en Tuxtepec se asestó un madrazo de realidad; un paciente fue captado así, tras ser dado de alta: Caminó como pudo, cargando sus pertenencias, mientras médicos, enfermeros y camilleros observaban… y nada más.
La escena —captada este martes afuera del nosocomio— es contradictoria con el discurso oficial que promete atención humanizada y un sistema de salud “de primer mundo”. En Tuxtepec, ese discurso suena a burla.
Desde su apertura, el hospital IMSS-Bienestar de Tuxtepec arrastra un largo expediente de denuncias: falta de insumos, negligencias reiteradas, corrupción estructural y la permanencia del mismo personal del antiguo Hospital General, a pesar de que la presidenta Claudia Sheinbaum y el gobernador Salomón Jara habían asegurado que llegarían médicos de otros países. Nada de eso ocurrió.
¿TRATO DIGNO?
En conferencia de prensa nacional, el director del IMSS, Zoé Robledo, anunció con bombo y platillo la renovación del “Trato Digno”: nuevos uniformes, chalecos, decálogos, un muro para reconocer al personal ejemplar y un tablero virtual para monitorear casos complejos.
Todo suena bien en papel. Todo luce impecable en los boletines. Todo parece funcionar en las presentaciones en Palacio Nacional.
Pero en Tuxtepec —como lo muestra la imagen— no hay sillas de ruedas para egresos, no hay personal que acompañe, no hay empatía, no hay cuidado, no hay dignidad.
Lo único que sí hay es una contradicción: Un sistema que presume humanismo mientras, en la práctica, abandona a un paciente en plena vía pública.
LA CUENCA YA NO SE TRAGA EL CUENTO
Si la estrategia es relanzar la dignidad, en Tuxtepec habría que lanzarla por primera vez.
Porque aquí, el Trato Digno no existe.
Porque aquí, la gente sigue muriendo por negligencia.
Porque aquí, la promesa de médicos extranjeros nunca llegó.
Porque aquí, el hospital nuevo repite los vicios del viejo.
Y porque aquí, las fotos hablan más fuerte que los discursos.






